«¿Puede oírme?» Los familiares se desesperan por saberlo cuándo un ser querido con una lesión cerebral traumática está en estado de coma.
Un nuevo estudio de la escuela de Medicina de la Universidad del Noroeste y el Hospital de veteranos Hines (Illinois, EE.UU.) muestra que las voces de los seres queridos narrando pasajes familiares almacenadas en la memoria a largo plazo de los pacientes puede ayudar a despertar su cerebro inconsciente y a acelerar su recuperación del coma.
Los pacientes en coma que escucharon historias familiares repetidas por miembros de la familia cuatro veces al día durante seis semanas, a través de grabaciones que oían mediante auriculares, recuperaron la consciencia significativamente más rápido y su recuperación fue mejor, en comparación con la de los pacientes que no escucharon las historias, informa el estudio.
El artículo fue publicado en la revista Neurorehabilitation and Neural Repair el pasado día dos. «Creemos que escuchar esas historias en las voces de los hermanos de y los padres ejercita los circuitos del cerebro responsables de la memoria a largo plazo», explica la autora principal, Theresa Pape, en la información de la Universidad del Noroeste. «Esa estimulación ayudó a activar el primer destello de consciencia.»
Como resultado, los pacientes en coma pueden despertar más fácilmente, ser más conscientes de su entorno y empezar a responder a las conversaciones. «Es como salir de la anestesia», explica Pape. «Es el primer paso hacia la recuperación de la plena consciencia.» Pape es neurocientífica especializada en medicina física y rehabilitación. «Después del tratamiento del estudio, si les tocaba en el hombro, me miraban», recuerda Pape. «Antes del tratamiento no lo hacían».
Ser más conscientes de su entorno significa que los pacientes pueden participar activamente en la terapia física, del habla y ocupacional, todas ellas esenciales para su rehabilitación.
El coma es un estado de inconsciencia en el que el paciente no puede abrir los ojos. Los pacientes suelen pasar de un estado de coma a un estado de consciencia mínima o a uno vegetativo, y estos estados pueden durar unas pocas semanas, meses o años.
Beneficio para las familias
El tratamiento con voces familiares también beneficia a las familias. «Las familias se sienten impotentes cuando un ser querido está en coma», explica Pape. «Es una sensación terrible para ellos. Esto les da una sensación de control sobre la recuperación del paciente y la oportunidad de ser parte del tratamiento».
Tal fue el caso de Corinth Catanus, cuyo marido, Godfrey, participó en el estudio después de estar en coma durante tres meses. «Las historias que le conté ayudaron a Godfrey a recuperarse de su coma, y a mí me ayudaron a sentir que podía hacer algo por él. Eso me dio esperanza.»
Cuando los pacientes como Godfrey Catanus escucharon la voz de un miembro de su familia llamándoles por sus nombres en voz alta y recitando historias mientras les hacían una resonancia magnética, sus cerebros mostraron un aumento de la actividad neuronal.
Así lo indicaron brillantes manchas de luz de color amarillo y rojo en las regiones involucradas en la comprensión del lenguaje y la memoria a largo plazo. «Vimos los cambios en el nivel de oxígeno en sangre en esas zonas», explica Pape. «Eso significa que estaban usándolas.»
El estudio
El estudio aleatorizado, controlado con placebo, utilizó a 15 pacientes (12 hombres y tres mujeres) con lesiones traumáticas en la cabeza, causadas por accidentes en motocicleta o automóvil, o traumas por bombas o ataques, que se encontraban en estado vegetativo o de consciencia mínima. Los participantes tenían una edad media de 35. El tratamiento comenzó un promedio de 70 días después de la lesión.
Pape y sus colegas hicieron primero pruebas de referencia para ver cómo respondían los pacientes a información sensorial -como campanas y silbatos-, si seguían instrucciones para abrir sus ojos y si estaban lo suficientemente alertos para seguir visualmente a alguien caminando por la habitación.
Sus respuestas eran un punto de referencia para ver si habían cambiado o mejorado después de seis semanas de tratamiento. (Una persona en un estado de mínima consciencia de vez en cuando puede seguir instrucciones.)
