La complementariedad corpúsculo/onda, que aparece en el orden microfísico, juega también un papel esencial en los órdenes biológico (regulado por códigos lingüísticos). Newton nos enseña que un móvil con un impulso inicial se mueve indefinidamente en una línea recta (si no encuentra resistencia).
Einstein hace una pequeña corrección: sólo en un espacio plano (vacío) se movería en línea recta; en un espacio curvado por la masa se mueve siguiendo la curva más corta. Se planea un enigma: ¿cómo “sabe” el móvil, cuando está en el punto A, cuál es el camino más corto que le llevaría al punto B? El enigma ha sido resuelto por la teoría cuántica.
La teoría cuántica explica que lo que en realidad ocurre es que, para ir del punto A al punto B, el fotón –u otra partícula, como un electrón- ensaya a la vez todos los caminos posibles entre A y B. Cada camino contribuye a la onda total asociada a la partícula. La historia real es el resultado de la suma de todas las historias virtuales, dirá Feynmann.
Para que se materialice la partícula actual (corpúsculo) en un punto, ha de haber pasado como partícula virtual por todos los caminos posibles (onda). Unos más rectos o cortos, otros más sinuosos o largos. Cuando una amplia colección de ondas se superponen aleatoriamente tienden a cancelarse en masa. Las ondas sinuosas se cancelarán, las ondas rectas se reforzarán. Así “aprende” la partícula cuál es el camino más corto. El aspecto ondulatorio es un dispositivo de aprendizaje.
Hay modos de aprendizaje más refinados, por más reflexivos. Los que aparecen en el orden biológico y en el orden social. Una partícula es un elemento, y a ella se asocia un camino actual. Una onda es un conjunto, y a ella se asocian multitud de caminos virtuales. La complementariedad partícula/onda se amplifica a los niveles biológico y social. Se amplifica en dos direcciones. Verticalmente: produciendo la complementariedad hard-ware (material)/ soft-ware (logical). Horizontalmente: produciendo las complementariedades organismo/especie (en el orden biológico) e individuo/sociedad (en el orden social).
La complementariedad hard-ware (partícula)/soft-ware (onda) aparece con las computadoras. A nivel del hard-ware nos encontramos con una red muy compleja de corrientes electrónicas por la que se transmiten pulsos eléctricos. A nivel del soft-ware nos encontramos con programas que resuelven problemas matemáticos.
Algo semejante ocurre con las complementariedades cuerpo (hard-ware)/mente (soft-ware) e infraestructura (hard-ware)/superestructura (software). En las relaciones cuerpo/mente o infraestructura/supraestructura hay una interacción circular entre los niveles, mientras la interacción hard-ware/soft-ware exige para que sea circular introducir al operador en el circuito.
Aprender el mundo
El aspecto corpuscular corresponde al cuerpo o a la infraestructura: en general, a la circulación de energía. El aspecto ondulatorio corresponde a la mente o a la infraestructura; en general, a la circulación de información. En lo real objetivo no hay corpúsculos ni ondas; ambos aspectos son producto de la actividad de un observador (= extrae información)/ actor (=inyecta neguentropía).
Es la relación de incertidumbre: si determinamos la posición de una partícula, indeterminamos su estado de movimiento (tenemos una partícula); si determinamos su estado de movimiento, indeterminamos su posición (tenemos una onda). Las partículas son localizables, las ondas no; son ondas de probabilidad. Una partícula es el resultado de colapsar una onda.
La onda es un conjunto de partículas virtuales (de posiciones posibles de una partícula), y mide –abstractamente- la probabilidad de esas posiciones virtuales. Cuando intentamos medir concretamente la posición actual, colapsamos la onda: hacemos aparecer a la partícula en una posición determinada.
El soft-ware es una clasificación simplificada del hard-ware: en vez de jugar con elementos, juega con conjuntos de elementos (de los que hay que abstraer las propiedades no comunes, reteniendo sólo las comunes). El genotipo es la definición “abstracta” de un organismo; se concreta –se colapsa- en el fenotipo (resultado de las interacciones del genotipo con los sucesos aleatorios del medio). Un fenotipo es un genotipo que ha “aprendido” cómo es el mundo.
El percepto y/o el concepto son definiciones abstractas de operaciones (contienen todas las operaciones posibles con el ente o suceso a que se refieren): se concretan –se colapsan- en las interacciones actuales con esos entes o sucesos. Las ondas son información (resultado de “observaciones”), las partículas son neguentropía (resultado de “acciones”).
Mediante estos dispositivos, la vida y el pensamiento “ensayan” futuros cada vez más complejos. Hacen posible la evolución biológica y la historia social. Las ondas, de naturaleza probabilística, contiene los futuros probables e improbables. Futuro probable es la degeneración, futuros improbables son las generaciones. Una onda se refiere a un conjunto, no a un elemento.
No sabemos cuándo desaparecerá una partícula, un organismo o un individuo. Pero sabemos su vida media –su esperanza matemática de vida-: cuánto habrán desaparecido la mitad de las entidades. Los dispositivos de aprendizaje (de construcción de soft-ware) permiten colapsar las ondas en sus puntos improbables. Alargar, por ejemplo, la vida de una partícula, un organismo o un individuo.
