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La bioeconomía es el nuevo paradigma de la ciencia económica

La bioeconomía es el nuevo paradigma de la ciencia económica. Ha surgido como consecuencia de la alerta ecológica de los años setenta, que descubrió al proceso económico como una extensión de la evolución biológica. La termodinámica y la biología son sus fundamentos. Su finalidad : integrar las actividades económicas en los sistemas naturales porque las leyes de la macroeconomía no se reducen a las de la microeconomía, el interés general es mucho más que la suma de las partes, los mecanismos naturales no tienen nada que ver con las leyes del mercado y porque existen bienes comunes, como el aire y el agua, cuyos problemas trascienden la lógica de las naciones y de los mercados. De esta forma, la economía se sitúa más allá de sí misma y alumbra un nuevo modelo de desarrollo, llamado bioeconómico, que concilia los intereses públicos, privados y solidarios con el interés general. Por René Passet.

La bioeconomía es el nuevo paradigma de la ciencia económica

La bioeconomía no debe ser entendida como una aproximación económica a lo viviente, sino como una aproximación « viviente » a la economía. La economía es una actividad de transformación calculada del mundo que tiene como finalidad satisfacer, de la mejor forma y con el mínimo de medios audazmente combinados, las necesidades humanas. La economía interviene en tres niveles : transformación y cálculo (lo económico estrictamente hablando), el nivel humano, que es para el que se efectúa la transformación, y el nivel natural, que es el que se transforma y el que engloba materialmente a los anteriores.

Estos tres niveles son interdependientes y la reproducción del económico implica al de las sociedades humanas y al de la naturaleza. Sin embargo, la evolución del pensamiento dominante, desde el siglo XVIII, se efectúa a rebufo de esta interdependencia : de la reproducción subordinada al Orden Natural (Physiocrates, siglo XVIII), se pliega sucesivamente a la lógica del capital (Ricardo XIX°s.), después al equilibrio de mercado planteado como finalidad (Walras, finales del S.XIX), antes de reducir los tres niveles a la única lógica de la economía (Economía generalizada Becker, 1977), es decir, de su subsistema financiero (neoliberales contemporáneos).

Son los heterodoxos los que plantean la apertura de este esquema. Apertura en primer lugar a lo humano, cuando en el siglo XIX aparecen las desastrosas consecuencias sociales del sistema liberal. Los socialistas humanistas (Sismondi, Proudhon, más tarde Jaurès…), señalan que la economía se inscribe en el nivel humano y que la fuerza de trabajo no debe ser considerada independientemente de la persona. En la segunda mitad del siglo XIX, Marx y Engels analizan las contradicciones que conducen a un sistema que sacrifica a los hombres y se autodestruye para engendrar otra sociedad diferente.

Alerta ecológica

Apertura también a la naturaleza, cuando los mismos autores muestran cómo « la producción capitalista (…) no hace sino agotar los recursos originales de cualquier riqueza : la tierra y los trabajadores » (El Capital). Sin embargo, es después de las primeras grandes catástrofes ecológicas de finales del siglo XX cuando se impone la cuestión del Medioambiente.

En 1972, el Primer Informe al Club de Roma plantea la cuestión de los límites del crecimiento. Más tarde, en 1987, el Informe Brundtland pone en evidencia la aparición de degradaciones globales (agujero en el ozono estratosférico, efecto invernadero, reducción de la biodiversidad) que amenazan a los mecanismos reguladores de la naturaleza. Desde entonces, el problema se plantea a nivel de la bioesfera, en el sentido de sistema de interdependencia autoregulada (Vernadsky, 1926) y emerge la cuestión del desarrollo sostenible.

Por parte del análisis económico, en 1957 un artículo precursor de Bertrand de Jouvenel permanecía incomprendido; en 1966, un pequeño texto revolucionario de Kenneth Boulding compara la gestión de los recursos limitados del planeta a la de una nave espacial lanzada al espacio ; en 1968, Hermann Daly afirmaba el estatuto de la economía como ciencia de la vida ; en 1971 Howard Odum formaliza la dimensión energética de los fenémenos socioeconómicos ; en 1987, J-M Naredo resitúa la evolución del pensamiento económico en su contexto natural y humano ; en 2000, J-P. Maréchal sintetiza la cuestión de la humanización de la economía.

