Los signos de agua detectados en el suelo lunar calentado por el sol, así como en cráteres pequeños y oscuros diseminados por su sombrío polo sur, aumentan las posibilidades de que en nuestro satélite se instalen colonias humanas: la ESA pretende incluso construir un pueblo lunar.
La NASA considera que el agua de la Luna es un recurso necesario para el desembarco de astronautas con fines exploratorios: se propone enviar una nueva misión esta década en el marco del programa Artemis.
Enviar agua terrestre a la Luna cuesta miles de dólares por litro, pero los astronautas la necesitan no solo para beber, sino también para repostar sus cohetes.
“El agua es un recurso valioso, tanto para fines científicos como para el uso de nuestros exploradores”, explica Jacob Bleacher, científico jefe de exploración de la Dirección de Misiones de Operaciones y Exploración Humana de la NASA, en un comunicado.
Y añade: «Si podemos utilizar los recursos de la Luna, entonces podemos transportar menos agua y más equipo para ayudar a conseguir nuevos descubrimientos científicos».
Eureka, pero menos
Disponer de agua en la Luna despeja por lo tanto el camino para imaginar misiones espaciales más seguras y duraderas, pero lo que sabemos hasta ahora sobre la presencia de agua en nuestro satélite no es suficiente para asegurar que la tengamos al alcance de los astronautas.
En primer lugar, lo que hemos descubierto es que el agua detectada está atrapada en aparentes granos de minerales presentes en la superficie lunar.
Esos granos la han protegido del ambiente lunar, carente de atmósfera: su temperatura no tiene nada que ver con la de la Tierra. Puede caer hasta los -184ºC por la noche y subir hasta los 214ºC durante el día, todo ello en lo que nosotros vivimos 27 días con temperaturas propias para la vida.
Eso significa que, para aprovechar esa agua, necesitaremos extraerla de los minerales donde está encerrada: si está en la superficie de esos granos minerales, será sencillo. Bastará con recoger muestras del suelo lunar y calentarlas un poco.
Quizás no valga la pena
Pero si los supuestos granos de minerales son en realidad cubos de vidrio, algo que todavía no sabemos, deberemos fundirlos para sacarles el agua, un proceso que requiere mucha más energía: puede que el esfuerzo necesario no compense el resultado.
Además, podría ocurrir que, una vez liberadas, las moléculas de agua se dispersen y destruyan, lo que plantea dudas respecto a la posibilidad de que sea útil para los futuros astronautas.
En segundo lugar, los indicios señalan que, aunque habría más agua de lo esperado en la Luna, no por ello dejará de ser un recurso escaso: la NASA dice que el desierto del Sahara tiene 100 veces la cantidad de agua detectada en el suelo lunar.
¿Un lugar para vivir?
Otro aspecto a tener en cuenta: el lugar geográfico. Donde se ha localizado agua es en una de las zonas más templadas de la Luna, el cráter Clavius: es el tercer cráter más grande del lado visible de nuestro satélite, que puede contemplarse a simple vista desde la Tierra.
Este cráter es una de las regiones lunares que disfruta de dos semanas completas de radiación solar cada mes, por lo que tiene un atractivo adicional para acoger futuras misiones espaciales.
La pena es que el agua lunar detectada no es suficientemente abundante como para resolver la vida de los futuros astronautas: menos de medio litro por metro cúbico de suelo, destaca la NASA.
En el lado oscuro
Donde seguramente abunda, sin embargo, es en los oscuros cráteres del polo sur: hay al menos 40.000 kilómetros cuadrados en los que miles de millones de “micro trampas frías” podrían contener bolsas de agua en forma de hielo.
Allí reina la penumbra permanente, hace mucho frío y, sin aire ni luz solar, la temperatura media es de -250ºC. A esas temperaturas, el hielo puede haberse conservado como una roca durante mil millones de años, según uno de sus descubridores, Paul Hayne, de la Universidad de Colorado en Boulder, citado por The Washington Post.
Y añade: “en lugar de caminar hacia un vasto cráter para recolectar agua, los futuros astronautas pueden inclinarse y arrancar pepitas de hielo de estas oscuras marcas en el hielo”.
Hayne considera que esas bolsas de agua helada serían mucho más accesibles y podrían permitir una extracción y una utilización más eficiente para fines científicos como de exploración, según explicó a Sientific American.
Más esperanzas
Lo bueno del inhóspito descubrimiento es que, si ha aparecido en Clavius, es posible que aparezca agua también en otros lugares más propios para acoger a seres humanos.
“Cada lugar que se detecta simplemente amplía la huella potencial para la exploración humana futura, e incluso, quizás, el asentamiento, destaca el experto Jeffrey Kluger en la revista Time.
Pero todavía trabajo por hacer: todo está por verificar.
Y para ello, una cámara de alta tecnología denominada Lunar Compact Infrared Imaging System viajará a la Luna en la primera misión de aterrizaje del polo sur a partir de 2022, para tomar fotografías en primer plano de las micro trampas frías que supuestamente contienen hielo para medir sus temperaturas y comprobar estos yacimientos.
Además, una misión robótica, llamada Lunar Trailblazer, orbitará la Luna para buscar agua en cráteres oscuros, así como trampas frías que contienen agua helada. Trailblazer estará incorporada en la misión IMAP (Interstellar Mapping and Acceleration Probe) de la NASA en 2024.
Siguientes pasos
Angel Abbud-Madrid, director del Centro de Recursos Espaciales de la Escuela de Minas de Colorado en Golden, Colorado, señala a Scientific American que las mediciones directas serán el siguiente paso a partir de los nuevos hallazgos.
“Lo que ahora se necesita es tocar la superficie lunar y recopilar información detallada sobre el terreno”, explica. «La confirmación no solo de la existencia de hielo de agua, sino también de su morfología, concentración, distribución y abundancia es imprescindible para continuar con los planes de exploración y utilización de recursos existentes».
El descubrimiento de que hay agua en la superficie de la Luna y de que el hielo puede estar muy extendido en sus muchas sombras del polo sur, se explican en dos estudios publicados en la revista Nature Astronomy.
El resultado es obra, por un lado, del Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy de la NASA (SOFIA), un telescopio de 2,7 metros montado de un Boeing 747. Y, por otro lado, de los datos obtenidos por la misión robótica de la NASA Lunar Reconnaissance Orbiter.
Referencias
Molecular water detected on the sunlit Moon by SOFIA. C. I. Honniball et al. Nature Astronomy (2020). DOI:https://doi.org/10.1038/s41550-020-01222-x
Micro cold traps on the Moon. P. O. Hayne et al. Nature Astronomy (2020). DOI:https://doi.org/10.1038/s41550-020-1198-9
Excelente!!,y también servirá como futura plataforma o lanzadera mucho más práctica,de futuros viajes espaciales,como una estación intermedia,tipo estación de servicio,para reposición de víveres por ejemplo,también sería increíble la construcción de UN observatorio lunar en la propia luna!!!.