Científicos y médicos de la Universidad de Nueva York han logrado un sorprendente avance al concretar con éxito el primer trasplante de un riñón de cerdo con modificaciones genéticas en el cuerpo de un ser humano, obteniendo resultados muy prometedores. Los mismos podrían acelerar el desarrollo de estas técnicas y propiciar una forma alternativa de obtener órganos para trasplantes, en lo que sería una verdadera revolución en el campo de la medicina regenerativa.
La esperanza de los xenotrasplantes
Los xenotrasplantes son un conjunto de técnicas que permiten el trasplante de células, tejidos u órganos entre especies filogenéticamente distintas, o sea con una escasa relación de parentesco. Aunque se trata de una perspectiva promisoria, el concepto presenta varios escollos a superar. El principal problema en estos trasplantes es lograr la compatibilidad necesaria entre organismos que funcionan de modo diferente.
Frente a esto, se utilizan técnicas de modificación genética que posibilitan la eliminación o el agregado de determinadas características en los tejidos u órganos, haciéndolos así más similares a las condiciones del cuerpo receptor. Aunque este tipo de iniciativas genera notables contrapuntos éticos, lo cierto es que las vías tradicionales para obtener órganos para trasplantes están considerablemente superadas por la demanda.
En el marco del incremento mundial en la esperanza de vida y el envejecimiento poblacional, queda claro que existe una profunda brecha entre el número de órganos disponibles para trasplantar cada año y el número de pacientes en espera de un injerto. De esta forma, el avance conseguido por los investigadores estadounidenses abre una esperanza para muchas personas que afrontan graves problemas de salud.
Resultados promisorios
En el experimento, realizado en un voluntario humano fallecido, el gen relacionado con el carbohidrato alfa-gal, presente en la mayoría de los mamíferos con excepción de los humanos, y que es responsable de un rápido rechazo de órganos porcinos por parte de nuestra especie, fue «eliminado» en el cerdo donante. La modificación genética hizo posible que el riñón externo lograra una buena compatibilidad con el funcionamiento del cuerpo humano.
Según una nota de prensa, luego de un período de estudio de 54 horas, se comprobó que la producción de orina y los niveles de creatinina, indicadores clave de un riñón que funciona correctamente, eran normales y equivalentes a lo que se observa en un trasplante de riñón humano.
Además de eliminar la biomolécula alfa-gal, principal factor del rechazo experimentado en los xenoinjertos de cerdo a humano, los científicos trasplantaron la glándula del timo del cerdo, destinada a la «educación» del sistema inmunológico, junto al riñón. Gracias a esto, se evitaron nuevas respuestas inmunitarias que pudieran derivar en un rechazo del órgano recibido.
Tema relacionado: La medicina regenerativa permitirá hacer implantes personalizados.
En humanos vivos
En este ejemplo, el cerdo utilizado fue «diseñado» genéticamente bajo criterios específicos, en un camino que podría profundizarse en las próximas décadas. Dejando de lado escenarios futuristas, la realidad indica que las necesidades mundiales de órganos para trasplantes podrían derivar en una incipiente «industria» especializada en la preparación de determinadas especies para su utilización en el campo de los xenotrasplantes.
De acuerdo a las conclusiones de los especialistas, este experimento exitoso con un voluntario humano fallecido podría derivar próximamente en el xenotrasplante de un riñón en un ser humano vivo. En el futuro, esta técnica no se limitaría a los riñones: el trasplante de corazón de un cerdo modificado genéticamente a un humano puede ser el próximo gran hito.
Foto: en el experimento, el riñón de cerdo se unió a los vasos sanguíneos en la parte superior de la pierna del donante fallecido, fuera del abdomen, y se cubrió con un escudo protector para observación y muestreo de tejido renal durante el período de estudio de 54 horas. Crédito: Hans Braxmeier en Pixabay.
¿Suministro? Estáis hablando de criaturas sensibles y conscientes, lo suficientemente parecidas a nosotros como para convertirlas en nuestros «donantes», pero no tanto como para reconocerles ni siquiera el más mínimo de los respetos.