Desarrollo económico y biosfera

Sin embargo, es en 1971 cuando el libro fundamental de Nicholas Georgescu-Roegen « The entropy law and the economic process» efectúa el avance decisivo, que consiste en insertar el desarrollo económico en el flujo energético de la biosfera. Después, dos artículos, todavía clásicos, del mismo autor (1975-76 y 1978), abordan específicamente la bioeconomía. Jacques Grinevald e Ivo Rens desempeñarán un papel fundamental en la difusión y profundización de su pensamiento.

« El proceso económico, dicen G-R, no es sino una extensión de la evolución biológica y, por consiguiente, los problemas más importantes de la economía deben ser abordados desde esta perspectiva ». La especie humana se ha dotado de instrumentos artificiales, verdaderos órganos « exosomáticos » (Alfred Lotka), sin los cuales no puede vivir. Estos órganos multiplican sus capacidades, pero refuerzan su dependencia respecto a los recursos minerales y naturales necesarios para construirlos y hacerlos funcionar.

En consecuencia, « la termodinámica y la biología son las antorchas indispensables para iluminar el proceso económico (…) La termodinámica porque nos demuestra que los recursos naturales se agotan irrevocablemente, la biología porque nos desvela la verdadera naturaleza del proceso económico. » El autor se refeire a la termodinámica de Carnot (1824), que ilustra con el ejemplo del sistema cerrado que constiruye un reloj de arena : la cantidad total de materia-energía en el interior del reloj de arena no varía, pero la cantidad de arena que se vacía mide lo que se llama la « entropía del sistema ». De la misma forma, si la Tierra no intercambiara nada con el resto del universo, sería un sistema cerrado.

Según una cuarta ley de la termodinámica propuesta por G-R, la degradación se extiende de la energía a la materia : cuando el carbón arde, la energía se disipa y « la materia se disipa también, de tal maneta que sólo puede ser utilizada una vez ». En ecología « el almuerzo cuesta siempre más de lo que vale » porque en ningún sistema humano, no pudiendo tener un rendimiento del 100%, toda transformación del medio natural se acompaña de una degradación irreversible de los recursos. Una actividad industrial sin polución es una imposibilidad absoluta ; ningún reciclaje integral puede ser concebido, no hay recurso « renovable ».

La bioeconomía es el nuevo paradigma de la ciencia económica

Especies exobióticas

En el plano social, la humanidad se divide a su vez en « especies exosomáticas » tan diferentes unas de otras como las especies biológicas. De ahí el malentendido que pretende aplicar a todas las especies exosomáticas los mismos remedios. « Un Homo Indicus pide ayuda cuando su burro se ha roto una pata (…) el Homo Americanus se remedia con un neumático radial para reparar la avería de su vehículo».

Los conflictos de intereses, individuales cuando la producción y el uso de herramientas se hace a nivel individual (el arco y las flechas), se convierten en colectivos desde que la producción exige la cooperación de todos ; y la ruptura se refuerza con la apropiación de estos instrumentos por algunos : de esta forma, están los que poseen estos instrumentos y los que sólo tienen su fuerza de trabajo que vender.

En el plano económico, « los recursos in situ y la contaminación irremediable no tienen precio para saber lo que hay que pagar. Los impuestos (…) favorecen a los que pueden pagarlos. La inepcia de esta política bioeconómica salta a la vista ». No pueden evitarse las intervenciones directas. « En cada situación en la que los recursos se hacen cade vez más escasos, una sabia política consiste en actuar en primer lugar sobre la demanda » y sobre el desplifarro « hoy forjamos arados que pertenecen a las generaciones futuras y los convertimos en espadas presentes, capaces a aniquilar toda forma de vida en este planeta. »

Los recursos deben ser mundializados. Pero G-R subrayan sobre todo la necesidad de privilegiar la energía solar. Sólo la cantidad de esta energía que llega al suelo representa « más del diez mil veces la energía total consumida el mismo tiempo en el mundo entero »… y el Sol brillará todavía 5.000 millones de años más y no contamina nada : « la energía solar es la única que puede ser considerada como un bien libre ». El estado de extrema dispersión en el cual esta energía llega al planeta, demanda un efuerzo costoso de concentración que no puede sobrepasar las capacidades humanas. En total, sin embargo, la entropía de la materia permanece infranqueable y G-R no cree en la posibilidad de superar los problemas que de ello se desprenden.

