En Perú, según la Dirección General de Salud Ambiental del país (DIGESA mueren anualmente unas 10.000 personas por enfermedades relacionadas con la contaminación aérea, una media de 27 personas al día.
En el caso de Lima, que se encuentra entre las 13 ciudades más contaminadas del país, el exceso de emisiones procedentes del parque automovilístico constituye una de las causas principales de esta contaminación aérea.
Esta situación animó a la compañía peruana Tierra Nuestra, especializada en la conservación del medio ambiente a través del diseño y la construcción de alternativas de energías renovables para procesos industriales, a crear el llamado Purificador de Aire Urbano PAU-20 o Superárbol.
Grandes volúmenes de aire
Según publicó el mes pasado el diario El Comercio, de Perú, se trata de un dispositivo que permite eliminar partículas en suspensión y gases contaminantes, como el dióxido de carbono, con la finalidad de limpiar grandes volúmenes de aire contaminado, en especial en aquellas zonas urbanas altamente contaminadas.
El Superárbol es capaz de purificar, eliminando polvo, gérmenes y bacterias, un volumen de aire de 8.334 metros cúbicos por hora, hasta llegar a los 200.000 metros cúbicos diarios, aseguran los ingenieros.
El aparato tiene un tamaño de cinco metros de alto por tres metros de ancho, pesa 1.200 kilogramos y precisa de 60 litros de agua para la destilación del aire contaminado. El aire y el agua, bajo condiciones termodinámicas adecuadas, logran equilibrar su entalpía (proceso de absorción termodinámico), produciendo la fijación de los contaminantes del aire en el agua en un proceso continuo.
De esta forma, el aire sucio entra por un lado de la máquina y, por el otro lado, sale aire puro. Los contaminantes quedan fijados en el agua, que es depositada en un desagüe, en forma de lodo estéril y agua no potable.
Apoyo institucional
En el año 2006, Rafael Rey, ministro de Producción de Perú, se comprometió a poner en marcha un plan piloto para llevar este sistema a los lugares más contaminados del país. Un prototipo está actualmente en funcionamiento en los exteriores de la sede el Ministerio de Industria, Comercio Exterior y Turismo, en Lima.
Sin embargo, los impulsores del PAU señalan que para extender su uso a distintos puntos de la capital se necesita aún más apoyo por parte de las instituciones privadas y estatales.
Según ha explicado uno de sus creadores, Jorge Gutiérrez Muñoz, Gerente General de Tierra Nuestra, a Tendencias21, el Superárbol tiene la ventaja adicional de monitorizar los virus diseminados en los entornos urbanos, a través del análisis del subproducto resultante de toda la operación de limpieza del aire. Esta propiedad adicional permite determinar las bacterias o virus responsables de ciertas enfermedades que afectan a la población de manera cíclica.
La información sobre virus y bacterias que flotan en el ambiente sirve a su vez para establecer tratamientos médicos con antibióticos concretos, disminuyendo el abuso de antibióticos genéricos a los que se recurre muchas veces por falta de información sobre la microbiología que origina determinadas patologías, que a la larga minan el sistema inmunológico de la población.
Una hectárea de eucaliptos
Gutiérrez señala asimismo que el Superárbol PAU-20 es capaz de fijar un 8% del dióxido de carbono del aire tratado en el agua en un día de operación, lo que equivaldría aproximadamente a la labor de una hectárea de eucaliptos en ese mismo periodo de tiempo.
El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero. Los árboles fijan carbono a través de la fotosíntesis: toman las moléculas de dióxido de carbono y las convierten en oxígeno. De esta forma, fijan el carbono en la madera del árbol y se convierten en almacenadores de carbono.
Segun la FAO, la agricultura es cada vez más una posible vía para la mitigación del cambio climático mediante el almacenamiento de carbono en los suelos y en la vegetación. La creación de un Superárbol, aunque sea artificial, puede ayudar a este proceso natural.
Según Gutierrez, esta tecnología aspira a extenderse más allá de las fronteras nacionales, dado que hasta ahora no existía una posibilidad técnica de control de los contaminantes aéreos en entornos urbanos exteriores. El precio del PAU-20 es de 100.000 dólares, aunque pueden ser pagados a través de carteles publicitarios que se pegan en su amplia superficie.
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