Un nuevo estudio astronómico, realizado por especialistas del Observatorio Keck de Estados Unidos y otros centros de investigación, ha descubierto una estrella del tamaño de la Luna que concentra en su interior una masa superior a la del Sol. Se trata de la enana blanca más pequeña y masiva jamás vista, que se formó cuando dos enanas blancas menos masivas se fusionaron.
Aunque parezca contradictorio, las enanas blancas más pequeñas son las más masivas, ya que no presentan la combustión nuclear que mantiene a las estrellas normales contra su propia gravedad: su tamaño está regulado por la mecánica cuántica. El estudio ha sido publicado en la revista Nature.
Según una nota de prensa, los científicos creen que la enana blanca «comprimida» podría colapsar y estallar próximamente. Las enanas blancas son un remanente estelar, que se crea cuando una estrella de masa menor que 10 masas solares ha agotado la totalidad de su combustible nuclear.
El Sol será una enana blanca
No son un fenómeno aislado: 9 de cada 10 estrellas se convierten en enanas blancas. Por ejemplo, nuestro fastuoso y reinante Sol terminará encogiéndose y convirtiéndose en otra enana blanca: sucederá aproximadamente en unos 5 mil millones de años, cuando la estrella máxima se infle y luego pierda su capa externa.
Las estrellas habitualmente se movilizan por el espacio en pares, y las enanas blancas no son la excepción. Mientras realizan giros en espiral y se entrelazan, van resignando energía a modo de ondas gravitacionales. Con el paso del tiempo, esa «danza cósmica» tiene como resultado la fusión del par de enanas blancas.
Cuando las dos enanas blancas que se han integrado superan un determinado umbral de masa, estallan y generan una supernova. Pero si su masa no es tan importante, terminan conformando una nueva enana blanca, que lógicamente contará con un mayor peso que cada una de las estrellas muertas que la han originado.
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Un caso extremo
El proceso de fusión indicado incrementa el campo magnético y dinamiza la rotación de la nueva enana blanca. Precisamente todas esas condiciones son las que se registran en la estrella descubierta, denominada ZTF J1901 + 1458, mostrando que se habría formado como resultado de un evento similar al caracterizado previamente.
En realidad, la enana blanca hallada por los astrónomos sería un caso extremo e inusual de ese tipo de fusión, dadas sus características: al integrarse obtuvo una magnitud de 1,35 veces la masa de nuestro Sol, pero con dimensiones cercanas a la de la Luna. Además, presenta un campo magnético extremo, que supera en su intensidad en mil millones de veces al solar. Por si esto fuera poco, gira frenéticamente sobre su eje a razón de una revolución cada siete minutos.
Ahora, los científicos intensificarán sus observaciones para intentar encontrar más enanas blancas de este tipo. De esta forma, podrán llegar a responder incógnitas como la tasa de fusiones de enanas blancas que existiría en la galaxia y si esto podría explicar la cantidad de supernovas que se producen.
Junto a estas temáticas, también buscarán determinar las causas de la enorme diversidad en cuanto a la intensidad de los campos magnéticos que presentan las enanas blancas, entre otras cuestiones relacionadas con los misterios que todavía nos entrega el inabarcable cosmos.
Referencia
A highly magnetized and rapidly rotating white dwarf as small as the Moon. Caiazzo, I., Burdge, K.B., Fuller, J. et al. Nature (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-021-03615-y
Foto: la enana blanca ZTF J1901 + 1458 tiene aproximadamente 4296,9 kilómetros de ancho, mientras que la Luna posee 3498,7 kilómetros de ancho. La enana blanca está representada sobre la Luna en esta imagen, aunque en realidad se encuentra a 130 años luz de distancia, en la constelación de Aquila. Crédito: Giuseppe Parisi.
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