El pasado mes de agosto, oficiales espaciales rusos a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) afirmaron en declaraciones recogidas por la agencia de noticias rusa ITAR-TASS haber encontrado trazas de plancton marino y otros microorganismos vivos en el exterior de dicha estación.
Según ellos, el plancton no estaba allí en el momento de la puesta en órbita de la Estación Espacial Internacional, iniciada en noviembre de 1998, cuando el cohete ruso Protón colocó en órbita el módulo ruso Zaryá, el modelo principal y más grande, diseñado para dotar a la estación espacial de la energía y propulsión iniciales. Posteriormente, se fueron añadiendo nuevos módulos a esta estructura, que ha hecho posible que haya presencia humana permanente en el espacio por primera vez en la historia.
Dado que los microorganismos encontrados no habían sido puestos allí por los humanos, ¿cómo llegaron a la ISS? Según aventuraron entonces los astronautas, seguramente en corrientes de aire procedentes de la Tierra.
El portavoz de la NASA, Dan Hout, señaló al respecto, también en agosto que: “No hemos tenido acceso a ningún informe oficial de nuestros colegas de Roscosmos (la agencia espacial rusa) sobre el hallazgo de plancton en el exterior de la ISS”, recogió Space.com.
Ahora la historia vuelve a los medios de comunicación que destacan lo sorprendente del hecho de que unos microbios puedan sobrevivir en el vacío del espacio, a pesar de las heladoras temperaturas, la falta de oxígeno y la radiación cósmica que allí imperan.
Constataciones sí realizadas
Haya o no plancton marino habitando en los exteriores de la ISS, ya se había demostrado, por otras vías, que ciertas formas de vida podrían sobrevivir –al menos un tiempo- en las condiciones del espacio.
En 2012, tres experimentos realizados por científicos de la NASA en la propia ISS, para dilucidar si microorganismos vivos podrían llegar a Marte en naves humanas del futuro, revelaron que algunos microbios sí tendrían esta capacidad.
Por ejemplo, la bacteria formadora de esporas Bacillus pumilus SAFR-032 logró sobrevivir durante 18 meses en la European Technology Exposure Facility (EuTEF), una carga montada en el exterior de la Estación Espacial Internacional que permite exponer materiales directamente al duro entorno espacial.
Un segundo experimento con las esporas de esta misma bacteria y de otras bacterias formadoras de esporas, sometidas durante un año y medio a condiciones de vacío espacial y a una atmósfera marciana simulada, reveló que todas ellas sobrevivirían a un viaje en una nave espacial a Marte, si permanecieran protegidas contra la radiación solar.
El tercer experimento, que consistió en colocar durante año y medio en el espacio a organismos celulares de rocas especialmente adaptados a las condiciones ambientales extremas de algunos hábitats terrestres, constató asimismo que dichos organismos también resistirían en el espacio.
¿Vida más allá de la ISS?
Por otra parte, hasta la fecha, los científicos han encontrado lo que parecen ser restos de formas de vida en meteoritos marcianos o en la estratosfera; así como sustancias orgánicas complejas en el espacio sideral.
En este sentido, el último hallazgo se ha producido muy recientemente: Un equipo de investigadores de la Universidad de Cornell (EEUU) y del Instituto Max Planck de Radioastronomía y de la Universidad de Colonia (ambos centros en Alemania) acaban de hacer público el descubrimiento en el espacio interestelar de una molécula orgánica inusual, pues tiene una estructura ramificada (propia de las moléculas necesarias para la vida, como los aminoácidos), en lugar de lineal, como suele encontrarse en el cosmos. Este hallazgo fue realizado a 27.000 años luz de distancia gracias al Observatorio ALMA, el radiotelecopio más sensible del mundo.
Todos estos descubrimientos parecen respaldar la teoría de la panspermia, que defiende que los elementos esenciales para la vida se formaron desde las primeras etapas de la evolución del Universo expandiéndose por este. Según esta hipótesis, la vida habría llegado a la Tierra merced a los impactos sufridos por nuestro planeta desde los primeros momentos de su formación.
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