Aunque se suele señalar el peligro que, para la alimentación humana, entraña la desaparición de insectos polinizadores como las abejas, hasta ahora no se habían hecho estudios científicos sobre este riesgo.
Investigadores de la Universidad de Vermont y de la Universidad de Harvard (en EEUU) lo han analizado por primera vez. En concreto, han relacionado lo que la gente come en cuatro países en vías de desarrollo (Zambia, Mozambique, Uganda y Bangladesh) con la polinización de los cultivos.
En estos países, la polinización garantizaría que lleguen a la población, a través de los alimentos, nutrientes como la vitamina A, el calcio, el ácido fólico, el hierro o el zinc.
Menos polinizadores, menos vitamina A
La investigación ha señalado que en algunas poblaciones -como en partes de Mozambique, donde muchos niños y madres apenas pueden satisfacer sus necesidades de micronutrientes, especialmente de vitamina A- la desaparición de los polinizadores podría provocar que un 56% de las personas se sitúen al borde de la malnutrición. En Uganda este porcentaje sería del 15%.
Por otra parte, en Bangladesh apenas se notaron efectos, ya que muchos de los habitantes del país ya están desnutridos, por otras razones. En lo que respecta a Zambia, el consumo de vitamina A en este país es tan alto que, a pesar de la ausencia de polinizadores y la consecuente falta de nutrientes asociada, este país quedaría fuera de peligro, se explica en un comunicado de la Universidad de Vermont.
En términos generales, escriben los científicos en un artículo de la revista Plos One, la falta de polinizadores sería importante sobre todo para la salud nutricional asociada con la vitamina A, pero menos importante para la salud nutricional asociada con todos los otros nutrientes.
La vitamina A es un nutriente esencial para el ser humano, pues genera pigmentos necesarios para el funcionamiento de la retina. También se puede requerir para la reproducción y la lactancia.
Consecuencias drásticas para la salud pública
Este nuevo estudio se inscribe en un campo emergente de investigación sobre la rápida transformación de los sistemas naturales de la Tierra y sus consecuencias en la salud humana. Sus autores creen que, en general, “descensos continuados de las poblaciones de polinizadores podrían tener consecuencias drásticas para la salud pública mundial”.
Se estima que el «hambre oculta», asociada a carencias de vitaminas y minerales, podría dañar a más de una de cada cuatro personas en todo el mundo, contribuyendo al aumento de riesgo de padecer muchas enfermedades, de reducción del cociente intelectual y de la productividad laboral.
Esta condición no produce las mismas sensaciones que el hambre normal. Muchas veces no daña el estómago, pero el hambre oculta ataca la salud y la vitalidad desde lo más profundo, y sigue siendo un mal generalizado que presenta terribles amenazas para la salud, la educación, el crecimiento económico y la dignidad humana en los países en desarrollo, según UNICEF.
Este problema podría agravarse “porque hemos transformado nuestros paisajes de formas que no son compatibles con los insectos polinizadores», concluyen los investigadores estadounidenses.
Referencia bibliográfica:
Alicia M. Ellis, Samuel S. Myers, Taylor H. Ricketts. Do Pollinators Contribute to Nutritional Health? PLoS ONE (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0114805.
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