Tendencias21

Los robots inteligentes tendrán también emociones

La Inteligencia Artificial concibe ya la fabricación de una máquina que reconozca, comprenda y exprese emociones similares –aunque no iguales– a las humanas, con la finalidad de lograr que sea “genuinamente inteligente” y que interaccione de manera adecuada con las personas. Equipada con hardware y software especial, el sistema artificial podrá ver y reconocer expresiones faciales y posturas corporales, así como detectar pautas vocales y entonaciones del habla, dilatación en las pupilas, cantidad de latidos cardíacos y hasta patrones odoríferos característicos. De esta manera, será capaz de inferir con bastante precisión el estado emocional en que se encuentran las personas y actuar en consecuencia. Por Sergio Alejandro Moriello.

Los robots inteligentes tendrán también emociones

En forma sintética, podría decirse que las emociones son estados internos que regulan –de forma flexible– las interacciones del individuo con su entorno y con sus relaciones sociales [Morgado, 2002, p. 137].

Son dispositivos especializados en generar una respuesta inmediata frente a una situación, impulsos para actuar, planes instantáneos que la evolución inculcó en los animales para que éstos puedan determinar si una situación es más o menos favorable para su supervivencia.

Al eludir la conciencia, las emociones permiten “pensar” de manera urgente, preparando al organismo para un curso de acción rápido y eficiente, evitando los dilatados procesos inferenciales complejos[Goleman, 1999, p. 24]. Centran la atención en los acontecimientos y ayudan a considerar sólo lo que es importante.

Así, las emociones toman el control de la conducta cuando la persona hace frente a situaciones de emergencia, demasiado importantes como para dejarlas únicamente en manos del intelecto.

Origen mamífero

Las emociones provienen del cerebro mamífero; más específicamente del núcleo conocido como amígdala. No obstante, en el cerebro hay muchas otras estructuras que participan en diferentes aspectos del procesamiento de las emociones (por ejemplo, las cortezas temporal y parietal del hemisferio derecho y la corteza orbitofrontal) [Morgado, 2002, p. 140/50].

Son el resultado de reacciones electroquímicas, las hormonas, que se esparcen por el encéfalo y, a partir de éste, hacia todo el cuerpo. Dado que la neocorteza creció a partir del cerebro mamífero, ambas zonas están muy entrelazadas entre sí. Por eso, es falsa la creencia usual de que el intelecto y la emoción habitan mundos paralelos: ambos están profundamente imbricados entre sí y operan armónicamente.

Los procesos cognitivos y afectivos se incluyen mutuamente. Cada uno forma parte del otro y ambos son constituyentes indispensables para el correcto funcionamiento de la mente en su conjunto [Pinker, 2001, p. 476]. En efecto, el intelecto (algo supuestamente neocortical) no parece funcionar sin la emoción –y los sentimientos– (algo supuestamente subcortical) [Damasio, 1996, p. 126].

En síntesis, lo racional y lo emocional están de tal manera interrelacionados entre sí, que se podría decir que no sólo no son aspectos contradictorios sino que son –hasta cierto punto– complementarios.

Emociones sintéticas

Aunque, por el momento, la mayoría de los investigadores en el ámbito de la Inteligencia Artificial se centran sólo en el aspecto racional, muchos de ellos consideran seriamente la posibilidad de incorporar componentes “emotivos”, a fin de aumentar la eficacia de los sistemas inteligentes.

Particularmente para los robots móviles, es necesario que cuenten con algo similar a las emociones con el objeto de saber –en cada instante y como mínimo– qué hacer a continuación [Pinker, 2001, p. 481].

Al tener “emociones” y, al menos potencialmente, “motivaciones”, podrán actuar de acuerdo con sus “intenciones” [Mazlish, 1995, p. 318]. Así, se podría equipar a un robot con dispositivos que controlen su medio interno; por ejemplo, que “sientan hambre” al detectar que su nivel de energía está descendiendo o que “sientan miedo” cuando aquel esté demasiado bajo.

Esta señal podría interrumpir los procesos de alto nivel y obligar al robot a conseguir el preciado elemento [Johnson-Laird, 1993, p. 359]. Incluso se podría introducir el “dolor” o el “sufrimiento físico”, a fin de evitar las torpezas de funcionamiento como, por ejemplo, introducir la mano dentro de una cadena de engranajes o saltar desde una cierta altura, lo cual le provocaría daños irreparables.

¿Simuladas o verdaderas?

Sin embargo, emular las reacciones emocionales del ser humano no significa necesariamente que se pueda conseguir que una máquina “sienta” en el estricto sentido de la palabra.

En realidad, que una máquina tenga o no emociones no es la cuestión, ya que –de tenerlas– serían tan diferentes de las del hombre que a éste le resultaría extremadamente difícil de entender. Sería como intentar representarse el mundo como lo hace un delfín, que percibe su entorno acuático mediante el sentido de la ecolocación.