La Tierra es un sistema abierto

Esta apertura constituye una etapa decisiva. Sin embargo, se enfrenta a dos limitaciones : la termodinámica de Carnot, en la que las leyes sólo afectan a los sistemas cerrados, y a una biología de la que señala las vías sin por ello traspasar el umbral. Dos limitaciones que yo he tratado de trascender, particularmente en mi libro L’Economique et le vivant (1979).

La Tierra es un sistema abierto a la energía solar que la atraviesa. La termodinámica de las estructuras disipativas de Prigogine muestra que una aportación energética exterior puede mantener o acrecentar localmente la complejidad de un sistema : la radiación solar (degradación por sí misma) representa, para nuestro planeta, una aportación de energía que anima los grandes ciclos naturales, hace crecer a las plantas y permite la evolución cada vez más compleja de la vida (creación).

G-R conocen bien los trabajos de Prigogine, pero se opone a su « ley de la degradación de la materia », indisociable de la ley de la energía. Es olvidar que esta indisociabilidad se ejerce también en el sentido de la reconstrucción : la entropía no « destruye » la materia, sino su organización, y es precisamente la organización material la que reconstituye los ciclos biogeoquìmicos. La planta que crece reemplaza a la planta cortada.

Sin duda, el astro central está llamado a apagarse, pero la responsabilidad humana está llamada a gestionar el patrimonio energético y material terrestre. En ese sentido, la termodinámica de los sistemas abiertos nos deja entrever la perspectiva de una gestión que no acelere la entropía sobre nuestro planeta. A condición, evidentemente, que sean respetadas las obligaciones estrictas relativas a los límites de los flujos de reconstitución como a la regeneración de los recursos finitos por nuevos recursos.

Aproximación transdisciplinar

La relación de inclusión que se establece entre las esferas económica, humana y natural demanda una aproximación transdisciplinar que las englobe al mismo tiempo. El prefijo “trans” significa a la vez: a través, junto y al lado de (Basarab Nicolescu* :1996).

La economía atraviesa lo humano y lo viviente, sólo puede reproducirse en el respeto a las reglas que la rigen y que representan una serie de límites en el seno de las cuales debe encontrar el campo de optimización.

Los valores sociales (filosóficos, estéticos, morales) no se reducen a lo económico : las regulaciones de la naturaleza escapan a las leyes del mercado. Los niveles de organización definen los límites a partir de los cuales el llegar más allá de ciertos grados de complejidad implica una modificación radical de los modos de regulación y desarrollo de los sistemas. Así ocurrió con la « emergencia » de la vida, con el paso de la molécula a la célula.

El todo es irreductible a la suma de las partes : las leyes de la macro-economía no se reducen a las de la micro-economía : el interés general es diferente a la suma de los intereses individuales ; los motores del desarrollo varían con sus respectivos niveles; los mecanismos de la naturaleza no tienen nada que ver con la regulación a través de los precios ; existen bienes comunes de la humanidad, como el aire, el agua, las regulaciones naturales, el saber, el patrimonio genético de las especies, cuyos problemas trascienden la lógica de las naciones y de los mercados.

Mucho más allá de la simple consideración de los costos ambientales (« internalización »), se trata de insertar las actividades económicas en los ecosistemas naturales y humanos sin alterar las funciones que permiten su reproducción en el tiempo. La bioeconomía se propone así integrar la dimensión real (energética y material) de los flujos que ella transforma, asi como el largo plazo de los tiempos naturales en el cual estos flujos se inscriben. Tiene que trascender las rarezas. Al lado del cálculo monetario, necesita, para eso, indicadores materiales (balances-materias), energéticos (cálculo eco-energético) y cualitativos (calidad de vida, de los medios, bellaza natural) traduciendo sus impactos en la realidad de las cosas.

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Caracteres reunidos

Los caracteres de los niveles incluyentes se reencuentran juntos en el nivel económico. El trabajo es una actividad ejercida por un ser humano perteneciente a una sociedad que constituye una especie viviente entre otras. El bosque, recurso comercial, representa también un espacio social y participa en la reproducción de la naturaleza.