Los científicos también hicieron que los pacientes escucharan voces familiares y no familiares contándoles historias diferentes, para obtener una imagen por resonancia magnética de referencia sobre cómo cambiaban los niveles de oxígeno en la sangre en el cerebro mientras las escuchaban.
Family Voices Speed Coma Recovery from Northwestern Feinberg on Vimeo.
Recopilación de historias familiares
El siguiente paso fue que las familias trabajaran con terapeutas para identificar y construir historias sobre eventos en los que intervinieron juntos el paciente y su familia.
«Podía ser una boda de la familia o un viaje especial», explica Pape. «Tenía que ser algo que recordarían, y teníamos que llevar las historias a la realidad con sensaciones, temperatura y movimiento. Las familias describían, por ejemplo, el aire frío que le daba en la cara al paciente mientras esquiaba por la ladera de una montaña».
Las familias trajeron álbumes de fotos para recordar temas para las historias. Los padres y hermanos registraron al menos ocho historias, que habían practicado para recitarlas de forma natural, y utilizando el nombre de pila del paciente.
Después de seis semanas de escuchar las historias grabadas, Pape repitió las pruebas de referencia anteriores en una resonancia magnética. En uno de los tests, los pacientes escucharon voces familiares y no familiares contando la misma historia que escucharon al inicio del estudio.
La imagen de resonancia magnética mostró un cambio en el nivel de oxígeno, lo que indicó una mayor respuesta a la voz desconocida contando una historia. El nivel de oxígeno no cambió con la voz familiar.
En otra prueba, los pacientes escucharon una pequeña campana sonando, como al principio del estudio. Pero, esta vez, los cerebros de los pacientes respondieron menos a la campana, lo que indica que eran más capaces de discriminar lo que era importante escuchar. «La voz de mamá contándoles historias familiares una y otra vez ayudó a sus cerebros a prestar atención a la información importante, en lugar de a la campana», relata Pape.
Las mayores ganancias en la recuperación se produjeron en las dos primeras semanas del tratamiento, con pequeño beneficios en las siguientes cuatro semanas.
Pape se encuentra actualmente analizando sus datos para determinar si la intervención fortaleció el cableado del cerebro, las fibras alargadas llamadas axones que transmiten señales entre las neuronas.
La grabación y reproducción de historias es algo que todas las familias puedan hacer cuando un ser querido está en coma. Es lógico que la gente en estado de coma a consecuencia de un derrame cerebral también responda favorablemente al tratamiento, asegura Pape, que recomienda que las familias trabajen con un terapeuta para ayudarse a construir las historias. Las historias grabadas pueden sumarse a otras terapias que se estén aplicando al paciente.
Inspiración
Pape se inspiró para iniciar el estudio en su experiencia como terapeuta del habla para pacientes en coma con lesiones cerebrales traumáticas. Las familias le decían a menudo que el paciente respondía mejor a ellos que a un extraño. Pape comenzó a observar a los pacientes con sus familias, y vio que tenían razón.
En el caso de Godfrey, una de las historias relatadas por su mujer, Corinth, fue un antojo de embarazo: nuggets de pollo que Godfrey buscó por varios restaurantes de comida rápida de la ciudad, para acabar descubriendo que los había comprado del tipo equivocado.
Godfrey, de 32 años, oyó las historias cuatro veces al día durante los tres meses que estuvo en coma. Las grabaciones le ayudaron a despertar de su estado vegetativo y a devolverle a la consciencia. Godfrey recuerda haber oído la voz de Corinth y de su hermano. «Fue reconfortante pensar que estaban allí conmigo. Me ayudó a darle a mi cerebro algo con lo que conectar.»
Referencia bibliográfica:
Theresa Louise-Bender Pape, Joshua M. Rosenow, Monica Steiner, Todd Parrish, Ann Guernon, Brett Harton, Vijaya Patil, Dulal K. Bhaumik, Shane McNamee, Matthew Walker, Kathleen Froehlich, Catherine Burress, Cheryl Odle, Xue Wang, Amy A. Herrold, Weihan Zhao, Domenic Reda, Trudy Mallinson, Mark Conneely, y Alexander J. Nemeth: Placebo-Controlled Trial of Familiar Auditory Sensory Training for Acute Severe Traumatic Brain Injury: A Preliminary Report. Neurorehabil Neural Repair (2015). doi:10.1177/1545968314554626
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