En realidad, no se buscan sistemas que se enojen o que estén alegres, sino que puedan enfocar su atención y mejorar la toma de decisiones, acomodándose al contexto del momento. Una máquina que reconozca, comprenda y exprese emociones similares –aunque no iguales– a las humanas, podría ser un mejor colaborador que las actuales (sin dudas, extremadamente insensibles).

Sólo así se podrá lograr que sea “genuinamente inteligente” y que interaccione de manera adecuada con las personas. Pero, ¿cómo podría un robot reconocer emociones cuando a los propios humanos les resulta tan difícil hacerlo? ¿Cómo podría detectarlas, sobre todo cuando alguien está tratando de ocultarlas?

Equipado con hardware y software especial, el sistema artificial podrá ver y reconocer expresiones faciales (por ejemplo, una sonrisa conduce a un estiramiento de los músculos bucales; la sorpresa, a alzar las cejas; la cólera, a contraer la frente; la indignación, a movimientos en todo el rostro… ) y posturas corporales, así como detectar pautas vocales y entonaciones del habla, dilatación en las pupilas, cantidad de latidos cardíacos y hasta patrones odoríferos característicos.

De esta manera, será capaz de inferir con bastante precisión el estado emocional en que se encuentran las personas y actuar en consecuencia [Moriello, 2001, p. 141].

Ventajas para las relaciones humanas

El homo sapiens, más que racional, es un ser eminentemente emocional. Su forma de interactuar en sociedad se sustenta en la habilidad para comunicar sus emociones y para percibir el estado emocional de los demás [Casacuberta, 2001, p. 91].

Tal es así que aquella persona que no cuente con estas habilidades sufre de una cierta discapacidad emocional y no puede funcionar normalmente dentro de un grupo humano [Gershenfeld, 2000, p. 75].

En ese sentido, lo mismo debería ocurrir con una máquina. En efecto, el propósito de dotar a ésta con “emociones” es tratar de mejorar su relación con las personas, flexibilizar la interacción y ofrecer una interfaz de usuario agradable.

Por ejemplo, el sistema tendría que ser capaz de modificar su comportamiento si capta que su interlocutor se siente contento o triste, emocionado o aburrido, relajado o tenso, alegre o enfadado. (Es típico el caso del perro que, aunque no hable ni se exprese con la riqueza característica del ser humano, puede comunicarse emocionalmente con éste).

De esta manera, tal vez el robot del futuro próximo demuestre emociones humanas convincentes y forme algún tipo de lazo significativo con su dueño. Hasta podría expresarle su afecto y simpatía –produciendo los adecuados tonos y matices del habla– cuando aquel enfrente frustraciones [Moriello, 2001, p. 141].

smoriello@redcientifica.com es periodista científico, Ingeniero en Electrónica y posgraduado en Administración Empresarial. Actualmente está finalizando la Maestría en Sistemas de Información. Es autor del libro Inteligencias Sintéticas.

Bibliografía

1. Casacuberta, D., La mente humana. (Editorial Océano, 2001.)
2. Damasio, A., El error de Descartes. (Editorial Crítica, 1996.)
3. García García, E., Mente y Cerebro. (Editorial Síntesis, 2001.)
4. Gershenfeld, N., Cuando las cosas empiecen a pensar. (Editorial Granica, 2000.)
5. Goleman, D., La inteligencia emocional. (Editorial B Argentina, 1999.)
6. Haugeland, J., La Inteligencia Artificial. (Siglo veintiuno editores, 1988.)
7. Johnson-Laird, Ph., El ordenador y la mente. (Ediciones Paidós, 1993, 2° edición revisada.)
8. Mazlish, B., La cuarta discontinuidad. (Alianza Editorial, 1995.)
9. Minsky, M., La Sociedad de la mente. (Ediciones Galápago, 1986.)
10. Morgado, I., comp., Emoción y Conocimiento. (Tusquets Editores, 2002.)
11. Moriello, S., Inteligencias Sintéticas. (Editorial Alsina, 2001.)
12. Nilsson, N., Inteligencia Artificial. Una nueva síntesis. (McGraw-Hill/Interamericana de España, 2001.)
13. Pinker, S., Cómo funciona la mente. (Ediciones Destino, 2001.)
14. Rich, E. y Knight, K., Inteligencia Artificial. (McGraw Hill / Interamericana de España, 1994.)
15. Russell, S. y Norvig, P., Inteligencia Artificial: un enfoque moderno. (Editorial Prentice Hall Hispanoamericana, 1996.)

