La misma dictadura militar que durante décadas dejó estancar la economía de Birmania, abrió ahora de golpe las puertas a la inversión extranjera. Grandes empresas globales, como Coca Cola, Unilever y Samsung, comienzan su camino en el mercado de este país del sudeste asiático. Los consorcios transnacionales parecen entusiasmadas por el potencial sin explotar del […]
El artículo Birmania abre las puertas a las trasnacionales, pero con sombras fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.
Por F.A. Sheikh
YANGÓN, Birmania, Jan 20 2014 (IPS)
La misma dictadura militar que durante décadas dejó estancar la economía de Birmania, abrió ahora de golpe las puertas a la inversión extranjera. Grandes empresas globales, como Coca Cola, Unilever y Samsung, comienzan su camino en el mercado de este país del sudeste asiático.
Los consorcios transnacionales parecen entusiasmadas por el potencial sin explotar del país de 60 millones de habitantes que, según la consultora McKinsey & Company, está en la región de crecimiento más rápido del mundo.
Pero hay baches en el camino en esta nueva frontera económica, dicen los expertos.
El gobierno de Birmania propone leyes de inversiones, ambientales y laborales a través de “un parlamento escaso en recursos”, según Vicky Bowman, directora del Myanmar Centre for Responsible Business, una consultora empresarial con sede en Yangón, la capital del país hasta 2005 y también conocida como Rangún.
“Muchas de estas leyes no se están procesando de manera transparente”, opinó, y agregó que el gobierno está experimentando “problemas de dentición.”
Los inversores internacionales enfrentan otro hecho preocupante. La mayoría de las empresas birmanas “tienen dos libros de balances contables” y “no tienen certeza sobre cuántos impuestos deben pagar”, aseguró Bowman. “Los socios extranjeros llegan y quieren ver las cuentas de los últimos cinco años”, explicó.
El país, por otra parte, siempre funcionó con “un fuerte clima de corrupción”, por el cual el gobierno otorgó proyectos y oportunidades de bienes raíces sin un proceso de licitación transparente, dijo.
En 2013, la organización independiente Transparencia Internacional calificó a Birmania con apenas 21 de los 100 puntos que integran su índice de la corrupción en el sector público. Cuanto más bajo el número, mayores los niveles de irregularidad.
Hasta la fecha, la nueva administración del presidente Thein Sein declaró su intención de incorporarse a la Iniciativa de Transparencia de las Industrias de Extracción, para demostrar que los suministros de minerales y energía del país se están desarrollando de manera responsable.
Pero mientras el parlamento aprobó una ley contra la corrupción en agosto, hay quienes critican a la iniciativa por su ineficacia, en parte porque no creó un organismo de lucha contra la corrupción.
La cuestión clave para algunos recién llegados al mundo de los negocios de Birmania parece ser el acceso a la tierra.
Persiste “una gran confusión en torno a la tierra”, dijo Bowman. Los agricultores que perdieron sus tierras, debido a que el estado se las entregó a las empresas, exigen una indemnización en base a los precios del mercado.
Por esta polémica, los fabricantes de alimentos internacionales – por ejemplo, quienes se abastezcan de azúcar birmana – pueden tener problemas jurídicos o dañar su reputación, advirtió la consultora.
Birmania tuvo “protestas muy difundidas” en sus minas de oro y cobre y controversias que oponen a los sectores de los “alimentos frente a la energía”, señaló Lynn Thiesmeyer, vicepresidenta del Instituto de Investigación Ambiental y Económica de Birmania, con sede en Yangón, en referencia a la entrega del estado de grandes extensiones de tierra fértil a las empresas de energía.
Las grandes represas construidas por China a lo largo del río Salween, así como otras proyectadas en la ciudad de Sittwe, representan “pérdida de alimentos y pérdida de tierras, el único activo al cual tiene acceso la población rural pobre”, aseguró Thiesmeyer a IPS.
En este contexto espinoso, el Centre for Responsible Business, financiado por donantes europeos, ayuda a las compañías extranjeras con su ingreso al mercado al plantearle asuntos al gobierno que a los inversores internacionales les resultan incómodos.
La organización también busca capacitar a las empresas locales en materia de negocios y derechos humanos. En los próximos dos años, el equipo de Bowman evaluará los sectores del turismo, el petróleo y el gas, la agricultura y las industrias de la información y las tecnologías de la comunicación.
Un puñado de firmas occidentales aprovechó la apertura, con la promesa de otorgar a cambio una gran cantidad de beneficios como empleos, desarrollo agrícola y programas de salud e higiene para niños y niñas.
La actividad en el sector energético se incrementó gracias a la existencia de vastos yacimientos de petróleo y gas. El gobierno anunció recientemente los ganadores internacionales de una licitación para extraer estos hidrocarburos.
Pero la adjudicación de la zona en cuestión quedará sujeta a que las empresas realicen estudios de impacto ambiental y social en un lapso de seis meses posterior a la firma de los contratos.
Mientras el gobierno experimentó problemas con China en el ámbito del petróleo y el gas, la lideresa opositora Aung San Suu Kyi declaró a la prensa en 2012 que no iba a persuadir a las compañías petroleras Chevron o Total a abandonar Birmania.
Esta última es “sensible a las cuestiones de derechos humanos y ambientales”, sostuvo.
Al sector turístico también llegó más inversión extranjera, con la incorporación de cadenas como la estadounidense Western International o la francesa Accor. Ambas abrirán nuevos hoteles, mientras crece el número de visitantes extranjeros.
La empresa italiana de golosinas Ferrero y la alemana Haribo anunciaron en 2013 su desembarco a Birmania. La estadounidense PepsiCo también anunció la ampliación de sus intereses comerciales en el país.
Nestlé, la gigante suiza de los alimentos y bebidas, también concretó su ingreso a este país. Pero su portavoz, Myat Thu Aye, dijo que la compañía está “en una fase muy temprana de instalación” y que sería “prematuro hacer comentarios” al respecto.
Otra gran transnacional, la anglo-alemana Unilever, anunció en mayo su reingreso a Birmania, con una nueva planta y sede en Yangón.
En este panorama sobresale el resurgimiento del grupo estadounidense Coca Cola. En 2013, la fabricante de bebidas abrió una planta embotelladora y anunció una inversión de 200 millones de dólares en los próximos cuatro a cinco años, según Rehan Khan, director general de la empresa en el país.
A partir de 2009, el proceso implicó un “estudio amplio del panorama político y económico, incluyendo el potencial de mercado y riesgos claves”, explicó Khan a IPS.
La compañía estadounidense descubrió la práctica de discriminación con respecto a la edad y el género en dos plantas embotelladoras asociadas, que posteriormente trató de rectificar.
Coca Cola espera generar 22.000 puestos de trabajo a lo largo de toda la cadena de su producto, incluidos 2.500 empleos directos, agregó.
También destacó una iniciativa comunitaria de la compañía, llamada Swan Yi, fomenta la educación financiera, la capacidad empresarial y la gestión empresarial de las mujeres, y desde 2012 empoderó a más de 15.000 birmanas.
Pero a pesar de que varias marcas internacionales procuran abrirse espacio en este mercado pujante, en su mayor parte, “las grandes empresas son pocas”, señaló Bowman. “Es un mito que la gente esté llegando a montones”, sostuvo.
“Suponemos que todo esto se va a arreglar, pero por el momento, los problemas legales desaniman a los inversores”, comentó.
Artículos relacionados
El artículo Birmania abre las puertas a las trasnacionales, pero con sombras fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.
Fuente : http://www.ipsnoticias.net/2014/01/birmania-abre-l…
Hacer un comentario