Los miembros de la misión Mars Science Laboratory (MSL) de la NASA confirmaron ayer por primera vez que en el suelo marciano hay compuestos orgánicos. En concreto, clorobenceno y otras moléculas con carbono y cloro, como los dicloroalcanos, según ha detectado el rover Curiosity taladrando en la superficie del planeta rojo. Ahora habrá que investigar si su origen es volcánico, hidrotermal, atmosférico, meteorítico o biológico.
A los pocos minutos de hacerse público los misteriosos cambios del metano en Marte, los responsables de MSL anunciaron, en el congreso AGU Fall Meeting de San Francisco (EE UU), un dato que «probablemente estará en los libros de historia”, la polémica frase que anticipó John Grotzinger, científico del proyecto, hace dos años.
El equipo informó de la detección de compuestos orgánicos, concretamente clorobenceno y varios dicloroalcanos (con átomos de carbono y cloro), en una roca analizada mediante el instrumento SAM (Sample Analysis at Mars). El escenario ha sido un lugar denominado Sheepbed, uno de los puntos a lo largo del recorrido del rover Curiosity por la cuenca del cráter Gale. Las muestras se han tomado del suelo con el taladro que lleva el vehículo.
Las medidas
El instrumento SAM, informa Sinc, ha realizado casi una veintena de medidas sobre tres diferentes muestras y ha encontrado el clorobenceno en cantidades que oscilan entre 150 y 300 ppbm (partes por mil millones en masa), además de varios dicloroalcanos, como dicloroetano, dicloropropano y diclorobutano, en menor cantidad.
El origen de estos compuestos orgánicos puede estar en procesos volcánicos, hidrotermales, atmosféricos o biológicos ocurridos en Marte, o bien pueden haber llegado al planeta rojo en meteoritos, cometas o partículas de polvo cósmico. Los investigadores han descartado que se trate de material orgánico procedente de algún instrumento contaminado en la Tierra antes de partir el rover.
Todos los detalles se publicarán en enero en el Journal of Geophysical Research. En cualquier caso, según los investigadores, el hallazgo supone un importante progreso en la valoración del potencial de habitabilidad pasada o presente de la superficie de Marte, uno de los principales objetivos de Curiosity y la misión MSL.
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