El terremoto ocurrido el pasado sábado, 16 de abril, en la provincia de Esmeraldas (Ecuador), de magnitud 7.8, viene a corroborar un hecho ya conocido: la alta peligrosidad sísmica de esa zona del Pacífico, asociada a la convergencia de placas Nazca y Sudamérica.
Una tesis doctoral de la Universidad Politécnica de Madrid, leída el pasado febrero, aportó entre otros resultados un mapa de peligrosidad de Ecuador, destacando como zona de mayor peligro la situada al noroeste del país, en la provincia de Esmeraldas, que ha sido la zona más afectada por el terremoto reciente.
El autor de esta tesis doctoral es el teniente coronel Humberto Parra Cárdenas, profesor de la Universidad de Fuerzas Armadas de Ecuador. El trabajo ha sido aceptado para su publicación en la revista científica: Bulletin of European Earthquake Engineering, encontrandose en prensa en el momento actual.
Según explica la directora de la tesis, la catedrática Belén Benito, el mapa elaborado en este estudio puede tener importantes aplicaciones hacia la mitigación del riesgo sísmico en Ecuador, destacando fundamentalmente dos tipos de medidas: 1) el diseño sismorresitente de las edificaciones para resistir el movimiento esperado (reflejado en el mapa) y 2) servir de base para estudios de riesgo por sismos futuros, que permitan la elaboración de planes de emergencia.
Estas medidas de prevención y contingencia son, hoy por hoy, las más eficaces para prevenir y/o paliar el desastre ante la ocurrencia de fenómenos sísmicos, dado que éstos no se pueden evitar ni predecir a corto plazo.
El desastre, sin embargo, sí se puede evitar, o al menos reducir, mediante un diseño de la edificación que conlleve a su vez la reducción de su vulnerabilidad, una adecuada planificación urbanística y otras medidas de formación y preparación para afrontar el fenómeno.
Políticas preventivas
Según Belén Benito, que además de directora de la tesis es técnico de Geolyder, empresa especializada en asesoramiento técnico para la gestión integral del riesgo sísmico, la mitigación del riesgo sísmico requiere disponer de políticas preventivas y no sólo de actuaciones “el día D”. Las acciones post-evento son necesarias, pero se dirigen ya a reparar los daños, no a establecer medidas para evitarlos. Son acciones de reconstrucción y ayudan a las víctimas ante el daño causado por el terremoto, si bien ese daño posiblemente podría haberse reducido con acciones pre-evento.
Ahora bien, añade Benito, las políticas preventivas requieren una concienciación social, muchas veces difícil de lograr, sobre todo cuando el fenómeno cuyo riesgo se trata de paliar es infrecuente. Esto hace perder la conciencia social del fenómeno, porque la memoria humana es más corta que la memoria geológica, que sin embargo nos advierte de que los sismos se repetirán en zonas donde existen fallas geológicas, en particular en los márgenes de placas tectónicas.
Las medidas de prevención, dirigidas fundamentalmente a la salvaguardia de vidas humanas, son posibles, recomendables y aún más, son rentables, concluye Belén Benito, ya que minimizarían el elevado coste que supone la reparación de daños tras un terremoto.
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