En los últimos decenios ha aumentado el número de desastres naturales y de conflictos. Más de cuatro millones de personas han perdido la vida y más de 1.000 millones se han visto afectadas. Además, se ha producido un incremento de las crisis humanitarias en lugares del planeta, donde los recursos son más limitados y la población es más vulnerable.
De este modo, la intervención humanitaria en el ámbito de la salud, se convierte en una pieza vertebradora para: “Salvar vidas, evitar la enfermedad, la muerte, la desnutrición que pueden estar asociadas a la emergencia, a la catástrofe natural o al conflicto”, según afirma Daniel López Acuña, asesor a la dirección de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el video “Asistencia Inmediata a Víctimas en Desastres”, dirigido por la directora de Indagando TV, Graziella Almendral con la colaboración de la médico especializada en urgencias y desastres, Carmen Limiñana.
El Seminario “Periodismo en crisis, emergencias y desastres” organizado por el Instituto de RTVE, el canal de Televisión de España dedicado a la ciencia y a la innovación Indagando TV y MSD pretende «proporcionar a los profesionales de la comunicación herramientas que les ayuden a la transmisión de la información, lo más acorde con la realidad, conociendo el contexto en el que se desarrollan» afirma Carmen Limiñana.
«También es un foro de encuentro entre los diferentes actores de la acción humanitaria, desde los medios de comunicación, las ONGs y los organismos internacionales para intercambiar opiniones, buscar sinergias y maximizar la coherencia en las futuras acciones», añade Limiñana.
Mitos y realidades
Alfonso Antona, antropólogo y enfermero en salud pública que interviene en el Seminario con la ponencia, «Mitos y realidades en los Desastres, crisis y emergencias, explica en la siguiente entrevista:
Cuando habla de mitos y realidades en el título de su ponencia, ¿A qué se refiere exactamente?
Existen una serie de falsas creencias, mitos y falacias a propósito de los desastres que condicionan la Acción Humanitaria (AH), por poner algún ejemplo: pensar que los desastres son naturales, cuando la inmensa mayoría son producto de la acción humana; creer que tras un desastre hay riesgo de epidemias, algo que no sucede casi nunca; suponer que cualquier ayuda es mejor que nada cuando, en ocasiones, la ayuda genera más problemas de los que soluciona, o que tras un desastre aparecerá el caos y la violencia, si la realidad nos muestra que la mayor parte de las personas suelen responder de forma altruista y solidaria.
La ayuda humanitaria externa casi siempre llega tarde. Quiero decir que la población y las autoridades locales son los primeros respondientes y sobre quienes recae la carga de la ayuda. Sin embargo, en los medios de comunicación suelen aparecer los grupos de rescate occidentales como los héroes, cuando la verdadera heroicidad está en las personas que sacaron a sus vecinos del barro o les dieron cobijo cuando perdieron su casa…
Durante el tsunami del año 2004, casi dos tercias partes de las víctimas fueron mujeres, en los campos de refugiados, la mayor carga de morbimortalidad recae sobre mujeres y niñas… Estos datos no suelen transcender. Las consecuencias de los desastres no son los mismos para hombres y mujeres, y en la mayor parte de las ocasiones la ayuda humanitaria exterior no introduce en sus estrategias la perspectiva de género.
¿Cree que es suficiente la información y la formación que reciben los diferentes actores sobre el terreno (médicos, enfermeros, psicólogos, traductores, periodistas etc…) en el que deben actuar?
La información suele ser sesgada (por mitos y falacias) y la formación es escasa o nula. La mayor parte de los profesionales de salud, son expertos en su contexto, pero desconocen y no están preparados para la intervención en contextos políticos, sociales y culturales diferentes. Como decía, casi siempre llegamos tarde, por lo que los planteamientos emergencistas no son eficaces.
No se puede dejar al voluntarismo de las personas y organizaciones la Ayuda Humanitaria, porque tal y como se ha demostrado, las “buenas intenciones”, sin una formación y experiencia adecuada, en no pocas ocasiones, han generado sufrimiento añadido y resultados no deseados. Son muchos los ejemplos de intervenciones en salud que no se harían (por ejemplo amputaciones) en un país económicamente avanzado por ir en contra de los Derechos Humanos, o el fracaso de algunas intervenciones por no tener en cuenta patrones culturales, religiosos o políticos.
De la misma forma, los y las periodistas precisan de una mayor capacitación y especialización, han de saber en qué condiciones se producen los desastres naturales, qué es adecuado o no en un contexto de crisis.
¿Qué opinión le merecen la repetición de imágenes e incluso el bombardeo de información sobre crisis, emergencias y catástrofes en los diferentes medios de comunicación?
Sin duda el papel de los medios de comunicación es determinante. Los Medios de Comunicación (MC) suelen ser ágiles en la información sobre emergencia y desastre, pero la información bajo el principio de inmediatez no siempre se acompaña de rigor y del necesario conocimiento de cómo funciona la Medicina Humanitaria, el papel de los diferentes actores, las fases de actuación o las necesidades clínicas que pueden aparecer.
Los actores sanitarios y la población afectada pueden recibir una enorme presión mediática que puede afectar al trabajo, aumentar el desaliento de la población, o dar una imagen distorsionada de lo que se hace.
