La Estación Espacial Internacional recibe cada año hasta ocho naves de reabastecimiento, cargadas de oxígeno, agua y comida para sus seis tripulantes. Construir, lanzar, acoplar y descargar estas naves es caro y requiere mucho tiempo: ¿Existe una alternativa mejor?
Muchos diseñadores de misión sueñan con naves tripuladas que no necesiten suministros. La solución ideal sería un vehículo que reciclase indefinidamente los deshechos de los astronautas, como el dióxido de carbono o la orina, y los convirtiese en oxígeno y en agua limpia, como si se tratase de un planeta en miniatura.
Incluso un ecosistema parcialmente cerrado supondría un gran ahorro en horas de planificación y en masa de lanzamiento, liberando espacio para enviar más experimentos al complejo orbital.
El proyecto Melissa de la ESA (Agencia Espacial Europea) lleva más de 25 años persiguiendo este objetivo, estudiando cómo combinar bacterias, algas, plantas, procesos físicos y químicos en un sistema autosuficiente que transforme los deshechos de los astronautas en nuevos recursos.
Biorreactores de Spirulina
El ciclo Melissa está a punto de despegar, informa la ESA en un comunicado. Sus distintos componentes se están poniendo a punto en distintos lugares de nuestro planeta – y muy pronto también a 400 kilómetros sobre su superficie.
El primer elemento en órbita será un fotobiorreactor que utiliza la energía de la luz para alimentar a unos organismos que transforman el dióxido de carbono en compuestos útiles.
Los biorreactores son recipientes cerrados para cultivar organismos, pero conseguir que una especie prospere en su interior no es nada fácil. A medida que sus ocupantes crecen necesitan más espacio y otro tipo de iluminación, y no se pueden extraer los productos para el consumo humano sin alterar el equilibrio del mini-ecosistema.
El equipo de Melissa ha realizado un gran avance en este campo y está listo para probar su prototipo en el espacio. En los próximos 12 meses se enviarán algas de la variedad Spirulina a la Estación Espacial Internacional para estudiar cómo se desarrollan en condiciones de microgravedad.
Experimentos
La Spirulina se lleva utilizando como alimento varios siglos, sobre todo en Sudamérica y en África. Esta cianobacteria transforma el dióxido de carbono en oxígeno, se multiplica rápidamente y también constituye un delicioso alimento rico en proteínas.
El primer experimento consistirá en evaluar cómo se adapta la Spirulina a las condiciones de microgravedad para que los investigadores puedan ajustar el funcionamiento del sistema.
En la siguiente fase se realizará en un experimento práctico: se conectará el biorreactor con un dispositivo que simula la respiración de un astronauta para que las cianobacterias se alimenten de dióxido de carbono y produzcan el oxígeno necesario.
Si estas pruebas salen según lo previsto, el equipo estará un paso más cerca de su objetivo final: reciclar el dióxido de carbono, el agua y los residuos orgánicos de los astronautas para producir alimentos, agua y oxígeno en el espacio.
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