Anoche, a las 22:50, la misión Rosetta (ESA) recibió los comandos para ejecutar la maniobra de colisión que la llevará a chocar hoy, se calcula que a las 13:20 CEST, contra el núcleo del cometa 67P Churyumov-Gerasimenko.
La nave descenderá (el descenso puede visualizarse en este enlace) hacia una región del lóbulo menor del cometa conocida como Ma´at, que muestra unas cavidades similares a pozos naturales. La cámara OSIRIS, en la que participa el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), tendrá un papel protagonista, ya que tomará imágenes del cometa desde una perspectiva única y enviará la última fotografía de la misión. La Agencia Espacial Europea retransmitirá el final de la misión a través de su web.
«En mi opinión, termina una de las misiones espaciales más completas de nuestra historia, repleta de éxitos sin precedentes -señala Pedro J. Gutiérrez, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que ha participado en la misión, en un comunicado de dicho centro-. «Ahora debemos ser capaces de descifrar toda la información y datos que nos ha dejado para entender, por fin, el origen y formación de nuestro sistema planetario».
La misión, lanzada en 2014, nos ha brindado la imagen más detallada del núcleo de un cometa y ha ofrecido momentos emocionantes, como la maniobra de entrada en órbita en torno al cometa 67P o el aterrizaje del módulo Philae sobre su superficie.
La nave, que ha acompañado al cometa en su trayectoria en torno al Sol, ya apenas recibe energía para continuar operando, pero esta maniobra de descenso controlado y con la mayoría de instrumentos en activo permitirá sumar un nuevo hito al estudiar el cometa desde una proximidad única.
La visión más precisa y completa de un cometa
La misión ha producido los mejores datos jamás obtenidos sobre un núcleo cometario. Unos datos que han permitido determinar por primera vez de forma directa su densidad, caracterizar en detalle las diferentes regiones de su superficie o estudiar cómo se desencadena la actividad que genera la envoltura (o coma) y las colas de los cometas.
«Los cometas pueden ayudarnos a entender la formación del Sistema Solar o la procedencia del agua terrestre, pero antes debíamos contestar a preguntas fundamentales sobre estos cuerpos cuyas respuestas solo podíamos hallar yendo a uno», apunta Pedro J. Gutiérrez (IAA-CSIC).
Una de esas cuestiones fundamentales es la estructura interna de los núcleos cometarios, que requiere conocer su densidad, una magnitud que hasta ahora solo se conocía por estimaciones indirectas. La misión Rosetta ha logrado determinar de forma directa la densidad de 67P, un cuerpo la mitad de denso que el agua y que, dado su tamaño, debe de estar vacío en un 80%.
Las imágenes de la cámara OSIRIS han permitido analizar en detalle la forma de 67P, cuya estructura bilobulada, que recuerda a un patito de goma, se debe a que el cometa surgió por la fusión de dos objetos. Ahora los científicos involucrados en la misión trabajan en descubrir y definir las condiciones bajo las que se produjo esa fusión de dos cuerpos en las primeras etapas de la formación de nuestro Sistema Solar.
Rosetta también ha desvelado una variedad morfológica inesperada a lo largo de la superficie de 67P. Se han clasificado numerosas regiones distintas en el núcleo del cometa, que reciben nombres de la mitología egipcia y se agrupan en cinco categorías básicas: terrenos cubiertos de polvo, material frágil con fosas y estructuras circulares, grandes depresiones, superficies lisas y zonas de material consolidado.
Una complejidad extraordinaria para un cuerpo de apenas cuatro kilómetros de longitud que, en general, se debe a los episodios de actividad acontecidos durante sus anteriores acercamientos al Sol.
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