Cuando en los primeros 12 días de diciembre se examinen en Lima los avances para frenar el calentamiento global, durante la 20 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 20), América Latina exhibirá algunos logros, pero también muchos retos para descarbonizar su desarrollo. En opinión de […]
Por Fabíola Ortiz
RÍO DE JANEIRO, Nov 12 2014 (IPS)
Cuando en los primeros 12 días de diciembre se examinen en Lima los avances para frenar el calentamiento global, durante la 20 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 20), América Latina exhibirá algunos logros, pero también muchos retos para descarbonizar su desarrollo.
En opinión de expertos consultados por IPS, la región podrá presentar avances como la reducción de desforestación en la Amazonia, en especial en la porción de Brasil donde la pérdida boscosa se redujo en 80 por ciento en la última década, según fuentes oficiales.
Pero los especialista aducen que el centro de la mirada latinoamericana debe comenzar a ser la descarbonización de su economía, limitando el peso de los combustibles fósiles y otros emisores de dióxido de carbono (CO2), para así mitigar el impacto del cambio climático, tal como requirió el IPCC en su quinto informe, lanzado el 2 de este mes. “Los latinoamericanos no tenemos que seguir enterrados en una narrativa basada en el pasado al abordar el cambio climático”: Mario Molina.
“Podemos romper con la idea de que el consenso en América Latina es siempre difícil de alcanzar. Hay una diversidad de nuevas experiencias, la región es un expresivo laboratorio de aprendizaje ante el cambio climático”, dijo a IPS el director de Amigos de la Tierra en Brasil, Roberto Smeraldi.
A su juicio, deben crearse nuevas alianzas mediante acuerdos bilaterales y regionales, destinada a fortalecer la posición de los países latinoamericanos en la negociación de las partes, tanto en Lima como en el camino que va a conducir a un nuevo tratado climático un año después en París.
Pero el especialista criticó que Brasil no esté aprovechando sus ventajas comparativas en términos de recursos naturales y gran potencial para descarbonizar su economía y sus inversiones, para así asumir un papel protagónico en las negociaciones sobre el clima.
“Brasil debería tener un interés y una perspectiva de asumir una posición más agresiva y forzar un avance (en las negociaciones). Estoy convencido de que puede desarrollar una economía de bajo carbono, aunque sea también un gran exportador de petróleo”, arguyó.
El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático) aboga por una economía baja en carbono.
“Es necesario modificar los flujos financieros para reducir sustancialmente las emisiones de CO2″, asegura. El grupo pide, por ejemplo, reducir las inversiones en combustibles fósiles para la electricidad en 30.000 millones de dólares anuales a nivel mundial.
Para el director de la organización internacional Climate Reality Project, el guatemalteco Mario Molina, es viable que América Latina avance en la descarbonización de sus economías.
Esta organización, que encabeza el ex vicepresidente estadounidense Al Gore, realizó en esta ciudad brasileña un entrenamiento para líderes en las respuestas al cambio climático, entre los días 4 y 6 de este mes.
Molina aseguró a IPS en ese marco que la idea de que la riqueza y el desarrollo de la región dependen de la extracción de recursos naturales, especialmente de los combustibles fósiles, es un mito.
“Tengo mucha fe en América Latina. Hemos hablado de la necesidad de hacer reparaciones de emisiones pasadas y de las responsabilidades de los países más desarrollados. La verdad es que la responsabilidad es de todos. Tenemos que mirar hacia el futuro e identificarnos a nosotros mismos como líderes en sostenibilidad”, sostuvo.
La creación de mecanismos que aseguren la transferencia de tecnología de fondos para inversiones en proyectos sostenibles y de energías renovables es una alternativa para la región, argumentó Molina.
“Los latinoamericanos no tenemos que seguir enterrados en una narrativa basada en el pasado al abordar el cambio climático”, subrayó.
Chile, según los expertos, asumió una “posición avanzada”, cuando en septiembre anunció el primer impuesto al carbono de América, dirigido a empresas energéticas y con el que pretende reducir en 20 por ciento sus emisiones de gases efecto invernadero para 2020, respecto a los niveles de 2007.
Sin embargo, tanto Smeraldi como Molina consideran que todavía hay muchas presiones de emprendimientos de infraestructura y explotación de recursos naturales que invaden los límites de las áreas verdes protegidas.
“Chile demostró gran liderazgo al poner un precio a las emisiones de carbono y necesitamos algo similar en la región a gran escala. Tenemos por contrapartida Venezuela (con una economía basada en los combustibles fósiles) y también el caso de Ecuador”, argumentó Molina.
A su juicio, “se debe entender que los recursos naturales de América Latina están sobre la tierra, es la gente, el poder solar y la energía eólica”.
Un caso de alarma para este especialista y los otros entrevistados es el de Ecuador y los planes para la explotación petrolera a gran escala de su región amazónica, incluidas las reservas existentes en el Parque Nacional de Yasuní, un área de casi 10.000 kilómetros cuadrados.
El presidente del país, Rafael Correa, argumenta que los ingresos por la producción de ese petróleo son necesarios los ingresos que se obtendrán para así reducir la pobreza y avanzar en el desarrollo del país.
A consecuencia de enfoques de desarrollo basados en el carbono, como expresa ese caso, en América del Sur se registraron entre 2000 y 2014 pérdidas de cobertura forestal cuatro millones de hectáreas, indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la “Evaluación de los recursos forestales mundiales 2010”.
Solo Brasil perdió un promedio de 2,6 millones de hectáreas de áreas verdes al año durante ese periodo, pese a la caída de la deforestación amazónica.
El informe de la FAO destaca el papel esencial que desempeñan los bosques en la mitigación del cambio climático. Sus árboles retienen 289 gigatoneladas de carbono y en particular el área suramericana almacena más de 100 de ese total en la biomasa forestal.
El guatemalteco Molina reconoció que, pese a los esfuerzos, la deforestación de los bosques tropicales se mantiene alta, porque la regulación del uso sostenible de los suelos y la gobernanza de las áreas naturales, se mantienen como asuntos generalmente pendientes en América Latina dentro de la política de reducción de emisiones.
“Hay un reconocimiento mundial de la importancia de la Amazonia y de los bosques tropicales y hay apoyo para su preservación. Pero tenemos mucho trabajo por hacer”, dijo el director de Climate Reality.
El secretario ejecutivo del Observatorio del Clima en Brasil, Carlos Rittl, recordó que “no hay ningún compromiso regional en relación a los bosques o a eliminar la desforestación, porque los países del Sur en desarrollo no tienen metas obligatorias en la reducción de emisiones dentro de la Convención Marco.
Pero algunos países, recordó, sí asumieron compromisos internos, como Paraguay con un plan de deforestación cero y Perú, que creó un fondo forestal para financiar proyectos de sostenibilidad.
Especialmente significativo es el caso de Costa Rica, el primer país del mundo en asumir la meta del carbono neutralidad, que establece que para 2021 el país fijará tanto CO2 como emita a la atmósfera.
Además, Chile, Colombia, Guyana y Perú suscribieron el 23 de septiembre la Declaración de Nueva York de la Cumbre del Clima, en que se fija 2030 como meta para eliminar la deforestación.
Editado por Estrella Gutiérrez
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Fuente : http://www.ipsnoticias.net/2014/11/america-latina-…
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