Hace poco, se ha descubierto dentro de una momia la muestra de sangre más antigua que conoce la ciencia moderna.Ötzi es una momia de glaciar de 5.000 años de edad descubierta por accidente en 1991 por un par de turistas en los Alpes de Ötztal, en la frontera entre Austria e Italia.
Los científicos tuvieron la oportunidad de aprender sobre la vida de Ötzi, que vivió muchos años antes de la era común. Sin embargo no lograron encontrar rastros de sangre hasta recientemente.
Se puede decir que no ha quedado aspecto de Ötzi sin estudiar desde que la momia fue descubierta hace más de 20 años. Se han examinado sus ropas, que se encontraron muy sofisticadas, al igual que sus herramientas e incluso su código genético, pues se llegó a descifrar con éxito su ADN (ácido desoxirribonucleico).
Muestras tomadas de su estómago e intestinos han revelado en qué consistió su última comida, y hasta hace poco el estudio de su aorta no había dado resultados.
Ahora, un equipo de científicos de Alemania e Italia ha hecho uso de los últimos avances en nanotecnología y han logrado encontrar glóbulos rojos en las heridas de Ötzi, descubriendo así los rastros de sangre más antiguos del planeta.
Según Albert Zink, jefe del Instituto de Momias y Hombres del Hielo de la Academia Europea de Bolzano (EURAC, Italia): «Hasta hoy no se sabía bien cuánto podía sobrevivir la sangre, y menos aún cómo eran las células sanguíneas del ser humano en el Calcolítico, también llamado Edad del Cobre».
Zink explicó cómo se iniciaron las investigaciones, que emprendió con Marek Janko y Robert Stark, científicos de materiales del Centro de Interfases Inteligentes de la Universidad Técnica de Darmstadt (Alemania).
Sangre de una herida en la espalda
Los primeros exámenes del cuerpo de Ötzi habían descubierto una herida en su espalda debida a una flecha. Los científicos usaron un microscopio de fuerza atómica para investigar secciones delgadas de esta herida y de una laceración que tenía Ötzi en la mano derecha.
Al examinar la herida de flecha, el equipo también identificó trazas de fibrina, proteína involucrada en la coagulación de la sangre. Según el doctor Zink: «Debido a que la fibrina se encuentra en heridas recientes y luego se descompone, ha quedado desvirtuada la teoría, en boga hace un tiempo, de que Ötzi murió inmediatamente después de haber sido herido por la flecha, y no unos días después».
La medicina forense moderna es incapaz de determinar cuánto lleva ahí una traza de sangre hallada en la escena de un crimen. Sin embargo, los doctores Zink, Janko y Stark están convencidos de que los métodos nanotecnológicos con que probaron la sangre de Ötzi para analizar la microestructura de sus glóbulos rojos y de sus diminutos coágulos podrían dar lugar a un revolucionario hallazgo en esa área.
Según estos investigadores, que al igual que el doctor Zink también pertenecen al Centro de Nanociencias de Múnich: «Para estar absolutamente seguros de que teníamos células sanguíneas de verdad, en vez de polen, bacterias o apenas rastros negativos de células sanguíneas, empleamos un segundo método analítico basado en la espectroscopia Raman «.
La espectroscopia Raman ilumina la muestra de tejido con un láser y analiza el espectro de la luz dispersa para identificar varias moléculas. Según los científicos, las imágenes obtenidas por este proceso son equivalentes a las que generan muestras de sangre contemporánea.
El equipo ha publicado los resultados de esta investigación en la revista Journal of the Royal Society Interface.
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