En medio de todo el tumulto aparente, la intensa emoción y el comportamiento imprudente que caracterizan los años de la adolescencia, el cerebro está, de hecho, evolucionado y desarrollando los circuitos neuronales necesarios para mantener las emociones bajo control.
Una investigación publicada en The Journal of Neuroscience describe cómo la capacidad de controlar las emociones se mueve de un área del cerebro a otra a medida que los adolescentes maduran hasta convertirse en adultos, lo cual ofrece una oportunidad para entender cómo surgen los trastornos relacionados con el control emocional.
«Nuestro estudio abre el camino para una mejor comprensión de la neurobiología que hay detrás del comportamiento de los adolescentes en situaciones de carga emocional», dice la autora del estudio Anna Tyborowska, de la Universidad Radboud de Nimega (Países Bajos), en una nota de prensa de la Sociedad de Neurociencia recogida por EurekAlert! «Los hallazgos también podrían tener implicaciones clínicas importantes [puesto que] muchos trastornos psiquiátricos surgen durante la adolescencia y se caracterizan por problemas con el control de los procesos emocionales.»
Investigaciones anteriores vinculan el aumento en la búsqueda de sensaciones y el comportamiento impulsivo durante la adolescencia con la demora en el desarrollo de la corteza prefrontal, una región del cerebro involucrada en el razonamiento, la planificación y la toma de decisiones.
Los autores del nuevo estudio Inge volman, Ivan Toni y Karin Roelofs habían demostrado previamente la importancia de la corteza prefrontal anterior en el control emocional en los adultos. Sin embargo, no quedaba claro si el retraso en el desarrollo de la corteza prefrontal afectaba al control emocional durante la adolescencia, y cómo.
Estudio
Para abordar esta cuestión, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para medir la actividad cerebral de 47 adolescentes sanos de 14 años de edad, mientras éstos evaluaban expresiones emocionales de caras felices y enojadas.
A veces, los adolescentes eran instruidos para empujar un joystick hacia las caras felices y lejos de las caras de enojo, que es una respuesta natural, instintiva. En otros casos, tenían que empujar la palanca hacia las caras enojadas y lejos de las caras felices, una respuesta antinatural que requiere más autocontrol emocional.
Los investigadores también midieron los niveles de testosterona de los adolescentes para medir su maduración puberal. Los adolescentes con altos niveles de testosterona, o un mayor nivel de madurez, mostraron una mayor actividad en la corteza prefrontal anterior durante las acciones que requerían más autocontrol emocional.
Las personas con niveles bajos de testosterona tenían más actividad en la amígdala y el núcleo pulvinar del tálamo, regiones subcorticales del cerebro que se sabe que juegan un papel clave en el procesamiento emocional.
Los participantes completaron la tarea igualmente bien independientemente del nivel de testosterona, lo que sugiere ambos circuitos cerebrales apoyan el control emocional. Sin embargo, los investigadores indican que los escenarios del mundo real pueden resultar más difíciles para las personas con una corteza prefrontal subdesarrollada.
«Este es uno de los pocos estudios que analiza cómo se relaciona la etapa de la pubertad con el desarrollo del cerebro en las personas jóvenes de la misma edad cronológica», dice la neurocientífica Sarah-Jayne Blakemore, que estudia el desarrollo de los adolescentes en el University College de Londres (Reino Unido), y que no participó en el estudio.
Los resultados también pueden ayudar a entender cómo puede ir mal el control emocional durante el desarrollo. Es posible que el hecho de que la corteza prefrontal no consiga integrarse correctamente en el circuito de control emocional contribuya a la aparición de trastornos afectivos en la adolescencia.
Referencia bibliográfica:
A. Tyborowska, I. Volman, S. Smeekens, I. Toni, K. Roelofs: Testosterone during Puberty Shifts Emotional Control from Pulvinar to Anterior Prefrontal Cortex. Journal of Neuroscience (2016). DOI: 10.1523/JNEUROSCI.3874-15.2016.
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