La teoría de la panspermia propone que la vida en la Tierra proviene del espacio exterior; que habría llegado a nuestro planeta a bordo de meteoritos y en forma de moléculas orgánicas o de organismos microscópicos.
Aunque parezca una teoría descabellada, en los últimos años, la astrobiología – una disciplina científica que estudia la existencia de vida en el conjunto del Universo, divulgada por científicos tan afamados como Carl Sagan- ha generado algunos hallazgos que podrían respaldarla.
Por ejemplo, se han encontrado lo que parecen ser restos de formas de vida en meteoritos marcianos o en la estratosfera; así como sustancias orgánicas complejas en el espacio sideral. Este último hallazgo sugiere que los elementos esenciales para la vida se habrían formado desde las primeras etapas de la evolución del Universo, esto es, muy lejos (en el tiempo y en el espacio) de la Tierra.
Asimismo, el año pasado, un experimento de simulación de las condiciones del espacio profundo realizado por investigadores norteamericanos reveló que los bloques básicos de la vida pudieron crearse en polvo interplanetario helado, y ser transportados hasta la Tierra para dar lugar a la vida.
Esporas de bacterias y organismos celulares
El estudio de microorganismos de la Tierra, por otro lado, ha arrojado resultados que podrían apoyar la hipótesis de la panspermia, pues señalan que algunos de estos seres minúsculos podrían sobrevivir a viajes interplanetarios.
En 2012, tres experimentos realizados por científicos de la NASA en la Estación Espacial Internacional (ISS) para tratar de comprender si microorganismos vivos podrían llegar a Marte en los viajes realizados al planeta rojo desde la Tierra, señalaron como candidatos a resistir la estancia en el espacio a los siguientes microbios, explicaba la NASA hace unos días en un comunicado.
Por una parte, está la bacteria formadora de esporas Bacillus pumilus SAFR-032. En análisis previos realizados en laboratorio, ya se había descubierto que esta bacteria es bastante resistente al ambiente de Marte, pues murió en 30 minutos en un entorno que simulaba al del planeta rojo, en lugar de segundos, que es lo que han tardado en morir otras bacterias sometidas a las mismas condiciones.
En las pruebas de la NASA publicadas en 2012, se constató que las esporas de la Bacillus pumilus SAFR-032 son asimismo resistentes a entornos espaciales, pues sobrevivieron durante 18 meses en la European Technology Exposure Facility (EuTEF), que es una carga montada en el exterior de la Estación Espacial Internacional que permite exponer materiales directamente al duro entorno espacial.
Un segundo experimento con las esporas de esta misma bacteria y de otras bacterias formadoras de esporas, que fueron sometidas durante un año y medio a condiciones de vacío espacial y a una atmósfera marciana simulada, reveló que todas ellas sobrevivirían a un viaje en una nave espacial a Marte, si permanecieran protegidas contra la radiación solar.
Por último, en un tercer experimento, que consistió en colocar durante año y medio en el espacio a organismos celulares de rocas especialmente adaptados a las condiciones ambientales extremas de algunos hábitats terrestres, se constató que dichos organismos también resistirían en el espacio.
Según los científicos de la NASA, aunque los viajes en objetos rocosos por el espacio con microbios a bordo supondrían miles e incluso millones de años –mucho más tiempo de lo que duró este último experimento-, los resultados obtenidos hace dos años supusieron la primera evidencia de la resistencia de estos organismos en el espacio y, por tanto, sugieren la posibilidad de que los viajes espaciales de objetos rocosos puedan transportar vida de un planeta a otro.
Buscando explicaciones constantemente
El origen de la vida en la Tierra ha sido y es uno de los problemas científicos más difíciles de resolver. La vida apareció por primera vez en nuestro planeta hace unos cuatro mil millones de años y se desarrolló en condiciones muy duras.
En el siglo III antes de Cristo, Aristóteles trató de darle una explicación a este surgimiento con la hipótesis de la “generación espontánea”, una propuesta que perduró hasta el siglo XIX, cuando Pasteur estableció el origen químico de la vida y Darwin habló del caldo primordial donde todo habría comenzado.
El químico ruso Alejandro Operin (1924) y el inglés John Haldane (1929) hablaron después de que la vida se habría originado en el mar y, por fin, en 1903, el Premio Nobel de química Svante Arrhenius propuso por vez primera que la vida habría llegado a la Tierra en forma de bacterias procedentes del espacio.
En los últimos años, los hallazgos que se han ido realizando generan cada vez más preguntas, aunque aún no se ha alcanzado una respuesta definitiva.
Referencias bibliográficas:
Silvano Onofri, Rosa de la Torre, Jean-Pierre de Vera, Sieglinde Ott, Laura Zucconi, Laura Selbmann, Giuliano Scalzi, Kasthuri J. Venkateswaran, Elke Rabbow, Francisco J. Sánchez Iñigo y Gerda Horneck. Survival of Rock-Colonizing Organisms After 1.5 Years in Outer Space. Astrobiology (2012). DOI:10.1089/ast.2011.0736.
Gerda Horneck, Ralf Moeller, Jean Cadet, Thierry Douki, Rocco L. Mancinelli, Wayne L. Nicholson, Corinna Panitz, Elke Rabbow, Petra Rettberg, Andrew Spry, Erko Stackebrandt, Parag Vaishampayan y Kasthuri J. Venkateswaran. Resistance of Bacterial Endospores to Outer Space for Planetary Protection Purposes—Experiment PROTECT of the EXPOSE-E Mission. Astrobiology. May (2012). DOI:10.1089/ast.2011.0737.
Parag A. Vaishampayan, Elke Rabbow, Gerda Horneck, and Kasthuri J. Venkateswaran. Survival of Bacillus pumilus Spores for a Prolonged Period of Time in Real Space Conditions. Astrobiology. May (2012). DOI:10.1089/ast.2011.0738.
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