Desde la llegada de los perros a nuestras vidas –algunos estudios señalan que no los adoptamos nosotros, sino que fueron ellos, cuando aún eran lobos, los que se nos acercaron-, no nos hemos separado de ellos. Se ha calculado que, al menos en Europa, llevamos juntos más de 19.000 años.
Tanta es esa cercanía, que en el ser humano ha surgido el interés por conocer la personalidad de estos animales. Así, durante la última década, los científicos han intentado demostrar si los perros tienen emociones o si son capaces de responder a las expresiones emocionales de otras especies, entre otras cuestiones.
La investigación más reciente en este sentido la han realizado científicos del Instituto de Investigación Messerli de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria). Consistió en un experimento con perros de diferentes razas (como retrievers, pastores, border collies, terrier y mongrels).
En una primera fase, se les mostraron a estos animales 15 pares de imágenes de una misma persona, representadas solo por las mitades de la cara en las que se apreciaban los ojos o la boca en expresiones de enfado y de alegría. Únicamente una emoción de estas fue un estímulo de recompensa.
Tras el entrenamiento, once perros fueron seleccionados para el experimento final. En este se probó si eran capaces de transferir su conocimiento sobre la emoción con la que serían recompensados al distinguir las expresiones de enfado y de las de alegría.
Se demostró así que los perros no solo pueden aprender a identificar las expresiones faciales, sino que también son capaces de trasladar lo que han aprendido en los entrenamientos a nuevas situaciones y caras, incluso sin haber visto ese rostro nunca antes, informa la plataforma Sinc.
Empatía también con sus iguales
En 2007, un grupo de investigadores del Centro Mente y Cerebro de la Universidad de Trento (Italia) demostró que los perros también podían entender las emociones de otros perros. Para ello se fijan en el movimiento del rabo, pues cuando los perros mueven su cola a la derecha es que sienten emociones positivas y cuando la mueven a la izquierda es cuando tienen sentimientos negativos.
En el estudio se mostró a distintos perros vídeos de otros canes que movían la cola hacia un lado o hacia el otro. Se comprobó así que, cuando los animales observaron que un semejante movía la cola a la izquierda, su ritmo cardíaco aumentaba y ellos comenzaban a sentirse ansiosos. Sin embargo, cuando vieron que el otro perro movía la cola hacia la derecha, se quedaban perfectamente relajados.
Entienden el lenguaje humano
Pero los perros no solo comprenden el ‘idioma’ con que otros perros ‘hablan’. También pueden comprender el lenguaje humano, en concreto, pueden diferenciar entre los sonidos del habla y la manera de expresarse. Así, pueden atender no solo a la persona que les da la orden y cómo se la da, sino también a lo que les dice.
Esta aptitud se debe a que los cerebros caninos procesan la información auditiva de una forma que también se da en los seres humanos: diversas investigaciones realizadas en oyentes humanos han confirmado que la información percibida por un oído se procesa en el hemisferio opuesto del cerebro.
Los canes presentan estas mismas tendencias hemisféricas, revelaron experimentos realizados en 2014 por científicos de la Universidad de Sussex (Reino Unido). La percepción del habla humana por parte de los perros podría haberse desarrollado durante el proceso de domesticación.
Sienten celos
Un estudio experimental de dos científicas de la Universidad de California (UCSan Diego), en EE UU, realizado el pasado verano, reveló por otra parte que los perros son celosos. El estudio resultó innovador, porque los expertos llevan años debatiendo sobre si esta emoción requiere de una cognición compleja y no es tan básica como el miedo y la ira. En otras palabras, que solo puede ser humana.
El experimento demostró que cuando los dueños mostraban afecto hacia un perro de peluche, sus propios perros ladraban, gemían o movían la cola; y protestaban empujando o amenazando con morder al propietario o al rival. Estos resultados señalan que los celos en estos animales evolucionaron para proteger los vínculos sociales frente a intrusos.
La agresividad como señal de alerta
En cuanto a la agresividad, se sabe que los canes pueden sufrir episodios repentinos de agresividad, sin que sus dueños entiendan el porqué. Un estudio de 2012 realizado por científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) describió por primera vez las características de esta irritabilidad, que puede convertir a los perros en violentos o aumentar las agresiones de los que ya eran conflictivos.
La investigación demostró que el dolor puede aumentar la agresividad de estos animales. En concreto, constató que los perros que ya eran agresivos por otras causas, al sentir dolor podían atacar a sus dueños con mayor intensidad y frecuencia (al retirárseles la comida, quitarlos de su zona de descanso u obligarlos a hacer algo).
Los perros que nunca habían sido agresivos, por su parte, al empezar a sentir dolor comenzaron a serlo en circunstancias en los que se les intentó manipular. Los investigadores recalcaron entonces la importancia del diagnóstico y el tratamiento del dolor en los perros ya que este puede tanto causar un problema de agresividad como empeorar uno prexistente.
Referencias bibliográficas:
Camps, Tomás; Amat, Marta; Mariotti, Valentina M.; Le Brech, Susana; Manteca, Xavier. Pain-related aggression in dogs: 12 clinical cases. Journal of Veterinary Behavior-Clinical Applications and Research (2012). DOI: 10.1016/j.jveb.2011.08.002.
Ratcliffe et al. Orienting asymmetries in dogs’ responses to different communicatory components of human speech. Current Biology (2014).
Harris C.R., Prouvost C.: Jealousy in Dogs. PLoS ONE (2014). DOI:10.1371/journal.pone.0094597.
Müller et al. Dogs can discriminate emotional expressions of human faces. Current Biology (2015). DOI: 10.1016/j.cub.2014.12.055.
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