Lo mismo que una partícula elemental ensaya todos los caminos posibles, los ensayan los organismos (en cuanto especies o conjunto de organismos) y los individuos (en cuanto sociedades o conjunto de individuos).
El orden biológico
Los códigos genéticos regulan el orden biológico. La vida de cada organismo está regulada por sus genes. Cada organismo forma parte de un conjunto de organismos –especie- y de un conjunto de conjuntos de organismos –vida-. Esos conjuntos extienden la vida por el espacio/tiempo.
El genotipo se modifica por alteraciones programadas (cuando en la reproducción sexual, por casualidad, se combinan genes del padre y de la madre) o por alternaciones no programadas –aprendizaje- (cuando, por casualidad, se produce una mutación).
De todas las mutaciones que se producen, sólo una ínfima parte resultan favorables (como de todas las trayectorias de una partícula sólo una ínfima parte son casi rectas). Así “aprende” la vida qué alteraciones –trayectorias- tienen valor de supervivencia.
Los códigos lingüísticos regulan el orden social. El orden social es del orden del decir: está hecho de dictados (caminos prescritos) e interdicciones (caminos proscritos). Cada individuo es regulado por la red de dictados e interacciones que le contiene. Así quedan determinadas su posición social y su trayectoria social (su estado de movimiento).
Esta red fija su posición (el individuo queda atado por la red de dictados e interdicciones que corresponde a sus posiciones de clase) y restringe sus movimientos (las probabilidades de cambiar de posición: su movilidad social, como individuo –promoción. O como clase –cambio-).
Sin embargo, muchos individuos logran moverse: se promocionan y/o cambian de sociedad. A través de ellos la sociedad ensaya nuevos caminos; caminos con valor de supervivencia. La mayor parte de los intentos fracasan: para que emerjan un Mario Conde (promoción individual) o un Fidel Castro (cambio social) –estos son los que la historia selecciona-, ha tenido que quedar el camino sembrado de cadáveres de Cóndes y Castros en potencia (virtuales). Así aprende la sociedad qué alteraciones tienen mayor valor de supervivencia.
Uno, como organismo y como individuo, tiene un aspecto corpuscular (una posición a la que está más o menos atado) y un aspecto ondulatorio (una mayor o menor probabilidad de cambiar su posición). Pero su aspecto ondulatorio lo tiene como elemento de conjuntos.
Si, como organismo, es una mosca, tiene menos esperanza de vida que un elefante (aunque un elefante concreto puede vivir menos que una mosca concreta). Si, como individuo, es hijo de un albañil tiene menos esperanza de hacerse rico que si es hijo de un banquero (aunque un hijo concreto de albañil puede hacerse más rico que un hijo concreto de banquero).
El orden social
El orden social, regulado por códigos lingüísticos, tiene un nivel de reflexividad mayor que el orden biológico, regulado por códigos genéticos. La evolución biológica depende de mutaciones aleatorias (componentes de azar), seleccionadas por su valor de supervivencia (componentes de necesidad). El animal sabe, el ser humano sabe que sabe (al pensar, piensa –también- su propio pensamiento). El orden biológico es homoplástico: el organismo se adapta pasivamente al medio (se acomoda al medio). El orden social es aloplástico: el individuo adapta a sí activamente el medio (asimila el medio).
La evolución biológica es una onda retardada: los cambios del organismo van detrás de los cambios del medio. La historia social es –puede ser- una onda avanzada: el individuo se adelanta a los cambios del medio. Una especie biológica puede salvarse de una glaciación si se producen aleatoriamente mutaciones que hagan a sus organismos menos sensibles al frío. Una sociedad humana puede adelantarse a la glaciación –preverla-: puede construir antes de que llegue refugios isotérmicos (vestidos, casas, ciudades). Una onda avanzada determina el pasado desde el futuro.
Tiene –en abstracto- valor de supervivencia liberar nuestro aspecto ondulatorio: la producción de mutaciones y/o ideas. A través de ella la vida y el pensamiento ensayan nuevos caminos. El orden que se fija en su estado actual forma su sentencia de muerte. Es la persecución de los diferentes: de los mutantes o intelectuales/artistas. Los organismos y/o los individuos quedan desnudos (los físicos llaman “desnuda” a una partícula abstraída de su contexto de interacciones). Nadie puede superar desnudo las inclemencias del medio. El único vestido para una partícula es una onda.
(* ) Jesús Ibáñez (1928-1992) fue catedrático de sociología. Este artículo se publicó originalmente en septiembre de 1988 en la revista Tendencias Científicas, antecesora de Tendencias21, y mantiene en la actualidad toda su vigencia. Lo recuperamos como homenaje al autor y como parte de las celebraciones de nuestro 30 aniversario, que se cumple en 2018. Esta es la segunda entrega de un total de dos artículos sobre la física cuántica y la sociedad escritos por el autor para Tendencias Científicas cuatro años antes de su muerte en Francia. La primera entrega se titula Relatividad y física cuántica sacuden las ciencias sociales.
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