Conocido es el efecto CNN, por el cual, cuando más atención recibe un desastre, más posibilidades de financiación de ayuda existe. Cuando los MC enfocan, condicionan las agendas políticas y la sensibilidad ciudadana. Unos y otros se sienten más propensos a donar. Esto ha supuesto que existan desastres mediáticos (Tsunami o Haití) y otros, sobre todo emergencias complejas, que por estar a la sombra de los MC, apenas reciben atención y, en consecuencia, ayuda.
En las situaciones de crisis y desastre, aparece el “espectáculo humanitario”. Cuando los MC desaparecen, la ayuda empieza a desvanecerse, deja de llegar y los compromisos de los donantes se olvidan. Muchas ONGs, en ocasiones con conductas oportunistas, se retiran. Un efecto colateral del sensacionalismo mediático en los desastres es, que tras un momento de furor, con el paso del tiempo, se enfría el entusiasmo solidario y aparece la fatiga del donante, como consecuencia; indiferencia y reticencia a prestar ayuda cuando más se necesita, en la reconstrucción y la rehabilitación.
¿Qué opina sobre la cobertura informativa que sólo se centra en el número de víctimas?
Los desastres, como la miseria y la muerte, se presentan pero no se explican. Se muestran las consecuencias, pero no se analizan las causas. Se pone el foco en las víctimas y no en los responsables. Las crisis que no se entienden no se acaban y se reproducen. Tanto los actores humanitarios como los MC entran y salen demasiado rápido de los escenarios de crisis y desastre.
Los profesionales de la salud y los medios de comunicación, necesitamos códigos éticos. No todo vale. La retransmisión en directo de la agonía y muerte de Omaira marcó a América Latina. Fue vivida y vívida en 1985 con la erupción del volcán Nevado Ruiz, cuya avalancha sepultó a la comunidad de Armero. Éste es un caso digno de recordar por la interacción entre responsables de la respuesta de emergencia, los científicos y los periodistas.
Los modos más constructivos para concienciar consisten en mostrar realidades diferentes. Un ejemplo, perdón si es muy simple, pero creo que es importante. Cuando los periodistas occidentales siguen a los actores humanitarios, suelen hacer sus reportajes mostrando los logros y heroicidades de equipos extranjeros. Habría que comenzar entrevistando a los equipos locales, las personas afectadas y mostrar no solo la muerte y el dolor, sino el coraje de las personas anónimas para volver a levantarse. Y, eso sí, siempre denunciar las causas por las que un desastre se convierta en catástrofe: inequidad, injusticia y pobreza.
¿Cree que la población conoce exactamente qué es y en lo que consiste la Medicina Humanitaria Internacional? Si no es así, ¿qué sugeriría para darla a conocer más?
La mayor parte de las personas confunden Medicina Humanitaria (MH) con Medicina de Emergencia. La Medicina Humanitaria como cuerpo de conocimiento, está vertebrada sobre las disciplinas que proporcionan los conocimientos y las competencias que tienen como fin dar respuesta a las necesidades más básicas en salud, en las poblaciones en grave peligro de supervivencia como son, además de las Ciencias de la Salud, la Geopolítica, la Antropología, el Derecho, la Logística, la Economía, la Gestión, la Ética y otras muchas.
La MH se define por los propios escenarios donde se desarrolla y encuentra su justificación en la propia intención de la acción y de los actores que en ella intervienen, los marcos de actuación, el tipo de catástrofe o desastre, los movimientos de población, la exclusión social o el acceso a los servicios de salud o a los medicamentos.
Creo que la mejor forma de dar a conocer la MH sería incorporarla a los programas de grado de las diferentes disciplinas académicas. La Agencia Española de Cooperación Internacional junto a la Sociedad Española de Medicina Humanitaria, está construyendo unos estándares de mínimos para poder trabajar en terreno. Es preciso que todas las organizaciones y profesionales que salgan a terreno estén acreditados a fin de garantizar que la atención que ofrecerán será adecuada y de calidad.
El tratamiento mediático y real de las víctimas
Otro de los temas importantes a tener en cuenta en una crisis, emergencia o desastres es el tratamiento de las víctimas. Tal y como comenta la Defensora del espectador, el oyente y el internauta de RTVE, Elena Sánchez Caballero: “las informaciones sobre tragedias naturales y atentados suelen originar quejas”, y añade: “la visión de las víctimas “hiere su sensibilidad”.
Un caso concreto fue el terremoto de Haití por las imágenes de muertos amontonados, menores en las calles”. Además existen claras diferencias en las informaciones o imágenes difundidas en situaciones de crisis y catástrofes entre los países ricos y los países con renta más baja.
Según Sánchez Caballero: “Cuando en un país rico sucede una tragedia existe un protocolo de acción que en general protege la imagen de las víctimas”. Sin embargo, esta política tiene su contrapartida y sus detractores que la consideran «una censura”.
Por otra parte, la intervención humanitaria debe ser sostenible en el tiempo y como señala Daniel López Acuña, asesor de dirección de la OMS: «no puede agotarse en las necesidades más agudas aunque los sistemas sanitarios hayan sido destruidos. Hay que conseguir hacer frente a las necesidades cotidianas: seguir vacunando, dando control prenatal o tener capacidad de dar respuesta a partos durante un período de emergencia».
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