En 2018, la investigadora del CNRS (Francia) Fathi Namouni y su colega brasileña Helena Morais, dieron la vuelta al mundo porque habían descubierto el primer objeto del Sistema Solar que tenía un origen extrasolar.
Demostraron que el asteroide 2015 BZ509, miembro permanente del Sistema Solar, era un advenedizo de procedencia desconocida.
Lo descubrieron reconstruyendo su órbita mediante simulación informática y observaron cuál era su posición cuando se originó nuestro sistema solar, hace 4.500 millones de años.
Así pudieron establecer que no se había originado en nuestro sistema solar, sino en un sistema planetario vecino antes de ser capturado y caer en la órbita de Júpiter, donde todavía se encuentra.
Aquel descubrimiento puso de manifiesto que, posiblemente, el proceso que dio origen a la vida en la Tierra no es exclusivamente de ámbito solar.
Nueva bomba
Los mismos astrónomos han descubierto ahora que 2015 BZ509, que en la actualidad se llama 514107 Kaʻepaokaʻawela, apodado Bee-Zed, no está solo como advenedizo en nuestro sistema solar.
Al menos otros diecinueve asteroides también han orbitado otra estrella antes de unirse a nuestro sistema solar, explican en un artículo publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Estos diecinueve asteroides gravitan entre Júpiter y Neptuno y, según los cálculos científicos, sus órbitas actuales y sus características solo pueden explicarse si no estaban en nuestro Sistema Solar en el momento de su nacimiento.
Todos, los 19 y Bee-Zed, pertenecen a la familia de los centauros, asteroides ubicados entre gigantes gaseosos, que a veces se comportan como cometas: los modelos informáticos no explican ni predicen las órbitas.
Nuevo viaje en el tiempo
Para resolver el misterio de los 19 asteroides, los astrónomos Fathi Namouni y Helena Morais desarrollaron una simulación informática muy precisa de sus órbitas, tal como habían hecho anteriormente con Bee-Zed.
Siguieron sus trayectorias a lo largo del tiempo hasta hace 4.500 millones de años y descubrieron que los diecinueve asteroides no orbitaban entonces alrededor de nuestro Sol, tal como ocurre con otros objetos “auténticos” de nuestro sistema solar.
Las simulaciones muestran que estos diecinueve asteroides no pertenecían a nuestro sistema solar al comienzo de su vida.
Habrían surgido en un cúmulo estelar cercano y, debido a fuertes interacciones gravitacionales, fueron capturados por nuestro sistema solar.
Tensiones estelares
La migración de este tipo es perfectamente posible, ya que el cúmulo estelar original en el que se formó el Sol contenía estrellas con sus propios planetas y asteroides.
La proximidad de estas estrellas, combinada con la atracción gravitacional de los planetas, puede haber permitido que estos sistemas planetarios atraigan, eliminen y capturen asteroides entre sí.
Los científicos ahora se proponen verificar esta hipótesis: buscarán eventos específicos en nuestro sistema solar que habrían permitido la captura conjunta de varios cuerpos extrasolares.
Fathi Namouni y Helena Morais darán todavía mucho de qué hablar.
Referencia
An interstellar origin for high-inclination Centaurs. F Namouni, M H M Morais. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, Volume 494, Issue 2, May 2020, Pages 2191–2199. DOI:https://doi.org/10.1093/mnras/staa712
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