EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE
Un ensayo del antropólogo Scott Atran ha venido a plantear algunas cuestiones sobre lo que realmente es y significa el Estado Islámico. Desmitifica los razonamientos al uso sobre su naturaleza y objetivos y pone su desafío a nuestra civilización en su justa dimensión.
Dice que es simplista pensar que el Estado Islámico es un reducto de población marginal radicalizada. Señala que en realidad representa el renacimiento de un ideal de cambio movilizador, del que adolecen las sociedades desarrolladas. El califato es el nuevo mito movilizador de multitudes, según Atran, y es una ilusión pensar que va a desaparecer pronto.
Atran propone un resurgimiento de ideas que movilicen a las sociedad global en torno a un futuro colectivo que no se limite al espejismo tecnológico. No es algo sencillo: Mario Bunge ya dijo que, aunque la filosofía no ha muerto, está gravemente enferma. El califato no es la alternativa, pero se aprovecha del vacío conceptual de las sociedades avanzadas y lo convierte en su principal fortaleza.
Lo paradójico es que nuestra sociedad está más orientada hacia el consumo que a preservar valores, ideas y cultura. La reacción militar, o la descalificación sistemática del Estado Islámico, poco pueden hacer frente a esa llamada a lo sublime que representa el califato.
Deberíamos recuperar la confianza en la grandeza de lo que somos y hacemos si queremos trascender el mensaje del califato. Su existencia debemos interpretarla como una oportunidad para redefinir con nuevas ideas el proyecto de civilización avanzada y armónica que nos corresponde como especie.
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