Investigadores del Instituto de Ciencias Planetarias de la Universidad de Stuttgart, en Alemania, han descubierto que una antigua estatua budista, encontrada en 1938 por una expedición nazi, fue esculpida en ataxita, una clase muy rara de meteorito de hierro con altas cantidades de níquel.
La estatua, que fue sometida a análisis geoquímicos por el científico de dicho Instituto, Elmar Buchner y sus colaboradores, tiene unos 1.000 años de antigüedad y es conocida como “Iron Man” u “hombre de hierro”.
Pesa 10 kilos y representa al dios budista Vaisravana, también conocido como Namtösé en el Tibet y Bishamonten en Japón. Este dios es una importante figura dentro de la mitología budista.
Los resultados de este descubrimiento han aparecido detallados en la revista especializada Meteoritics and Planetary Science.
Trasladada por una esvástica
En 1938, una expedición al Tibet formada por científicos alemanes, y liderada por el renombrado zoólogo Ernst Schäfer (que tras la Segunda Guerra Mundial fue juzgado por haber pertenecido a las SS, aunque luego fue exonerado), descubrió esta estatua budista.
Aunque todavía se desconoce cómo se produjo el hallazgo, se cree que la cruz esvástica tallada en el centro de la figura fue lo que animó al grupo expedicionario a llevar la estatua a Alemania.
El budismo y el nazismo compartieron este símbolo, aunque en el primer caso la esvástica se usaba en posición horizontal, mientras que la esvástica nazi (adoptada como símbolo de la raza aria en 1920) aparecía rotada 45 grados en la bandera del Reich.
Una vez en Munich, “Iron Man” pasó a formar parte de una colección privada, y solo comenzó a estar disponible para su estudio en 2009, a partir de la celebración de una subasta. El primer equipo en analizar el origen de la estatua ha sido el dirigido por Elmar Buchner. Los investigadores han conseguido así clasificar como ataxita el material en el que la estatua fue tallada.
Según declaraciones de Buchner aparecidas en Alphagalileo: “La estatua fue cincelada en un meteorito de hierro, procedente de un fragmento del meteorito Chinga, que impactó contra las regiones fronterizas de Mongolia y Siberia, hace unos 15.000 años”.
“Aunque los primeros restos (de este impacto) fueron descubiertos oficialmente en 1913 por buscadores de oro, creemos que este fragmento concreto del meteorito original fue recogido muchos siglos antes”, añade Buchner.
Inspiración espacial
Los meteoritos inspiraron el culto de muchas culturas antiguas, desde la de los esquimales Inuits de Groenlandia hasta la de los aborígenes australianos.
Incluso, hoy día, en uno de los más famosos centros religiosos del mundo, la Meca (Arabia Saudí), se rinde culto a una Piedra Negra (situada en la esquina oriental de la Kaaba), que probablemente es un meteorito.
Cuando los peregrinos circunvalan la Kaaba, como parte del ritual del Hajj Tawaf, muchos de ellos intentan detenerse y besar la Piedra Negra siete veces, emulando el beso que, según la tradición islámica, la Piedra recibió del profeta Mahoma.
En cuanto a la estatua budista “Iron Man”, Buchner opina que esta tuvo su origen en la cultura tibetana Bon del siglo XI.
“Esta estatua es la única figura humana tallada en un meteorito conocida, lo que significa que no tenemos nada con que compararla a la hora de calcular su valor”, afirma el investigador. Por eso, y si las estimaciones de su antigüedad son correctas, hoy día “Iron Man” podría tener un valor incalculable, concluye Buchner.
Referencia bibliográfica:
Elmar Buchner, Martin Schmieder, Gero Kurat, Franz Brandstätter, Utz Kramar, Theo Ntaflos, Jörg Kröchert. Buddha from space: An ancient object of art made of a Chinga iron meteorite fragment. Meteoritics & Planetary Science, 2012; DOI: 10.1111/j.1945-5100.2012.01409.x.
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