En Estados Unidos, la probabilidad de suicidarse es más de cuatro veces mayor en personas con cáncer que en las que no padecen esta enfermedad, según investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State).
En este estudio se emplearon datos de más de ocho millones de pacientes con cáncer en Estados Unidos. Los investigadores descubrieron que son más propensos a la depresión los pacientes a los que se diagnostica cáncer testicular y linfomas a edades tempranas, y los diagnosticados con cáncer de pulmón, próstata, cabeza y cuello a edades más avanzadas.
Necesidad de tratamientos integrales
Nicholas Zaorsky, especialista en oncología radioterápica en el Instituto de Cáncer de la Universidad Estatal de Pensilvania, destaca en su estudio la importancia de un enfoque integral para tratar a los pacientes con cáncer.
“Aunque el cáncer es una de las principales causas de muerte en los Estados Unidos, muchos de los pacientes con cáncer no mueren a causa de esta enfermedad”, señala Zaorsky en un comunicado. “A veces mueren por otra causa”.
Tras el diagnóstico del cáncer, puede surgir depresión y angustia debido al tratamiento y al estrés financiero, entre otras causas. “En última instancia, la angustia y la depresión pueden conducir al suicidio. Nuestro objetivo era cuantificar el riesgo de suicidio entre los pacientes con cáncer”, explica Zaorsky.
Según Zaorsky, si bien se ha avanzado mucho en el tratamiento del cáncer en sí, no se ha puesto tanto empeño en investigar sobre cómo el cáncer afecta a los pacientes mental y emocionalmente.
El estudio
Los investigadores utilizaron datos recopilados del programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales del Instituto Nacional del Cáncer (SEER) . El SEER incluye datos sobre la incidencia del cáncer, la supervivencia, el tratamiento y la edad y el año de diagnóstico, y cubre el 28 por ciento de la población de EE. UU.
Para el estudio, los investigadores utilizaron los datos de SEER en más de 8,6 millones de pacientes a los que se les había diagnosticado un cáncer invasivo (cáncer que se diseminó más allá del tejido en el que se desarrolló originalmente) entre 1973 y 2014.
Después de analizar los datos, los investigadores descubrieron que 13.311 de los pacientes en el conjunto de datos (el 0,15 por ciento) murieron por suicidio. Esto es más de cuatro veces el riesgo de la población general.
Aunque el riesgo de suicidio disminuye cinco años después del diagnóstico, sigue siendo alto para los pacientes con linfoma de Hodgkin y cáncer de testículo.
“Lo interesante que encontramos fue que parece importar a qué edad se diagnostica a un paciente y qué tipo de cáncer tiene esa persona”, apunta Zaorsky. “Los tratamientos para algunos cánceres, como la leucemia y el cáncer testicular en adolescentes y adultos jóvenes, por ejemplo, pueden disminuir la fertilidad de un paciente, y ese parece ser uno de los riesgos de suicidio a largo plazo”.
En contraste, los pacientes más mayores diagnosticados con cáncer de pulmón, próstata y cabeza y cuello, tienen un mayor riesgo de suicidio el resto de su vida.
Los resultados podrían usarse para ayudar a identificar a los pacientes que pueden estar en mayor riesgo de suicidio y ayudar a adaptar los tratamientos en consecuencia.
“Puede ser beneficioso orientar estrategias de prevención del suicidio a pacientes mayores y con ciertos tipos de cáncer, como próstata, pulmón, leucemias y linfomas”, señala Zaorsky.
Referencia
Suicide among cancer patients. N. G. Zaorsky et al. Nature Communications, 14 January 2019. DOI: doi.org/10.1038/s41467-018-08170-1.
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