El Instituto de Estudios sobre el Paisaje y la Evolución Humana de la Universidad de Bournemouth (Inglaterra) ha recibido una subvención estatal importante para explorar cómo las técnicas para documentar huellas antiguas pueden ayudar a los científicos forenses a analizar las escenas de crímenes actuales.
El profesor Matthew Bennett, jefe del Instituto, explica por qué es necesaria la investigación en una nota de prensa de la universidad: «Las huellas de calzado pueden proporcionar una importante fuente de pruebas de la escena del crimen, ayudar a determinar la secuencia de eventos e incluso, si son características, pueden vincular a un sospechoso con múltiples escenas de crímenes».
«La evidencia», continúa, «puede ser o bien en 2D, por ejemplo, cuando el barro o los fluidos corporales dejan marca, o en 3D, cuando una impresión de la huella queda sobre una sustancia suave, como tierra. Sin embargo, a pesar de los rápidos avances en la tecnología de la ciencia forense, los métodos de examen de huellas 3D han cambiado poco en los últimos cincuenta años».
En 2014 las primeras huellas humanas fuera de África fueron descubiertas en la costa de Norfolk, en el yacimiento de Happisburgh. Utilizando técnicas 3D los científicos fueron capaces de confirmar que los huecos los dejaron hace unos 800.000 años un hombre adulto y varios niños.
Alto coste
Sin embargo, el costo del software de imágenes existente implica que la policía y los investigadores dependan a métodos anticuados, tales como moldes de yeso y comparación visual.
¿Cómo, entonces, pueden los métodos utilizados para identificar algunas de las huellas más antiguas del mundo usarse para ayudar a comprender la escena de un crimen actual?
El profesor Bennett tiene una amplia experiencia en el campo y en los últimos años se ha centrado en el análisis de huellas humanas y en el desarrollo de tecnología y software que ayuden a recuperar huellas en condiciones hostiles.
Mediante la aplicación de estos conocimientos y tecnología utilizados para identificar huellas antiguas, el Instituto trabajará con un ingeniero de software y expertos forenses de la Universidad de Bournemouth para desarrollar software de imágenes 3D rentable que pueda ser desplegado en cualquier lugar del crimen.
«Una vez se complete y sea accesible, el software tiene el potencial de marcar la diferencia», asegura Bennett. «Al hacer que el software sea mucho más rentable y libre de utilizar, permitiremos que las imágenes 3D se conviertan en la norma y no en la excepción en la investigación de la escena de un crimen».
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