Algunas zonas de la Península Ibérica donde hasta ahora no se han registrado terremotos de magnitud moderada, como ciertas áreas de la Cordillera Cantábrica, el extremo occidental de las Cordilleras Béticas y el norte de Valencia, podrían tener potencial para generarlos, según un estudio realizado por científicos españoles, rusos e italianos que publica la revista Rendiconti Lincei.
El estudio no sólo confirma las zonas sísmicas más conocidas, sino que también identifica posibles fuentes de terremotos de magnitud mayor de 5 en algunas zonas donde, hasta el momento, no se han registrado actividad sísmica. La magnitud 5 señala el umbral de tamaño de los terremotos potenciales a partir del cual se considera que pueden comenzar a producirse daños significativos en las estructuras.
Según el estudio, estas áreas nuevas de peligrosidad sísmca se localizan en algunos enclaves de la Cordillera Cantábrica, en la costa norte de Portugal, el extremo occidental de las Cordilleras Béticas y al norte de Valencia. El resto de las zonas con potencial de sismicidad moderada coinciden con las que señalan los mapas de sismicidad: periferia de la Península, sobre todo en el sudeste y los Pirineos.
Información topográfica, geológica y geofísica
La investigación, fruto de una colaboración entre científicos de la Academia Rusa de Ciencias, del Centro Internacional de Física Teórica y la Universidad de Trieste (Italia) y del CSIC, se basa en el método de zonificación morfoestructural. La técnica utiliza información topográfica, geológica y geofísica, junto con imágenes de satélite, para identificar los nodos o puntos de intersección de líneas morfoestructurales.
Estos nodos se clasifican como susceptibles de generar terremotos de un tamaño umbral determinado, combinando los datos de sismicidad de los catálogos sísmicos con métodos matemáticos de reconocimiento, similares a los que se utilizan en identificación de voz o de huellas dactilares.
Mariano García-Fernández, coautor del trabajo e investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), señala en declaraciones a SINC que la clasificación obtenida no significa que necesariamente los nodos identificados como potencialmente sísmicos vayan a producir terremotos de ese tamaño, “sino que sus características los hacen más susceptibles, en contraste con los clasificados como de menor potencial”.
Los autores del trabajo confían en que los resultados permitan definir mejor las fuentes sismogénicas continentales que afectan a la Península Ibérica. De esta forma se podrá avanzar en los estudios de peligrosidad y riesgo sísmico a escala regional y de emplazamientos específicos, como aquellos donde se localizan las áreas metropolitanas o estructuras especiales como centrales nucleares y grandes presas.
Historial sísmico
España ha sufrido un total de 26 terremotos importantes desde el año 1048. El último tuvo lugar en el Cabo de San Vicente, Huelva, el 28 de febrero de 1969, que destruyó 22 casas. Su intensidad fue de 7,8. En Navarra y Murcia hubo otros terremotos más recientes, en 2004 y 2005, sin mayores consecuencias, según datos del Instituto Geográfico Nacional.
La Península Ibérica y sus alrededores se encuentran en una zona de alto riesgo sísmico. Aunque la Península forma parte de la gran placa tectónica euroasiática, está situada en la Microplaca Ibérica, con unas dinámicas diferenciadas propias. Esta microplaca, formada hace unos 600 millones de años, incluye toda la Península Ibérica y se extiende hasta las Baleares, Córcega, Cerdeña y un sector de los Alpes Occidentales.
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