Un equipo de investigación de la Universidad de Houston, tal y como expone la revista Behavioural Brain Research, investigando la relación entre el running o salir a correr y el cerebro, ha determinado que la temperatura ambiental influye en los beneficios neuronales que provoca este ejercicio.
Las investigaciones, realizadas en ratas, han demostrado que, contrariamente a lo que en un inicio pudiera creerse, la realización de ejercicio en condiciones térmicas altas (37,5ºC) o bajas (4,5ºC) genera una mayor cantidad de nuevas células y neuronas inmaduras (recién diferenciadas). Este ejercicio fue desarrollado durante menor período de tiempo y a un ritmo menor. Por lo que los investigadores sugieren que la realización de ejercicio en estas condiciones puede acelerar los beneficios cerebrales de ejercicio.
Una manera especial de practicar running
A menudo hemos escuchado que practicar ejercicio aporta importantes beneficios, nos ayuda al mantenimiento del ritmo cardíaco, a tener una presión arterial adecuada, así como, un peso corporal saludable. De hecho, nos recomiendan la realización de un ejercicio regular para reducir el riesgo de aparición de problemas cardiovasculares como los ataques de corazón, colesterol alto y presión arterial elevada, así como, la disminución de padecer accidentes cerebrovasculares. Cada vez somos más conscientes de ello.
El ejercicio también proporciona una gran cantidad de beneficios al cerebro, incluyendo el aumento de la neurogénesis (formación de nuevas neuronas) en la región del cerebro denominada hipocampo, lo que se ha vinculado con la mejora de la cognición. El equipo de Houston al que hemos hecho referencia ha demostrado que hacer ejercicio de un modo específico tiene ventajas para el cerebro de las personas. Una estrecha relación que podría beneficiar a pacientes sometidos a quimioterapia, o pacientes que han sufrido algún tipo de accidente cerebrovascular, en los que dichas capacidades se ven disminuidas.
En este sentido no se piense que se estamos hablando del modo convencional de practicar running. Los investigadores estadounidenses establecen que un tipo de ejercicio a un ritmo bajo y en un recorrido relativamente corto es el que generará tales beneficios. De ahí que, realmente, se trata de dos concepciones del ejercicio distintas y no es conveniente confundirlas.
Cómo responde el cerebro
Cuando realizamos ejercicio aumenta la temperatura corporal de nuestro organismo de forma considerable. Algo que nuestro propio cuerpo debe regular ya que el cerebro puede verse dañado fácilmente con los cambios de temperatura, pues las funciones llevadas a cabo por el cerebro se producen en un rango de temperatura relativamente estrecho.
Pues bien, para llevar a cabo este control térmico nuestro cuerpo dispone de una serie de mecanismos controlados por el hipotálamo. Digamos que actúa de forma parecida al termostato de una casa.
Teniendo en cuenta esto y añadido al hecho que una mejora en la neurogénesis está vinculada con una mayor cognición, el equipo de investigación de la Dra. Leasure, realizó un estudio con ratas. A partir de éste comprobaron que la realización de ejercicio a bajas temperaturas (4,5°C) podría promover de forma más eficaz la neurogénesis en una parte concreta del hipocampo, denominada dentate gyrus que el ejercicio a temperatura ambiente (20°C).
Estudios previos habían demostrado que eran necesarios entre 10 y 14 días de ejercicio en condiciones normales de temperatura ambiente para obtener un aumento en el número de neuronas inmaduras. Sin embargo, en el estudio realizado por los investigadores de Houston, observaron que correr menos de 500 metros/día en condiciones térmicas frías o cálidas aumentaba el número de estas neuronas.
Visto en este contexto, estos resultados hicieron sugerir a los investigadores que la temperatura ambiente sea fría o cálida podía acelerar los beneficios cerebrales de ejercicio. Entonces. ¿Cuál es la aplicación práctica de estos resultados? ¿Quiénes encontrarían una alternativa beneficiosa tras esta aportación científica?