Temas relacionados:

Las máquinas conscientes son el siguiente reto tecnológico

[Crean un ordenador que detecta las emociones colectivas y potencia el equipo]article:

[Crean el primer ordenador capaz de comprender la emoción humana]article:

Sergio Alejandro Moriello

Hacer un comentario

RSS Lo último de Tendencias21

  • La ciencia ficción se vuelve real: los humanos fotosintéticos emergen en el horizonte 7 noviembre, 2024
    Investigadores japoneses han introducido cloroplastos de un alga unicelular en las células de un hámster y los mantuvieron activos durante varios días, provocando que las células crecieran más rápido. Un impulso a la ingeniería de tejidos, a la biotecnología y tal vez a futuros humanos fotosintéticos.
    Eduardo Martínez de la Fe
  • Revelan cómo los neandertales enterraban a sus muertos 6 noviembre, 2024
    Aunque el Homo sapiens y los neandertales comenzaron a enterrar a sus muertos al mismo tiempo hace unos 120.000 años, un nuevo estudio ha identificado notables diferencias en las prácticas de entierro entre ambos grupos de homínidos, en distintos sitios de Asia, Europa y África: hallaron que los neandertales no usaban únicamente la posición fetal […]
    Pablo Javier Piacente
  • La salud de los océanos está estrechamente relacionada con la salud humana 6 noviembre, 2024
    Un nuevo estudio explora cómo la conservación de la biodiversidad marina, la salud humana y el bienestar están íntimamente conectados. Los resultados sugieren que las áreas marinas protegidas pueden ser positivas tanto para el planeta como para las personas: en la mayoría de los casos, invertir en ellas beneficia directamente a la salud y los […]
    Pablo Javier Piacente
  • La DANA de Valencia anticipa fenómenos más extremos que arrasarán el litoral mediterráneo 6 noviembre, 2024
    La tragedia de la DANA en Valencia es un anticipo de los eventos adversos que castigarán aún con mayor severidad el litoral mediterráneo, donde más de un millón de personas viven en zonas inundables, vulnerables a catástrofes crecientes debido a la inercia térmica del cambio climático. Formar científicos capaces de predecirlas y salvar vidas requiere […]
    Eduardo Costas | Catedrático de la UCM y Académico de Farmacia
  • El árbol que desafía al tiempo: tendría hasta 80.000 años de edad 5 noviembre, 2024
    Considerado uno de los organismos más antiguos en el planeta, Pando (Populus tremuloides) consiste en un vasto sistema de raíces con casi 50.000 tallos clonados, repartidos en un área de más de 40 hectáreas en Utah. Nuevas muestras de ADN confirman que este extenso organismo, considerado como un único árbol, tiene entre 16.000 y 80.000 […]
    Pablo Javier Piacente
  • Un extraño dispositivo convierte el dióxido de carbono en combustible 5 noviembre, 2024
    Una startup ha creado un dispositivo en forma de columna translúcida que se ilumina con orbes de plasma: el extraño artefacto logra atrapar con gran eficiencia el dióxido de carbono (CO2) presente en el aire y lo convierte en metanol, un combustible que se puede producir de forma renovable y que genera un 95 % […]
    Pablo Javier Piacente
  • Crean un reactor nuclear de sobremesa capaz de replicar la energía de las estrellas 5 noviembre, 2024
    Estados Unidos ha creado un reactor de fusión nuclear compacto utilizando piezas impresas en 3D y materiales disponibles en el mercado, tan pequeño que cabe en una mesa de cocina. Este dispositivo engañosamente simple contiene la clave para replicar la energía de las estrellas, lo que podría conducir a un futuro de energía limpia y […]
    Eduardo Martínez de la Fe
  • Descubren una ciudad fortificada oculta durante 4.000 años en un oasis del desierto árabe 4 noviembre, 2024
    El hallazgo de una antigua ciudad escondida en un oasis en la actual Arabia Saudita revela cómo la vida humana estaba cambiando lentamente en ese momento de la Edad del Bronce, de una existencia nómada a una incipiente organización urbana. Los restos de la ciudad se mantuvieron ocultos durante 4.000 años por el oasis amurallado […]
    Pablo Javier Piacente
  • Los agujeros negros están estirando el Universo 4 noviembre, 2024
    Los agujeros negros podrían estar impulsando la expansión acelerada del Universo, según sugiere un nuevo estudio: los científicos sostienen que si los agujeros negros contienen energía oscura, pueden acoplarse y crecer con el Universo en expansión, algo que al mismo tiempo provoca que el crecimiento se acelere. Aunque esta hipótesis no es nueva, los últimos […]
    Pablo Javier Piacente
  • La evolución no sería exclusiva de los seres vivos: afecta también a los minerales 4 noviembre, 2024
    Cualquier sistema está sujeto a procesos evolutivos siguiendo un supuesto principio fundamental que impulsa el aumento de la complejidad en cualquier sistemas físico, no solo en la biología. Una propuesta que ya encuentra aplicaciones en la oncología, ecología microbiana o en las ciencias de la computación.
    Redacción T21