Como ya sugirió, a finales del siglo XIX, el psicólogo y filósofo norteamericano William James, todos nos entendemos cuando, coloquialmente, nos referimos a la atención. Sin embargo, cuando se intenta ofrecer una definición explicativa de ella, el tema parece más complejo.
En lo que se refiere a la atención visual, ésta supone una serie de fenómenos. Los análisis que los especialistas han realizado a lo largo de los años acerca de ella la han ido revelando como de una naturaleza múltiple y de mecanismos altamente complejos. Asimismo, su estudio ha ido abriendo sobre ella cuestiones como si es automática o intencional o si se trata de un proceso paralelo (la atención selecciona al mismo tiempo múltiples puntos) o de un proceso de alternación rápida de objetivos visuales.
Una de las descripciones más comunes acerca de la atención visual es la que la considera como un haz de luz que ilumina un objeto o lugar concretos dentro de la escena visual para favorecer el tratamiento de la imagen por parte del cerebro. Sin embargo, recientemente, han sido publicados los resultados de un estudio franco-americano en la revista especializada PNAS, (Proceedings of the National Academy of Sciences) que señalan que, en realidad, la atención visual funcionaría como un estroboscopio.
Predicción y realidad
Un estroboscopio es un instrumento que permite encender y apagar luces en un periodo de tiempo dado y la cantidad de veces que uno desee, para producir un efecto visual concreto de los objetos en movimiento.
El presente estudio, dirigido por Rufin VanRullen, científico del Centro de investigación del cerebro y de la cognición francés (CNRS, en colaboración con los científicos de la universidad de Harvard, Thomas Carlson y Patrick Cavanagh, ha demostrado que la atención visual funcionaría de manera similar a un estroboscopio que se desplazara permanentemente, como un rayo de luz que se moviera de objetivo en objetivo, una media de siete veces por segundo, según informa el CNRS en un comunicado.
Para llegar a esta conclusión, los científicos emplearon una aproximación a una interfaz que se utiliza en experimentación psicofísca y en la creación de modelos matemáticos. Pusieron a punto así un método experimental simple, y utilizaron la función psicométrica (la psicometría estudia rasgos de nuestras capacidades a través de pruebas y tests y con cálculos y análisis estadísticos) vinculada con la duración de un estímulo dirigido a un observador para predecir la actuación de dicho observador ante diversos estímulos presentados.
Las actuaciones reales del observador difirieron según se le presentaran uno o varios estímulos de atención. Comparando posteriormente las predicciones previas con los comportamientos humanos, los científicos determinaron la estrategia seguida en la atención visual.
Siete veces por segundo
Los resultados revelaron que existía un único foco de atención pero que éste se desplazaba entre objetivos a una media de siete movimientos por segundo. Por otro lado, se puso en evidencia un fenómeno que nunca antes había sido observado: esta captación periódica de información se produce incluso cuando al observador se le presentaba un solo estímulo de visión.
Esto significaría que la atención visual representaría el mundo en una serie de flashes de un séptimo de segundo de duración, de una manera similar a como lo hacen las cámaras de vídeo o como un estroboscopio, que se enciende y se apaga periódicamente.
El descubrimiento resulta esencial para la comprensión de los fenómenos de la atención, que podrían estar por tanto relacionados con las oscilaciones que se conocen de la actividad eléctrica cortical, publica el CRNS. La atención funciona como un haz luminoso que ilumina uno o varios objetos, sí, pero no los ilumina de manera continua, sino que lo hace siete veces cada segundo.
Tal y como explican los investigadores en la revista PNAS, la atención operaría por tanto siguiendo un proceso intrínsecamente periódico.
Antecedentes de discontinuidad
VanRullen ya había propuesto anteriormente que la percepción es un fenómeno discontinuo. En un artículo publicado por la revista Trends in Cognitive Sciences señalaba, en el año 2003, que diversos mecanismos neuronales intrínsecos debían reflejar la organización de los estímulos, vinculada a varias áreas de regiones del cerebro.
Según el investigador, estos mecanismos han de ser por tanto globales, casi periódicos y flexibles. La idea de la percepción discontinua fue en primer lugar considerada por el anteriormente citado William James, que sin embargo la descartó rápidamente. Durante todo el siglo XX, esta idea fue retomada gracias a la expansión del uso de otro dispositivo artificial, el cinematógrafo, que se convirtió en una metáfora tecnológica obvia para explicar el fenómeno, explica VanRallen en dicho artículo.
Por otro lado, señala, existen evidencias psíquico-fisiológicas de la discontinuidad del proceso visual, como las mediciones de la percepción de estímulos muy seguidos como si fueran uno solo (por ejemplo, en el caso de flashes muy continuos, que subjetivamente se ven como un solo flash), la periodicidad en los tiempos de reacción a un estímulo, y las oscilaciones en la periodicidad del umbral visual. Ahora, además, se ha podido saber con que ritmo temporal percibe el ojo humano los objetos.
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