Personas beneficiadas
La idea de que el ejercicio podría mejorar los efectos cognitivos de otras terapias es algo ampliamente conocido en el ámbito científico. Así, las personas con movilidad normal podrán beneficiarse con esta práctica. Pero, ¿qué ocurre con aquellas personas en las que por diversos motivos traumáticos han visto su capacidad cognitiva deteriorada acompañada de una reducción de la movilidad?
Paradójicamente, los cerebros que resultarían más beneficiados serían aquellos que, en principio, tendrían menos posibilidades de aprovecharse de los beneficios de esta actividad. Este es el caso de personas que padecen cáncer, en donde los tratamientos, por ejemplo, con radiación cerebral, provocan una disminución de la neurogénesis o aquellas personas que han sufrido una lesión cerebral traumática o apoplejía. Y del mismo modo ocurre cuando envejecemos; un proceso totalmente natural.
Sin embargo, todas estas personas afectadas de una forma u otra a nivel físico, comparten un mismo problema. Y es que tienen limitaciones de movilidad. Por lo que su capacidad para soportar una actividad física es mínima o, desde luego, muy baja. Esto hace que la capacidad para aprovechar los beneficios que el ejercicio aporta al cerebro se vea muy disminuida.
Los resultados obtenidos por este equipo de investigadores aportan una luz de esperanza para estos pacientes. Y sugieren un simple medio para maximizar los beneficios del ejercicio y reducir al mínimo el tiempo de ejercicio. Lo que podría ser útil para descubrir rutas que aceleren los beneficios neuronales del ejercicio.
Ejercicio y envejecimiento
El hipocampo es extremadamente vulnerable a los daños derivados de acontecimientos externos, como traumatismo craneoencefálico y accidente cerebrovascular, lo que provoca una pérdida de las facultades cognitivas. No obstante, estas pérdidas también pueden darse, no sólo por el hecho de haber sufrido algún tipo de traumatismo, sino, como hemos comentado anteriormente, simplemente por el hecho de envejecer.
En un reciente trabajo realizado por investigadores de la Universidad College Cork (Irlanda) se describe como los científicos se están empezando a plantear cómo el ejercicio puede afectar a la neuroinflamación que se produce en el envejecimiento y a las enfermedades neurodegenerativas. Y si esta inflamación puede disuadir o impedir los potenciales efectos beneficiosos del ejercicio, incluyendo la cognición.
Como ocurre a menudo en ciencias y especialmente en temas de salud, no todo es blanco o negro. Este no iba a ser un caso diferente. Es decir, existe controversia entre los diversos estudios existentes. No existe una única variable y como ya sabemos, no todos respondemos de la misma forma a los tratamientos. Es necesario tener en cuenta una amplia diversidad de variables: el tipo de ejercicio, la duración del mismo, así como, la gravedad de las lesiones cerebrales sufridas por el paciente. Pero, está claro que los resultados obtenidos por las diferentes investigaciones aportarán poco a poco, datos que pueden dar solución o por lo menos prevenir y, en conjunto, podrán aportar importantísimos beneficios para la salud, sobre todo para aquellas personas que han sufrido algún tipo de lesión cerebral.
Por lo tanto sería necesario seguir trabajando en éste área para poder aclarar si el ejercicio puede afectar a los cambios inducidos por la inflamación en la neurogénesis y/o la cognición.
Referencias bibliográficas:
Maynarda ME, Chunga C, Comera A, Nelsona K, Trana J, Werriesa N, Bartona EA, Spinettac M, Leasurea JL. Ambient temperature influences the neural benefits of exercise. Behavioural Brain Research (2016). DOI: doi:10.1016/j.bbr.2015.11.017.
Ryan S, Nolan YM. Neuroinflammation negatively affects adult hippocampalneurogenesis and cognition: can exercise compensate? Neuroscience and Biobehabioral Reviews (2016). DOI: doi:10.1016/j.neubiorev.2015.12.004,
Hacer un comentario