La misión internacional Cassini finalizó el viernes pasado su extraordinario viaje de exploración por el sistema saturniano, sumergiéndose en la atmósfera del planeta gaseoso tras haberse perdido la señal de la nave 83 minutos antes en Saturno, a unos 1.400 millones de kilómetros de la Tierra.
Cuando, según lo previsto, se agotó el combustible necesario para maniobrar la nave, que durante los últimos 13 años ha viajado por Saturno y sus lunas, la misión acabó con la inmersión programada en el planeta.
De esta forma queda garantizado que las lunas heladas de Saturno —y en particular Encélado y su océano— no corran riesgo de contaminarse con los microbios terrestres que podrían quedar a bordo de la nave, dejándolas inmaculadas para su futura exploración.
Cassini ha pasado los últimos cinco meses sumergiéndose entre los anillos de Saturno y su atmósfera en una serie de 22 órbitas finales, que han culminado con la despedida definitiva a Titán el lunes 11 de septiembre, tras lo cual se puso rumbo al planeta.
La entrada en la atmósfera comenzó un minuto antes de perderse la señal y la nave siguió enviando datos científicos en tiempo casi real hasta que su antena dejó de apuntar hacia la Tierra.
Las últimas imágenes se enviaron antes de la inmersión definitiva, y durante los últimos momentos se efectuaron mediciones de la densidad de plasma, el campo magnético, las temperaturas y la composición atmosférica a una profundidad inédita hasta ahora de la atmósfera saturniana.
“Cassini revolucionó nuestros conocimientos sobre Saturno en el momento en que llegó al planeta y ha continuado haciéndolo durante 13 años, hasta su último día”, asegura Álvaro Giménez, director de ciencia de la ESA.
“Esta misión ha cambiado la forma en que vemos los mundos acuáticos del Sistema Solar, ofreciendo sugerentes pistas de lugares con potencial de habitabilidad como Titán, que nos sirve de laboratorio a escala planetaria para estudiar procesos que podrían ser relevantes incluso para el origen de la vida en la Tierra”.
Desde 2004 orbitando Saturno
Lanzada el 15 de octubre de 1997, Cassini llegó a la órbita de Saturno el 30 de junio de 2004 (PDT), llevando a bordo la sonda Huygens de la ESA, que aterrizó en Titán el 14 de enero de 2005. Durante las dos horas y media que duró su descenso, reveló la superficie que hasta ese momento había permanecido oculta por la densa atmósfera de la luna saturniana, mostrando un mundo de paisajes enigmáticamente similares a los terrestres.
Cassini continuó realizando desde su órbita sorprendentes descubrimientos en Titán, dado que su radar localizó lagos y mares de metano y otros hidrocarburos, por lo que constituye el único lugar conocido de nuestro Sistema Solar con líquido estable en su superficie. En la atmósfera de esta luna, Cassini detectó numerosas moléculas orgánicas complejas, algunas de las cuales están consideradas componentes esenciales para la vida en la Tierra.
No obstante, las lunas de Saturno ofrecieron uno de los principales descubrimientos de toda la misión: la detección de columnas heladas procedentes de fisuras en el hemisferio sur de Encélado. Posteriores descubrimientos mostrarían actividad hidrotermal en el fondo del suelo marino, lo que indicaría que este mundo es uno de los lugares más prometedores para buscar vida fuera de la Tierra.
La misión también puso de relieve las características únicas del resto de lunas de Saturno, desde Jápeto y su cordillera ecuatorial hasta Hiperión, que parece una esponja gigante, y desde Pan con su forma de ravioli hasta Mimas, que recuerda a la Estrella de la Muerte de La Guerra de las Galaxias.
Lección de humildad
Nicolas Altobelli, científico del proyecto Cassini de la ESA, señala que “la misión nos ha inspirado con sus prodigiosas imágenes, incluyendo la lección de humildad que nos dan las vistas a lo largo de más de mil millones de kilómetros de distancia hasta el minúsculo punto azul que constituye nuestro planeta. Como es lógico, nos entristece que la misión acabe, pero también es el momento de celebrar este viaje pionero, que nos deja un rico legado de ciencia e ingeniería que allanará el camino para futuras misiones”.
Los planificadores de misiones ya disponen de una nueva generación de exploradores de planetas océano, aunque por ahora va a ser Júpiter quien asuma el protagonismo.
ESA está preparando el lanzamiento en 2022 del orbitador de las lunas de hielo jovianas, JUICE, que se centrará en el potencial de habitabilidad de sus grandes satélites acuáticos —Europa, Ganímedes y Calisto—, mientras que la NASA planifica la misión Europa Clipper, dedicada a sobrevolar esa luna helada.
Muchos satélites llamados lunas
Saturno es el sexto planeta del sistema solar, el segundo en tamaño y masa después de Júpiter y el único con un sistema de anillos visible desde nuestro planeta. Comparado con el planeta Tierra, el tamaño de Saturno es nueve veces mayor, y su órbita está nueve veces más lejos del Sol.
Saturno tiene un gran número de satélites, el mayor de los cuales, Titán es el único satélite del sistema solar con una atmósfera importante. Los satélites más grandes, conocidos antes del inicio de la investigación espacial son: Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Titán, Hiperión, Jápeto y Febe.
Tanto Encélado como Titán son objetos especialmente interesantes para los científicos planetarios, ya que en el primero se cree la posible existencia de agua líquida a poca profundidad de su superficie a partir de la emisión de vapor de agua en géiseres y, el segundo, presenta una atmósfera rica en metano y similar a la de la Tierra primitiva.
Cassini-Huygens ha sido un proyecto conjunto de la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Italiana (ASI). Se trató de una misión espacial no tripulada cuyo objetivo fue estudiar el planeta Saturno y sus satélites naturales, coloquialmente llamados lunas.
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