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Dime cual es tu estatus social… ¿y te diré como es tu cerebro?

¿Los individuos nacen serviles? ¿Se vuelven dominantes en contextos determinados? Estas preguntas aún no tienen respuesta, pero estudios neurológicos apuntan a que existe cierta relación entre el estatus social y algunas características cerebrales. Uno de ellos ha sido realizado con monos macacos. Otro anterior fue llevado a cabo con humanos. Estas son algunas de sus claves. Por Marta Lorenzo.

Dime cual es tu estatus social… ¿y te diré como es tu cerebro?

Para los primates no humanos, la dominancia social implica acceso a la alimentación y a compañeros. En el caso de los seres humanos, las jerarquías sociales influyen tanto en el rendimiento (escolar, laboral, etc.), como en el bienestar y en la salud mental de los individuos.

Pero, ¿cómo se llega a una u otra situación? ¿Nacen los individuos serviles? ¿Se vuelven dominantes en contextos determinados? Aunque estas preguntas aún no tienen respuesta, estudios neurológicos recientes apuntan a que existe cierta relación entre el estatus social y algunas características cerebrales.

La primera de la que hablaremos es una investigación muy reciente, llevada a cabo con 25 monos macacos por científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Esta ha revelado que existen diferencias entre los cerebros de los primates, vinculadas con el estatus social individual de estos.

Hallazgos realizados

El estudio, dirigido por la investigadora Mary Ann Noonan, ha determinado que cuanto mayor dominancia social ejerza un individuo, mayores serán ciertas partes de su cerebro. Por el contrario, si la posición social de un individuo es más subordinada, este tendrá otras regiones del cerebro más grandes, informa la Universidad de Oxford.

En el primer caso, las partes del cerebro “agrandadas” serían áreas implicadas en el aprendizaje y en el procesamiento de la información social y emocional. En el segundo caso (individuos más subordinados), las regiones más grandes serían las del conjunto del cuerpo estriado, un área que se sabe juega un papel complejo pero importante en el aprendizaje del valor de nuestras decisiones y acciones.

El presente estudio reveló, además, de que la actividad del cerebro, y no sólo su estructura, varía en función de la jerarquía social de cada individuo.

Los investigadores descubrieron en concreto que la fuerza con que la actividad neuronal se produce en algunas de estas áreas también está relacionada con el estatus social, lo que supone que este afectaría a los patrones de comunicación entre las neuronas del cerebro.

Correlación con el tamaño del grupo

Por último, el equipo de Noonan constató que el tamaño de otro conjunto de regiones del cerebro –materia gris de zonas implicadas en la cognición social- se correlacionaba no solo con el estatus social individual, sino también con el tamaño del grupo social de cada animal.

Este conjunto de regiones es importante para diversidad de comportamientos sociales, como la interpretación de las expresiones faciales o gestos físicos, la comprensión de las intenciones de los otros o la predicción del comportamiento ajeno.

Estos resultados fueron obtenidos a partir de los análisis de escáneres no invasivos realizados a los cerebros de los monos y han aparecido publicados en la revista de acceso abierto PLoS Biology.

Jerarquías sociales en humanos

En 2006, un equipo de neurólogos norteamericanos se dedicó a estudiar el efecto de las jerarquías sociales en el cerebro, en este caso de los humanos.

Según explicó al respecto entonces The New York Times, los investigadores, liderados por la neurocientífica Caroline Zink, analizaron los cerebros de 24 voluntarios, cuando estos mejoraban o empeoraban su estatus social, en el contexto de un juego de aptitudes.

Descubrieron así que mejorar dicho estatus suponía un incremento en tres regiones del cerebro: la corteza cingular anterior (área que custodia los conflictos y resuelve discrepancias), la corteza prefrontral media (que procesa pensamientos referentes a otras personas) y, por último, en el precuneo, relacionado con la capacidad de pensar acerca de uno mismo.

Por el contrario cuando los voluntarios bajaron en el escalafón social, la actividad cerebral aumentó en otras zonas: el ganglio basal ventral y la corteza insular, relacionadas respectivamente con las tensiones y emociones y con la motivación y la recompensa.

Referencias bibliográficas:

C. F. Zink et al. Neural representation of social hierarchy in humans. Neuroscience Meeting Planner. Atlanta, GA: Society for Neuroscience (2006).

MaryAnn P. Noonan, Jerome Sallet, Rogier B. Mars et al. A Neural Circuit Covarying with Social Hierarchy in Macaques. Plos Biology (2014). DOI: 10.1371/journal.pbio.100194.

RedacciónT21

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