Un nuevo estudio internacional sugiere que el viento solar, compuesto de partículas cargadas del Sol integradas en gran parte por iones de hidrógeno, creó agua en la superficie de los granos de polvo transportados por asteroides, que se estrellaron contra la Tierra durante los primeros días del Sistema Solar. Esta sería una fuente probable y sorprendente para desentrañar el misterio relativo al origen del agua en la Tierra.
Si pensamos en el agua como elemento, evidentemente una bola de fuego como el Sol no sería lo primero que relacionaríamos en nuestra mente. Sin embargo, los misterios científicos muchas veces pueden resolverse de la forma menos lógica y previsible: este podría ser el caso del origen del agua en la Tierra, que aún no ha podido ser explicado por completo. ¿Nuestro candente astro rey sería el responsable de la existencia de este vital elemento en la superficie terrestre?
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Agua en los asteroides
Según una nota de prensa de la Universidad de Curtin, en Australia, uno de los centros académicos que participó de este nuevo estudio, recientemente publicado en la revista Nature Astronomy, los científicos se preguntaron por qué la Tierra es tan rica en agua en comparación con otros planetas rocosos del Sistema Solar, incluyendo océanos que cubren más del 70 por ciento de su superficie. ¿Cuál es la fuente de tanta cantidad de agua, responsable en gran parte del estallido vital que caracteriza a nuestro planeta?
Una de las teorías predominantes sobre este tema indica que el agua fue transportada a la Tierra en las etapas finales de su formación en asteroides de tipo C, que disponen de un alto contenido carbónico y son aproximadamente el 75% de los asteroides conocidos. Sin embargo, los análisis realizados a estos cuerpos demuestran que su huella digital isotópica no coincide mayormente con el agua encontrada en la Tierra. Vale recordar que esta huella muestra la abundancia de los diferentes isótopos estables en un determinado átomo o elemento.
De esta forma, deberían existir otras fuentes que permitan explicar la abundancia del agua en la Tierra. De acuerdo a los autores del nuevo estudio, el viento solar habría creado agua en la superficie de diminutos granos de polvo incluidos en asteroides con características específicas, que chocaron con la Tierra durante el proceso de formación de los planetas. En consecuencia, esta fuente “solar” explicaría la presencia de gran parte del agua que existe en la superficie terrestre.
En la Tierra y en otros planetas
Para llegar a esta conclusión, los científicos realizaron un análisis átomo por átomo de fragmentos minúsculos de un asteroide cercano a la Tierra conocido como Itokawa. Se trata de un asteroide de tipo S: son cuerpos de composición rocosa, que conforman aproximadamente el 17% de los asteroides identificados. Las muestras estudiadas fueron recolectadas por la sonda espacial japonesa Hayabusa en 2010.
Los investigadores destacaron que aproximadamente en los primeros 50 nanómetros de la superficie de los granos de polvo identificados en el asteroide Itokawa se descubrió una cantidad de agua que, al ampliarse, ascendería a unos 20 litros por cada metro cúbico de roca. Si este cuerpo dispone de esta cantidad de agua, la hipótesis en torno a que esta variedad de asteroides podría haber transportado agua a la Tierra originada en el viento solar no resulta para nada descabellada.
Por último, los científicos resaltaron que además de contribuir a la resolución del misterio en torno al origen del agua en la Tierra, la nueva teoría también podría colaborar con el desarrollo de futuras misiones espaciales. Como el mismo proceso de meteorización espacial que creó agua en el asteroide Itokawa habría ocurrido en otros planetas sin aire, los astronautas podrían procesar suministros frescos de agua directamente del polvo existente en la superficie de un planeta o satélite, como por ejemplo la Luna.
Referencia
Solar wind contributions to Earth’s oceans. Daly, L., Lee, M.R., Hallis, L.J. et al. Nature Astronomy (2021). DOI:https://doi.org/10.1038/s41550-021-01487-w
Foto: el sol, los vientos solares y el asteroide Itokawa. Crédito: Universidad de Curtin.
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