Los asteroides de mediano tamaño, suficientemente grandes como para arrasar una gran ciudad, tienen menos posibilidades de impactar sobre la Tierra de lo que hasta ahora se pensaba, según un estudio desarrollado con la ayuda de satélites militares.
En realidad, pequeños trozos de rocas espaciales nacidas de las colisiones que se producen en el cinturón de asteroides, o bien restos de cometas, caen en la Tierra todos los días. Sin embargo, la mayoría son tan pequeños como un grano de arroz y se desintegran completamente al atravesar la atmósfera y resultan inofensivos.
En 1908 uno de estos meteoritos, de aproximadamente 45 metros de largo, se estrelló sin embargo contra Siberia y provocó una explosión que destruyó varios centenares de kilómetros de vegetación en la región de Toungouska. De haber caído en una zona poblada habría provocado millones de muertos.
Aquella explosión fue equivalente a la de 10 millones de toneladas de TNT, muy superior a la potencia explosiva de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945, que fue de 13.000 toneladas, lo que da idea de lo que una de estas rocas espaciales de tamaño medio puede representar para la vida en la Tierra.
Probabilidad más remota
Una investigación desarrollada en los últimos ocho años utilizando los datos de satélites militares, ha podido calcular ahora que la probabilidad de que un asteroide como el de Toungouska vuelva a impactar sobre la Tierra es remota, ya que según estos cálculos la probabilidad matemática es de un impacto por cada 1.000 años.
Hasta ahora se pensaba que la frecuencia de impactos de este tipo era de cien o doscientos años. Sin embargo, el estudio dirigido por Peter Brown, un astrofísico de la Universidad de Western Ontario (Canada), publicado en la revista Nature, ha recurrido a observaciones más precisas de la atmósfera para llegar a estas conclusiones.
Dado que los fragmentos estelares de más de un metro son demasiado pequeños para ser detectados por cámaras o telescopios situados en la superficie del planteta, Peter Brown concibió la idea de estudiar los destellos creados por la combustión de desechos cósmicos en la atmósfera con la ayuda de satélites militares.
Estos satélites, situados a 36.000 kilómetros de altitud y especializados en detectar explosiones nucleares, tienen la capacidad de contemplar la atmósfera terrestre en su conjunto y en la práctica funcionan como detectores de meteoritos que llegan a nuestro planeta a la velocidad de 20,3 kilómetros por segundo.
300 destellos en ocho años
Midiendo la intensidad de los destellos observados en la atmósfera, los investigadores han podido determinar el tamaño y la potencia explosiva de los asteroides. Así han podido detectar 300 destellos causados por residuos estelares que tenían entre 90 centímetros y 9 metros de diámetro entre febrero de 1994 y septiembre pasado.
Los trozos de roca observados no tenían en ningún caso una fuerza explosiva superior a una tonelada de TNT, lo que ha llevado a los investigadores a concluir que las posibilidades matemáticas de que un asteroide del tamaño del de Toungouska se estrelle de nuevo contra la tierra es mucho menor de lo que hasta ahora pensaba la comunidad científica.
El trabajo ha sido acogido con alivio por una parte, debido a que el temor a un encuentro trágico con un asteroide parece menor, pero también ha suscitado escepticismo porque sólo habla de probabilidades matemáticas elaboradas a partir del flujo de asteroides observado en los últimos ocho años, lo que no implica que este flujo vaya a mantenerse en el futuro.
Para prevenir esta amenaza potencial, los radares y telescopios vigilan permanentemente el espacio. Según Linear Lincoln Near Earth Asteroid Research (MIT, Nasa, US Air Force), hay censados cerca de 1.000 EO (near Earth objects) con muchos kilómetros de diámetro con capacidad para provocar una tragedia. Sobre esta posibilidad, las estadísticas señalan que ocurre una vez cada millón de años.
Ley de frecuencia
Sin embargo, las estadísticas son más imprecisas cuando se trata de objetos de menor tamaño y es el problema que ha resuelto Peter Brown con el apoyo de los satélites militares.
Con estas herramientas, los investigadores tratan de determinar si realmente existe una ley que establece que cuanto más pequeños, más numerosos son los impactos de rocas estelares contra la Tierra.
Si existe una proporción entre el tamaño y el número, es posible entonces extrapolar las estadísticas a objetos de gran tamaño y con 300 episodios observados, parece que la estadística permite rebajar las probabilidades de riesgos como el de Siberia.
De esta forma los investigadores han rebajado de unos siglos a mil años la probabilidad de un nuevo episodio traumático para nuestro planeta, ya que según los cálculos elaborados con estas premisas, las colisiones que provocan una explosión de 0,3 kilotoneladas ocurren todos los meses, las de cinco kilotoneladas son anuales y las de 50 kilotoneladas ocurren sólo cada diez años.
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