Dos nuevos descubrimientos científicos refuerzan la teoría de la evolución y minan la teoría de la creación, ambas recurrentes del pensamiento científico.
Según explica en la revista Science un equipo dirigido por Daniel Falush, del Instituto Max-Planck de Biología de Berlín, ha podido establecerse un nuevo escenario de la evolución humana a partir de la genética.
Siguiendo la trayectoria de la bacteria Helicobacter pylori, que coloniza el estómago y que aparentemente se transmite a través de la madre durante la gestación, han descubierto que la evolución de esta bacteria ha sido paralela a la de la especie humana, al menos durante los últimos 100.000 años.
Dado que esta bacteria apenas varía de una generación a otra, los investigadores han seguido la pista de la H. Pylori a través de 27 etnias repartidas por todo el mundo.
Han descubierto que las diferencias genéticas de esta bacteria se corresponden con las diferencias genéticas de los siete grupos humanos básicos.
Eso significa que el árbol genético de la bacteria se corresponde con el de la especie humana, lo que ha permitido a estos científicos establecer el parentesco entre grupos humanos remotos entre sí, como entre los Inuits, habitantes del Polo Norte, y algunas poblaciones asiáticas.
Levadura reversible
La otra investigación que refuerza la teoría de la evolución es relatada por un equipo británico en la revista Nature.
Ellos han trabajado con la levadura, un hongo que permite elaborar la cerveza. Han conseguido invertir su evolución reduciendo a una sola dos variedades diferentes de levadura. La variedad resultante no es otra que la que tuvo antes de diversificarse en su proceso evolutivo.
Lo han conseguido mezclando cromosomas de las dos especies de levadura, lo que ha venido a confirmar que las especies evolucionan a partir de modificaciones en sus respectivos cromosomas.
Entusiasmo evolucionista
Ambas investigaciones han provocado un entusiasmo renovado entre los científicos que pretenden explicar la naturaleza únicamente mediante los procesos evolutivos.
La realidad es que la evolución biológica de las especies sigue siendo una teoría científica que, como tal, tiene todavía zonas oscuras, a pesar de lo cual se esgrime como argumento frente a la teoría creacionista, cada vez más debilitada por los nuevos descubrimientos científicos.
La reciente identificación de una zona del cerebro como la que genera conciencia, realizada por el Premio Nobel [Francis Crick]article:, ha venido también a reforzar la creencia de que los procesos superiores de la naturaleza son producto de la evolución y que no necesitan por tanto ninguna explicación externa al ámbito científico.
Ciencia y doctrina
Sin embargo, tal como explica el filósofo de la Universidad de Florida, Michael Ruse, en la revista Science, donde hace una síntesis de este debate, las doctrinas deben mantenerse alejadas del conocimiento científico y no intoxicarlo con interpretaciones y debates que enturbian la difusión del conocimiento.
Ruse señala que es falso por ejemplo que el evolucionismo justifique normas morales y sociales, como pretenden algunas corrientes de pensamiento, y destaca que en cierta forma el evolucionismo se ha convertido en una alternativa a la religión.
Sin embargo, añade que desde el punto de vista científico estas lecturas no dejan de ser extrapolaciones de un conocimiento sobre la naturaleza que todavía es limitado y en absoluto concluyente respecto a cuestiones, como las doctrinas, que escapan al ámbito científico.
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