Quizá el lector haya tenido alguna vez ante sus ojos una oruga del tabaco (también conocida como gusano Goliat y de nombre científico Manduca sexta). Si es así, podrá hacerse una idea visualmente aproximada del aspecto que tendrán los futuros soldados biónicos (chembots) que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa (DARPA en inglés) pondrá al servicio de las fuerzas armadas estadounidenses.
Los chembots (de Chemical Robots) pesarán entre 2 y 200 gramos, y serán capaces de desplazarse a largas distancias. Su extrema flexibilidad y la naturaleza gelatinosa de los materiales que se usarán para su construcción les permitirán introducirse en ambientes hostiles a través de rendijas, aberturas y agujeros mucho más pequeños que ellos mismos y, una vez al otro lado, metamorfosearse y adquirir un tamaño 10 veces más grande, así como la consistencia sólida necesaria para realizar su tarea.
El trabajo de estos nano-soldados biónicos podrá ser dirigido por control remoto, o bien realizado de forma totalmente autónoma por los chembots, que se comunicarán de forma inalámbrica y serán también autónomos e independientes en lo que respecta a sus fuentes de energía. Una vez llevado a cabo su cometido en territorio hostil, se auto-aniquilarán y bio-degradarán completamente.
Otra sorprendente capacidad de estos micro-soldados es que podrán portar a su vez a otros chembots más pequeños aún, que se desplegarían una vez transportados por los primeros a su objetivo para ejecutar sub-misiones en las que fuera necesaria una extrema miniaturización, según explica la DARPA en la descripción del proyecto, donde detalla el tipo de nano-soldados biónicos que quiere desarrollar.
Ciencia y defensa
También la Universidad Tufts, a la que pertenecen los científicos que desarrollarán e implementarán el proyecto, informa que los chembots serán capaces de realizar misiones y operaciones imposibles para cualquier máquina (o ser humano) actual. Los innovadores artefactos podrán desplazarse a lo largo de cables, cuerdas o alambres, así como trepar a árboles y otras estructuras.
En la Tufts subrayan la utilidad de esta nueva generación de robots, por ejemplo en la recopilación (y trasmisión) de información desde el interior de un mecanismo explosivo, que los chembots serían asimismo capaces de desactivar, así como en la detección de campos de minas o en operaciones de búsqueda y rescate en condiciones peligrosas. Fuera del ámbito militar, la utilidad de los chembots sería también evidente para el diagnóstico médico.
Armas de seda
En el proyecto se dan cita varias disciplinas científico-tecnológicas y diversas áreas de investigación avanzada, desde la nanotecnología a la neurociencia, pasando por la ingeniería genética, la bio-ingeniería de tejidos y, por supuesto, la robótica.
Fascinado por la forma en que la oruga Manduca controla sus movimientos mediante un cerebro relativamente simple y por el sorprendente grado de flexibilidad de los mismos careciendo aquélla de las complejas articulaciones de un vertebrado, el neurobiólogo Barry Trimmer (principal investigador involucrado en este proyecto junto al catedrático de ingeniería biomédica David Kaplan) ha estado estudiando a este animal durante varios años y ahora tendrá oportunidad de implementar esos biomecanismos en los chembots.
Por su parte, Kaplan, cuyo laboratorio se centra en la ingeniería de biopolímeros, ha dedicado años a estudiar la increíble resistencia conseguida por las arañas y los gusanos en sus telas y capullos a partir de un material tan flexible como la seda. La ingeniería genética y la nanotecnología se dan cita en sus manos como herramientas para el desarrollo de una proteína de fusión que combina esas propiedades de la seda con la compleja estructura del silicio.
Junto a Trimmer y Kaplan participarán en este proyecto prestigiosos expertos en ingeniería eléctrica, mecánica, computación y robótica.
El prestigio, el altísimo nivel de exigencia científica y la trayectoria de eficacia y resultados tanto de la Universidad Tufts como de sus investigadores, sumados a la claridad de ideas de la DARPA en lo que referente al tipo de artefactos con los que quiere contar para su incorporación a las fuerzas armadas (por no hablar del multimillonario contrato que hay de por medio), enmarca pues este proyecto en apariencia futurista y fantástico en nuestro mundo real y no muy lejos de nuestro presente, en los que cabe augurarle un más que probable éxito y donde no tardaremos demasiado en ver los primeros prototipos de estas gelatinosas milicias.
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