Según publica la revista Nature, un manuscrito de Albert Einstein, que había pasado desapercibido por los científicos durante décadas, ha sido recientemente encontrado.
En él, Einstein escribió una teoría sobre el origen del universo alternativa a la del Big Bang, que señala que el cosmos comenzó a expandirse a partir de una gran explosión hace aproximadamente 15.000 millones de años y que, nada más nacer, estaba muy caliente y contenía partículas elementales o cuánticas que convivían con masivos campos gravitatorios.
El texto, del año 1931, propone concretamente que el universo se expande de manera estable y eterna, una hipótesis similar a la planteada a finales de los años 40 del siglo XX por el astrofísico británico Fred Hoyle, la Teoría del Estado Estacionario.
Los problemas con la hipótesis de Hoyle comenzaron a surgir a finales de los años 60, cuando las evidencias observacionales empezaron a mostrar que, de hecho, el Universo estaba cambiando.
En cuanto a la hipótesis alternativa al Big Bang elaborada por Einstein, aunque es cierto que el científico la abandonó pronto, el manuscrito muestra una reticencia a aceptar que el universo se creó a partir de un único evento explosivo.
Antes de las evidencias
Las evidencias de que la teoría del Big Bang es cierta comenzaron a aparecer en la década de 1920, cuando el astrónomo Edwin Hubble y otros descubrieron el movimiento de las galaxias distantes y la expansión del propio universo. Esto implicaba que, en el pasado, los contenidos del cosmos observable procedían de un “caldo primordial” muy denso y caliente.
En general, hoy día se considera que las evidencias empíricas que respaldan el Big Bang son las siguientes: la mencionada expansión del universo, que se expresa en la Ley de Hubble; las medidas detalladas del fondo cósmico de microondas (que demuestran variaciones en la radiación del universo con el paso del tiempo); y la abundancia en el universo de elementos ligeros o primordiales (del origen del cosmos). Además, las observaciones detalladas de la morfología y estructura de las galaxias y cuásares proporcionan una fuerte evidencia del Big Bang.
Antes de contar con estas pruebas, Hoyle argumentó que el espacio podría estar expandiéndose eternamente, manteniendo una densidad constante. Lo haría añadiendo nueva materia continuamente que, al condensarse, formaría nuevas galaxias, estrellas, etc.
Mucho tiempo antes, demuestra el manuscrito encontrado, Einstein tuvo la misma idea. Así, en 1931 escribe: “Para que la densidad se mantenga constante, nuevas partículas de materia deben formarse continuamente”.
La historia del manuscrito
Se cree que el manuscrito fue redactado durante un viaje de Albert Einstein a California. Posteriormente, el texto fue guardado en los Archivos Albert Einstein de Jerusalén –en cuya web puede consultarse gratuitamente-. Pero desde el principio fue clasificado erróneamente, como el primer borrador de otro artículo de Einstein, lo que hizo que pasara desapercibido hasta ahora.
Cormac O’Raifeartaigh, un físico del Instituto de Tecnología Waterford de Irlanda, y sus colaboradores proponen en el repositorio de artículos científicos Arxiv.org que el manuscrito no sería un borrador, sino una primera hipótesis sobre el estado estacionario.
En Nature, el co-autor de esta investigación, el historiador de la ciencia de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), Simon Mitton, señala que “este hallazgo confirma que Hoyle no era un chalado”. “Si Hoyle lo hubiera conocido (el texto del manuscrito), sin duda lo habría utilizado para rebatir a sus oponentes”.
Mitton es el autor de la biografía de 2005 titulada Fred Hoyle: A Life in Science, y considera que el mero hecho de que Einstein contemplara la posibilidad de un modelo de universo estacionario otorgaría a Hoyle mayor credibilidad ante la comunidad científica.
El hallazgo de este manuscrito permite conocer un poco más la figura de Albert Einstein, considerado como el científico más importante del siglo XX, y también el más popular y conocido. Tal es el interés que Einstein despierta que incluso ha llegado a estudiarse su cerebro. A finales de 2012, un equipo de investigadores analizó 14 fotografías de éste, descubriendo que en él los hemisferios izquierdo y derecho estaban inusualmente bien conectados entre sí, lo que, consideraron los investigadores, podría haber contribuido a su brillantez.
Referencia bibliográfica:
Cormac O Raifeartaigh, Brendan McCann, Werner Nahm, Simon Mitton. A steady-state model of the universe by Albert Einstein. Arxiv.org (1 de febrero de 2014).
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