Los sistemas de producción y distribución energética no están preparados para el impacto que supondrán las condiciones climáticas extremas de los próximos 50 años, ha descubierto una investigación desarrollada en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) en Suiza.
En consecuencia, 3.500 millones de personas están expuestas a sufrir interrupciones o desequilibrios en el suministro de energía, debido al impacto que las sequías extremas, la radiación solar intensa, la falta de luz, las tormentas o el frío siberiano, provocarán en los sistemas energéticos.
Estas alteraciones climáticas afectarán tanto a la demanda energética como a la resistencia de los sistemas actuales de producción y suministro de energía, según esta investigación.
Suecia, referencia
Los científicos analizaron los sistemas energéticos de 30 ciudades suecas, algunas más al norte, otras más al sur, simulando 13 posibles escenarios de cambio climático.
Los resultados muestran que las variaciones en la capacidad y la demanda de energía pueden provocar una brecha de rendimiento significativa (de hasta el 34%), debido a las variaciones climáticas futuras y a una disminución de hasta el 16% en la fiabilidad del suministro de electricidad.
En esos escenarios climáticos, los investigadores observaron que la demanda de calefacción y de refrigeración en los edificios residenciales de Suecia podría experimentar una subida que será superior, entre un 50% y un 400%, a la media de los últimos 20 años.
Estas previsiones, particularmente las referidas a las ciudades más septentrionales de Suecia, pueden trasladarse a gran parte de Europa Central, consideran los investigadores.
Obsolescencia
Los científicos señalan que los sistemas de energía que están activos en la actualidad no podrán satisfacer las necesidades energéticas del mañana, porque se han diseñado sobre la base de los datos meteorológicos actuales.
En 2070, muchas cosas habrán cambiado, en particular la frecuencia de situaciones desproporcionadas que deben tenerse en cuenta hoy para diseñar y desarrollar mejor los sistemas de energía del mañana.
Ante esta situación, los investigadores de la EPFL desarrollaron una simulación para anticipar los impactos dañinos derivados de las incertidumbres climáticas en el sector energético, y garantizar también un funcionamiento robusto de las infraestructuras durante los eventos climáticos extremos.
Gracias a esta simulación, los investigadores han descubierto que incluso los sistemas de energía diseñados y previstos para el próximo futuro están severamente amenazados por el clima.
También han observado que la variabilidad climática provocará fluctuaciones significativas en la energía inyectada en las redes, así como en la demanda de energía.
En consecuencia, consideran que en ese futuro problemático será complicado atender la demanda de energía con las actuales instalaciones energéticas, por lo que “hacer frente a los efectos del cambio climático resultará más difícil de lo que pensábamos”, explica Das
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