Un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas Humanas y del Cerebro de Leipzig ha utilizado una lengua inventada para analizar el aprendizaje de idiomas. La lengua se llama “Vimmish”, tiene una fonética similar a la del italiano; y algunas de sus palabras, como “atesi” (pensamiento), recuerdan a la lengua élfica de El Señor de los Anillos.
Con el Vimmish se observó, más concretamente, cómo las personas pueden memorizar términos de una lengua extranjera y desconocida para ellas. Y se demostró que resulta más fácil aprender nuevo vocabulario si el cerebro puede vincular una palabra dada con diferentes percepciones sensoriales.
En concreto, implicar al sistema nervioso motor (formado por las neuronas y vías de conexión que participan en la ejecución de nuestros movimientos) resulta especialmente importante para el aprendizaje de otro idioma, se explica en un comunicado del Instituto Max Planck.
Así, cuando alguien no sólo oye un término de un idioma extranjero, sino que, además, expresa ese término con gestos, la probabilidad de que lo recuerde aumenta. También resulta útil, aunque en un grado algo menor, aprender palabras vinculándolas a imágenes que se correspondan con ellas.
El estudio sugiere, por tanto, que aquellos métodos de aprendizaje que implican varios sentidos, y en particular los que utilizan los gestos, pueden resultar más eficientes que los que se basan sólo en la escucha o en la lectura. Sus hallazgos respaldan asimismo la teoría del aprendizaje multisensorial, que señala que el cerebro aprende más fácilmente cuando se estimulan en paralelo varios sentidos.
Características del estudio
En el transcurso de una semana, las mujeres y los hombres jóvenes que participaron en esta investigación tuvieron que memorizar el significado de sustantivos abstractos y concretos en Vimmish, en diferentes condiciones.
En un primer experimento, escucharon las palabras y a continuación observaron una imagen o un gesto correspondientes. En un segundo experimento, tuvieron que dibujar en el aire, con gestos, cada palabra presentada.
Después, en diferentes momentos tras el período de aprendizaje, se comprobó si los voluntarios recordaban o no dichas palabras. Resultó que habían memorizado mejor aquellos términos que ellos mismos habían expresado con gestos. Observar imágenes también los ayudó a recordar, pero menos: hacer gestos fue la mejor manera de grabar las nuevas palabras en su memoria.
Efecto cerebral
Estos procesos se reflejaron también en la actividad cerebral de los participantes. Los científicos alemanes comprobaron que las áreas del cerebro responsables del sistema motor estaban activas cuando los voluntarios traducían un término aprendido previamente a través del gesto; mientras que las áreas del sistema visual se activaban en el caso de palabras aprendidas con la ayuda de imágenes.
Todo sugiere, señalan los investigadores, que el cerebro aprende palabras extranjeras más fácilmente cuando las asocia con información procedente de diferentes órganos de los sentidos. Puede ser que estas asociaciones se refuercen mutuamente, imprimiendo el término y su traducción más profundamente en la mente.
Estudios previos ya habían demostrado que las señales multisensoriales también facilitan el reconocimiento de palabras en la lengua natural de las personas, y que los seres humanos aprendemos con todos nuestros sentidos. El gusto y el olfato, de hecho, tienen un papel en el aprendizaje, así como nuestros sentimientos.
Referencia bibliográfica:
Katja M. Mayer, Izzet B. Yildiz, Manuela Macedonia, Katharina von Kriegstein. Visual and motor cortices differentially support the translation of foreign language words. Current Biology (2015). DOI: 10.1016/j.cub.2014.11.068.
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