El cálculo económico no debería por tanto reducirse a una comparación de costos y ventajas monetarias. No existe otro valor que el bienestar de las personas ni otro costo que su dolor : « los costos del hombre » (François Perroux) deben ser cubiertos « todo lo posible al menor costo (Principe d’économicité d’Henri Bartoli). Los indicadores de desarrollo humano (IDH) del PNUD constituyen un incontestable avance en esta dirección.

La racionalidad se desplaza hoy del campo de los medios al de las finalidades y los valores humanos. Cuando las capacidades de producción responden a las necesidades esenciales y no amenazan la naturaleza, el perfeccionamiento y la competitividad del aparato productivo demandan el mejor saber hacer de los hombres : la racionalidad instrumental.

Sobreproducción e inaccesibilidad

Hoy los productos básicos, particulamente alimenticios, superan globalmente las necesidades fundamentales y numerosos sectores se encuentran en situación se sobreproducción crónica. Sin embargo, 800 millones de seres humanos siguen infra-alimentados, los recursos básicos son inaccesibles para los más necesitados.

Una doble cuestión, de reparto y solidaridad, aparece, en el seno de una misma generación y al mismo tiempo entre generaciones. Sin embargo, no existe ninguna teoría económica de lo óptimo en esta materia : la cuestión se plantea en términos de solidaridad y no de competición.

Toda la teoría de la demanda se encuentra cuestionada porque por sí misma no expresa sino las necesidades « solventes », mientras que lo que se trata de cubrir es el conjunto de las necesidades fundamentales de todos, ricos o pobres.

El crecimiento cuantitativo, lejos de constituir una finalidad, debe quedar subordinado al respeto de las normas humanas, sociales y naturales, preservando el futuro del planeta y de sus habitantes. A esto se le denomina desarrollo « durable », señala el Informe Brundtland.

¿De qué se trata ?

A los criterios instrumentales de la economía internacional, se los sustituye por el impacto sobre el bienestar de los pueblos : ya no se trata de especialización para explotar sus ventajas comparativas pretendidamente « naturales », sino de los derechos de los menos desarrollados a protegerse para dotarse del capital técnico, único factor determinante de las ventajas comparativas.

Tampoco se trata de la igualdad de trato para todas las naciones entre sí (cláusula de nación más favorecida) o por relación a las empresas nacionales (cláusula del tratamiento nacional), sino del derecho de las naciones a constituirse en zonas de solidaridad protegidas y a satisfacerse por sí mismas sus necesidades fundamentales.

Finalmente, tampoco se trata de la libre fructificación de capitales en el mundo, sino del derecho de los pueblos a defenderse de sus efectos desestabilizadores controlando sus movimientos ; ni tampoco se trata de la libre estrangulación de los pueblos más desfavorecidos por el servicio de la deuda resultante de la imposición del ajustamiento estructural, sino del deber de los ricos de contribuir a su desarrollo por la inversión pública y la ayuda internacional.

La economía, más allá de sí misma

La economía, por fin, se sitúa más allá de sí misma. Del movimiento de « destrucción creativa » que mueve al universo, han surgido sucesivamente la vida, el pensamiento y, con la cultura humana, la necesidad de comprensión y de sentido. Sólo lo que trasciende puede dar sentido. Los valores forman en cierta forma un cuarto nivel que engloba a los otros tres. A través de estos niveles, el presente contiene su propio desarrollo.

La misma destrucción creadora lleva el movimiento económico (Schumpeter,1951). La ley de la vida no es pues el equilibrio, sino la evolución. Ésta se desarrolla mediante saltos cualitativos que provocan algo muy diferente a un encadenamiento mecánico de causas y efectos : la ciencia de los « fenómenos caóticos » muestra cómo, en determinados « puntos críticos », una influencia mínima e imprevisible puede hacer bascular a la evolución hacia uno de los mútiples futuros posibles que se le proponen.

Así, Schumpeter rompe la eterna repetición del « circuito » para la innovación que se diluye a poco que encuentre un medio favorable para su propagación (…) El hombre de la bioeconomía no es un objeto pasivo de la historia, sino un sujeto activo susceptible de influenciar su proceso.

