Un equipo internacional de investigadores está abordando uno de los mayores problemas de los viajes espaciales a Marte: ¿qué sucede cuando se llega allí?
La NASA planea establecer una serie de misiones tripuladas al planeta vecino en la década de 2030, que culminarán con el aterrizaje en su superficie. Por eso, es necesario conocer a qué se enfrentarán los astronautas en ese momento.
La investigación, llevada a cabo por científicos de la Escuela de Geografía y Ciencias de la Tierra de la Universidad de McMaster (Estados Unidos) y de la NASA, entre otros, se centra en los desafíos científicos, logísticos, operacionales y de comunicaciones del envío de astronautas al espacio profundo.
Es la culminación de años de trabajo en el programa de investigación BASALT (de las siglas en inglés de Ciencia Analógica Biológica Asociada a Terrenos de Lava). Involucra a geólogos, microbiólogos, genetistas, ingenieros y astrobiólogos de todo el mundo, y está dirigido por el Centro de Investigación Ames de la NASA, en Silicon Valley (California).
Un terreno hostil
Uno de los mayores desafíos que el equipo está investigando es cómo sacar mejor partido a la ciencia significativa en condiciones tan duras y peligrosas, donde el tiempo y los recursos están muy restringidos, y cómo enviar información valiosa a la Tierra para permitir el aporte de un apoyo científico basado en equipos terrestres.
Los investigadores simularon las condiciones de la misión en Marte en varios escenarios, que incluyeron la realización de trabajo de campo en el implacable terreno similar al planeta rojo del Monumento y Reserva Nacional Cráteres de la Luna en Idaho (EE. UU.) y el Parque Nacional de los Volcanes de Hawái.
Estas regiones son ricas en basalto, una roca de grano fino similar a la roca que se encuentra en Marte. Los científicos esperan que las muestras puedan proporcionar pistas importantes en la búsqueda en curso de la vida en Marte.
Con el apoyo de la Agencia Espacial Canadiense, la doctora Allyson Brady, de la Escuela de Geografía y Ciencias de la Tierra de McMaster, que está trabajando con su asesor Greg Slater en el proyecto, está investigando biomarcadores orgánicos de la vida microbiana asociada con las rocas.
«Cuando los astronautas finalmente vayan a Marte, necesitamos identificar el mejor lugar para encontrar pruebas de vida y apuntar al tipo de muestras de rocas de basalto que pueden contener una gran cantidad de material orgánico, por ejemplo», explica Brady en un comunicado. «Habrá muchas, limitaciones en Marte, por lo que debemos considerar la mejor manera de realizar investigaciones y recopilar muestras, lo que incluye obtener comentarios oportunos de expertos científicos de la Tierra».
El reto de la comunicación
Los científicos de Brady y la NASA también están considerando los desafíos de compartir información cuando los equipos están a millones de kilómetros de distancia. Han probado diferentes formas de comunicación (como la transmisiones de fotografías y vídeos o los mensajes de voz y de texto usando software especializado) entre investigadores sobre el terreno. Estos estaban equipados con paquetes de comunicaciones como los astronautas.
«Puede haber un retraso significativo, de hasta 20 minutos, entre un astronauta en Marte y el equipo en la Tierra», explica Brady. «Estamos trabajando para optimizar las operaciones para que los astronautas no tengan tiempo de inactividad y el flujo de información continúe», señala.
Mientras tanto, otros equipos están estudiando cómo recoger muestras orgánicas a través de vehículos no tripulados, algo que también ayudará a los investigadores a encontrar más fácilmente posibles vestigios de vida marciana en el futuro.
Referencia
Strategic Planning Insights for Future Science-Driven Extravehicular Activity on Mars. A. L. Brady et al. Astrobiology, 6 March 2019. DOI: https://doi.org/10.1089/ast.2018.1850.
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