La presencia de vegetación es un factor esencial para limitar el denominado efecto ‘isla de calor’ que afecta a las zonas urbanas, según ha comprobado la NASA con datos tomados desde el espacio.
Las ciudades son especialmente conocidas como puntos calientes en épocas de calor. Sufren lo que se conoce como el efecto isla de calor: una situación urbana de acumulación de calor por la inmensa mole de hormigón y demás materiales absorbentes de calor presentes en las ciudades. Todo esto se agrava en la época estival por la estabilidad atmosférica.
En general, el efecto isla de calor puede elevar la temperatura de una gran ciudad entre 1ºC y 3ºC. Ahora, un nuevo estudio de la NASA ha descubierto que la presencia de vegetación es un factor esencial en la limitación de este efecto.
Casi 2ºC de diferencia
Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron observaciones de diversos satélites sobre zonas urbanas y su entorno, y las combinaron en un modelo.
Tal y como informa el Earth Observatory de la NASA, así descubrieron que las áreas urbanas norteamericanas (centros urbanos, suburbios o carreteras interestatales) tenían en verano una temperatura 1,9ºC superior a la temperatura de las zonas rurales que las circundaban. En invierno, la diferencia de temperatura detectada fue de 1,5 °C.
Esta diferencia, según los investigadores, no tiene nada que ver con las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que únicamente están relacionadas con el uso que se hace del territorio.
La importancia de las plantas
En el estudio, publicado en Environmental Research Letters, se demostró asimismo que las plantas de áreas urbanas –presentes a lo largo de carreteras, parques o barrios, por ejemplo- pueden reducir el efecto del calor urbano.
Esto se debe a que los árboles y la vegetación enfrían naturalmente el aire porque, al hacer la fotosíntesis, sus hojas lanzan de nuevo agua a la atmósfera merced al proceso de evapotranspiración.
En 2012, un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) ya señalaba que los espacios verdes pueden ayudar a la adaptación al cambio climático, por ejemplo, a las olas de calor, refrescando las áreas urbanas. Ahora llega esta nueva constatación de la NASA, que cobra valor en el contexto reflejado el pasado mes de febrero por otro estudio internacional.
Según éste, en los últimos 40 años, zonas urbanas de todo el mundo han experimentado aumentos significativos en el número de olas de calor. Además, de los cinco años con mayor número de olas de calor en zonas urbanas, cuatro son recientes: 2009, 2010, 2011 y 2012.
El peligro de carreteras, aceras y aparcamientos
Asimismo, la investigación de la NASA ha constatado que cuando las superficies impermeables (carreteras, aceras, calzadas o plazas de aparcamiento cubiertos por materiales impenetrables como el asfalto, el hormigón o el ladrillo) superan el 35% del área de las ciudades, en un 65% de estas sube la temperatura un 1,6°C.
A nivel humano, este aumento del 1°C puede suponer un incremento de la demanda energética para aire acondicionado en verano de entre un 5 y un 20%, con sus consecuentes perjuicios ambientales y económicos.
A nivel ambiental, una mayor temperatura también potenciaría reacciones de los gases de combustión presentes en la atmósfera. Así, en algunos casos, no sólo resultaría afectada la temperatura de la ciudad sino también de sus alrededores, con una alteración del clima regional, concluyen los autores del estudio.
Referencia bibliográfica:
Bounoua, L. et al. Impact of urbanization on US surface climate. Environmental Research Letters (2015).
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