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Economía e irreversibilidad

Desde el punto crítico y de la pluralidad de futuros posibles resulta la « irreversibilidad » del tiempo : el retorno de la arena en el reloj sólo es posible en los sistemas mecanicistas en los que cada instante procede del pasado y determina un único futuro posible.

Los adeptos del « decrecimiento » se inscriben a contracorriente de este decreceimiento y de esta irreversibilidad. Su mensaje no es claro : por un lado, quieren decir « economía de medios », particularmente energéticos y materiales, eliminación de despilfarros acompañado de decrecimientos selectivos de algunas producciones, pero por otro lo único que hacen es apropiarse, cambiando el sentido de sus palabras, de una revisión del crecimiento por el crecimiento que no esperaban.

Por un lado, estos adeptos contemplan un verdadero decrecimiento de los productos finales, pero olvidan a las naciones menos desarrolladas, cuyo desarrollo pasa todavía por el camino material. Mientras, los más moderados nos proponen un decrecimiento sostenible del 2% anual durante 40 años, ignorando que eso representa un descenso total del 55% de los consumos finales en ese período.

Otro modelo bioeconómico

Es, de hecho, la superación que se inscribe en la lógica de la vida, a la vez por la intensificación de la investigación y por la puesta en marcha de otro modelo de desarrollo : ese modelo bioeconómico que armoniza lógicas diversas, sólo podría ser plural : conciliaría la existencia de los sectores público, privado y la economía solidaria, con la supremacía del interés general.

En el momento en que una mutación, que desplaza a las fuerzas motrices de la economía hacia la información y lo inmaterial (Jacques Robin, 1989), transforma los mecanismos reguladores y las fuerzas motrices de la evolución, el repliegue sobre los medios es sin duda lo más seguro para los que se conformen con ello. Pero pasará al lado de la historia. El pensamiento debe proceder también por mutación : la bioeconomía no es una rama particular de la economía, es toda la economía la que debe inscribirse al servicio de lo humano y lo viviente.

René PASSET es profesor emérito de Economía en la Universidad Paris-1 Panthéon-Sorbonne. Autor, entre otras obras, de L’Economique et le Vivant, Payot 1979, Economica 1996 ; L’Illusion néo-libérale , Fayard 2000, Champs/Flammarion 2001 ; Une économie de rêve, Calmann Levy 1995, Mille et Une Nuits, Fayard 2003.

(Traducción del original francés : Eduardo Martínez).

Bibliografía:

– Boulding Kenneth (1966) : The economics of the coming spaceship earth in Jarret ed. Environmental Quality in a Growing Economy John Hopkins.
– Brundtland Gro Harlem (1987) : Our Common Future, Oxford University Press.
– Club de Rome (1972) : Halte à la croissance ?- traduction française Fayard.
– Daly Hermann (1978) : On Economics as a Life Science – Journal of Political Economy.
– Georgescu-Roegen Nicholas (1971) : The Entropy Law and the Economic Process (Harvard University Press) ; Bioeconomics, a New Look at the Nature of Economic Activity (Michigan Business Papers (1975-1976) et De la science économique à la bioéconomie (Revue d’économie Politique, mai-juin 1978). Travaux auxquels sont empruntés les citations de G-R.
– Jouvenel Bertrand (de) (1957) : De l’économie politique à l’écologie politique (Bull. SEDEIS).
– Maréchal Jean-Paul (2000) : Humaniser l’économie , Desclée de Brouwer.
– Naredo Jose-Manuel (1987) : La economia en evolucion, Siglo Veintiuno.
– Nicolescu Basarab (1996) : La Transdisciplinarité, Ed. du Rocher.
– Odum Howard (1971) : Environment, Power and Society, Wiley Interscience.
– Prigogine I. et Stengers I. (1979) I. : La nouvelle Alliance ,Gallimard.
– Robin Jacques (1989): Changer d’ère, Seuil.
– Schumpeter Joseph (1951) : Capitalisme, socialisme et démocratie, traduction française Payot.
– Vernadsky Vladimir (1926) : Biosphera, Moscou, traduction française La Biosphère, Felix Alcan 1929.

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