Científicos norteamericanos han probado una técnica de animación suspendida que ha permtido volver a la vida a unos cerdos experimentales después de tres horas sin registros vitales, lo que les ha llevado a solicitar autorización para aplicar esta técnica en seres humanos gravemente enfermos, informa The Guardian. NewScientist da cuenta también del hallazgo, al igual que el diario australiano The Sunday Morning Herald.
La animación suspendida ya había sido probada con anterioridad en ratones, tal como publicamos en otro artículo. En el caso de los ratones, la animación suspendida se consiguió haciéndoles inhalar sulfuro de hidrógeno, lo que bajó las temperaturas de sus cuerpos de los 37º a los 11º y los mantuvo sin constantes vitales durante seis horas. Después volvieron a la vida sin haber sufrido ningún daño, sólo con la ayuda de oxígeno.
Con los cerdos el experimento fue diferente y a una escala más próxima a la complejidad orgánica humana que facilita su aplicación médica. En el experimento, su temperatura corporal fue reducida en veinte minutos de los 37ºC a los 10ªC. Después de anestesiarlos, se les provocó una hemorragia interna con la finalidad de simular un episodio médico grave en personas.
La sangre perdida fue debidamente almacenada y cuando los cerdos estuvieron a punto de morir desangrados, llenaron sus venas con una solución salina fría, que es la que se usa para conservar órganos para trasplante, y los mantuvieron en ese estado de animación suspendida durante más de tres horas. Después le extrajeron la solución salina fría y la sustituyeron por la sangre caliente que habían perdido, volviendo de esta forma los animales a la vida, sin daños apreciables.
Como si nada
Lo más sorprendente es que los animales vuelven a la vida, después de estar clínicamente muertos, sin que su cerebro acuse ningún daño neurológico. Mueren durante horas, pero vuelven a vivir como si nada hubiera ocurrido en sus cuerpos. Primero el corazón empieza de nuevo a latir, luego vuelven a respirar, y finalmente abren los ojos y observan la habitación donde se hallan.
El artífice de este nuevo experimento es Hasan Alam, cirujano del Massachussets General Hospital de Boston. Ha perfeccionado la técnica en experimentos con 200 cerdos y considera que ya está preparada para ser aplicada a seres humanos: ha funcionado en el 90% de los casos.
La técnica se ensaya con el propósito de conseguir que pacientes que están al borde de la muerte por accidente automovilístico o por herida de arma de fuego, puedan ser inducidos a un estado de “animación suspendida" que permita a los cirujanos ganar tiempo para reparar los daños causados en el organismo.
Teóricamente, es posible mantener el cuerpo de una persona en esta “tierra de nadie”, entre la vida y la muerte, durante horas, mientras curan las heridas graves. Esta capacidad de “apagar” la vida para luego volverla a “encender”, podría revolucionar la medicina, especialmente en el caso de graves hemorragias o de infartos.
Evitar la muerte de las células
El experimento norteamericano no es el único. Otro grupo de investigadores del General Hospital de Viena trabaja en la misma dirección, según Der Spiegel. Ambos grupos de investigación han utilizado el mismo método: introducir en el cuerpo de los cerdos varios litros de una solución salina que les baja la temperatura corporal hasta los dos grados centígrados.
Eso hace que el animal alcance un estado de animación suspendida, que evita que las células de sus cuerpos mueran. Cuando se quiere reanimar, en este caso resucitar, al animal, se le bombea sangre caliente dentro del cuerpo, lo que gradualmente hace que su cuerpo recupere la temperatura. A los 25 grados, el corazón de los cerdos comienza de nuevo a latir y vuelven a la vida.
Según el semanario alemán, se están preparando pruebas clínicas iniciales para seres humanos. De hecho, diversos hospitales estadounidenses, en Pittsburg, Baltimore, Los Ángeles y Houston, realizarán algunos experimentos en fecha no determinada. Todos los datos se reunirán en un análisis conjunto sobre las posibilidades de esta nueva técnica.
Se espera que con esta técnica se pueda ganar tiempo para realizar operaciones quirúrgicas complicadas, en las que está en juego la vida de los heridos, especialmente por disparos o accidentes. Es muy común que estos tipos de pacientes, con graves hemorragias, mueran antes de que los médicos puedan terminar su trabajo. Traer a los hospitales a los heridos en un estado de animación suspendida, y atenderlos según llegan con tranquilidad para operarlos, podría salvar muchas vidas, aseguran los investigadores.
Guardar la sangre caliente
En ese caso, los médicos dejarían que los pacientes “muriesen” desangrados, guardarían su sangre, luego les inyectarían la solución salina fría y, finalmente, sólo cuando sus heridas estuviesen del todo suturadas, los revivirían introduciendo en su cuerpo la sangre caliente que habían perdido.
Durante los próximos 18 meses, este procedimiento se espera probar en pacientes humanos, aunque será sólo con aquellos en los que quede claro que su salvación con medicina tradicional de emergencia es imposible.
Las primeras pruebas de este tipo de tratamiento fueron realizadas por el doctor austriaco Peter Safar, del Safar Center for Resurrection Research, de Estados Unidos, que experimentó esta misma técnica con perros desde 1994.
A los perros se les inducía al estado de animación suspendida con el fin de crear un método que diera más tiempo a los cirujanos para atender a los heridos de guerra. Safar utilizó también la solución salina fría para mantenerlos en un estado de muerte clínica.
Nuevas expectativas
A esta solución, Alam y su equipo de Boston le han añadido pequeñas cantidades de azúcar. Este añadido ha permitido que los animales puedan volver a la vida después de tres horas de animación suspendida.
En sus primeros experimentos, Safar tardaba hasta 12 horas en bajar la temperatura de los perros mientras se aumentaba levemente la presión en la sangre para que circulara a pesar de haberse espesado por el frío. De esta manera, logró llegar a los diez minutos de detención absoluta del corazón y de la actividad cerebral sin que se produjeran lesiones.
El problema para que el tratamiento funcionara con seres humanos en situación de emergencia era encontrar una forma más rápida de congelar el cuerpo, que fuera más práctica y que diera más tiempo para actuar a los médicos del futuro. La solución salina fría fue finalmente un importante hallazgo para que el proceso se consiguiera, abriendo nuevas expectativas a los investigadores actuales.
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