Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Washington y de la Universidad de Minnesota, ambas en Estados Unidos, ha descubierto que la primera área de la corteza cerebral del ser humano, que recibe la información visual que llega desde los ojos, procesa el tamaño percibido de los objetos, en lugar del tamaño real de los objetos.
Esto supone que los ojos sólo son responsables de una parte de la percepción visual, y que otra parte de ésta la realiza el cerebro, que hace suposiciones o infiere, de la información que recibe de los ojos, acerca de todo aquello que nos rodea.
Según explica el director de este estudio Sccot Murray, en un comunicado de la Universidad de Washington, las interpretaciones que hace el cerebro acerca de los objetos que los ojos ven, suelen ser bastante cercanas a la “realidad objetiva”, pero a veces pueden producir incluso ilusiones visuales. Los resultados han sido publicados en la revista Nature Neuroscience.
Imágenes de resonancia magnética
El profesor Murray y sus colegas, Huseyin Boyaci y Daniel Kersten, utilizaron imágenes de resonancia magnética para ver cómo el cerebro procesa el tamaño de los objetos frente a una ilusión óptica, similar a la que produce la luna cuando está saliendo al atardecer. En ese momento nos parece enorme mientras se mantiene cerca del horizonte, pero se hace más pequeña una vez que está situada en el cielo. La realidad es que es siempre del mismo tamaño.
Los investigadores utilizaron una ilusión óptica similar: el observador percibe cualquier objeto de diferente tamaño según el ángulo de visión que tenga de él. Para el experimento, situaron dos esferas idénticas pintadas como un tablero de ajedrez, pero situadas en diversos ángulos de visión. En este tipo de ilusión óptica, a mayor distancia entre objeto y observador, lo que se mira parece ocupar una parte mayor del campo visual.
Los científicos usaron la resonancia magnética para captar las imágenes de la actividad cerebral de cinco personas durante el proceso de observación de ambas esferas. Descubrieron que la región cerebral conocida como corteza visual primaria, que es el área del cerebro que recibe en primer lugar la información procedente de las retinas, mostraba una diferencia.
Aunque ambas esferas ocupaban exactamente el mismo espacio en la retina, la esfera situada más atrás activaba aproximadamente un 20 por ciento más de área de la corteza visual primaria que la esfera situada en frente de los observadores.
Mayor, aunque sean iguales
Esta diferencia marca una distinción en la percepción del tamaño de ambos objetos por parte de los cinco voluntarios. Cuando se les preguntó acerca de dicho tamaño, los participantes en el experimento estimaron que la esfera anterior era aproximadamente un 20% mayor que la otra.
Para Murray, estos resultados tienen importantes implicaciones en lo que a la investigación del proceso visual se refiere, ya que supone que la percepción que tengamos de un objeto depende del grado de actividad que se produzca en la corteza visual primaria, a partir de la información recibida por los ojos. Así, se conoce algo más del proceso visual completo.
Según Murray, este descubrimiento es importante porque demuestra que el proceso de inferir acerca de las propiedades visuales de nuestro entorno ocurre en los estadios iniciales del sistema visual.
Hasta ahora, los especialistas han creído que el sistema de visión se organizaba jerárquicamente a través de un simple registro por parte de la corteza visual primaria de la información que llegaba desde la retina. Después, otras áreas cerebrales “colocaban” juntas toda esa información. Ahora sabemos que las cosas no son exactamente así.
Constructivismo en la visión
Según el profesor español Javier Monserrat, autor de La Percepción Visual, experiencias como la de Murray y su equipo confirman que la imagen final percibida por el sujeto es resultado de un proceso constructivo que se corresponde con los puntos de vista teóricos del constructivismo en la ciencia de la visión.
En declaraciones exclusivas para Tendencias21, Javier Monserrat explica que estas percepciones confirman muchos casos ya conocidos en el ilusionario de los tratados de percepción: por ejemplo la habitación de Ames. La constatación experimental por resonancia magnética de que en el área V1 el mapeado es mayor en la bola percibida como mayor (aunque en realidad son iguales), confirma que el proceso constructivo realizado por el sistema visual (construir una bola como mayor) es posible porque el área de V1, cuya activación produce el efecto fenomenológico de la imagen, ha construido un soporte neural (un engrama o patrón) adecuado (un mapping más extenso).
Monserrat explica finalmente que la ciencia de la visión al uso entiende comúnmente que el criterio o lógica aplicada por el sistema visual para estas “correcciones constructivas” tiene un fundamento evolutivo y ecológico: tanto en la experiencia de este experimento con bolas o en la misma habitación de Ames, existe un factor de “espacio”, “perspectiva” o “logica del espacio natural aprendida evolutivamente”, que induce al sistema visual a producir imágenes congruentes que permitan adaptarse al mundo tal como ha sido percibido hasta ahora. Esto, naturalmente, hasta unos ciertos límites.
La visión está considerada como el sentido más importante que tenemos, ya que nuestro conocimiento del mundo exterior procede principalmente de la vista. Eso explica que más de una tercera parte del córtex cerebral esté afectado al tratamiento visual y que la mayoría de las investigaciones sobre la visión estén desarrolladas por especialistas en el cerebro, particularmente psicólogos, como es el caso de Murray y de Javier Monserrat.
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