En España, como en Italia y, previamente, en varios países asiáticos, parece que se ve la luz al final del túnel.
Una paulatina disminución en el número de contagios diarios de Covid-19, así como la aparente remisión de pacientes en las UCIs, indican que el aislamiento social está teniendo su efecto.
No obstante, el levantamiento de todas estas medidas no será temprano, ni seguramente suponga el final.
Aún desconocemos comportamientos del virus que resultan clave para conocer la evolución de la epidemia.
Sin entender el virus correctamente, el fin de los confinamientos supondrá un experimento de ensayo y error, en el que se intentarán aplicar medidas que vuelvan a hacer que los ciudadanos puedan circular, pero minimizando la difusión del agente patógeno.
¿Transmisión estacional?
Entre estas importantes características virales, es especialmente relevante saber si su el virus tendrá transmisión estacional.
Es decir, si habrá fluctuaciones en los contagios a lo largo del año, como ocurre con la gripe; o si contará con la misma infectividad, sea verano o invierno.
Otros virus de la misma familia, el HCoV-OC43 y el HCoV-HKU1, causantes de resfriados en humanos, resultan ser estacionales, lo que llevaría a pensar que este nuevo virus también lo es. Pero hay que ser prudentes, aunque haya indicios, aún no se ha observado la estacionalidad.
Por otra parte, estos dos coronavirus podrían resultar relevantes en otro aspecto epidemiológico: ¿los humanos que hayan sido infectados con ellos lograrían desarrollar inmunidad frente a la Covid-19?
Inmunidad sin memoria
Las dos cepas causantes de resfriado provocan inmunidad en su hospedador, siendo ésta en ocasiones una inmunidad cruzada. Se estima que el 70% de los individuos infectados por HCoV-OC43, al desarrollar inmunidad frente a éste, se hacen también inmunes frente a HCoV-HKU1.
Sin embargo, tan solo un año después de eliminar el virus de su cuerpo, los individuos pueden volver a infectarse. Es una inmunidad con muy poca memoria.
Así pues, aparte de conocer la posible inmunidad cruzada entre los otros coronavirus y el SARS-CoV2, también se hace necesario saber cuánto dura la inmunidad adquirida de media en personas que hayan superado la Covid-19.
Modelo evolutivo
Un grupo de epidemiólogos de la universidad de Harvard creó un modelo matemático para predecir la evolución del coronavirus durante los próximos 5 años. En función de cómo resulte comportarse el SARS-CoV2, llegaron a una serie de conclusiones.
Una de ellas es que, sea un virus de transmisión estacional o no, tiene capacidad para proliferar en cualquier parte del año. Eso sí, la gravedad de los brotes variaría.
El verano en el hemisferio norte se aproxima. De resultar estacional, el aumento de temperaturas ayudará a disminuir la transmisión del virus, por lo que este pico de contagios se verá aún más desacelerado.
Pero puede no resultar tan beneficioso. Al descender los contagios, gracias al aislamiento social y a la disminuida transmisión estival, quedará un gran número de individuos susceptibles. De no hacerse nada, el virus retornará con mayor infectividad, pudiendo provocar un pico mayor que el presente.
Enfermedad endémica
En cuanto a eliminar la enfermedad, podemos prácticamente desistir. El caso de que la enfermedad desaparezca por completo de nuestras vidas, sólo se daría si somos capaces de desarrollar una inmunidad permanente.
Parece que no es así, pues ya se han visto reinfecciones en pacientes que previamente habían superado la enfermedad.
Por lo tanto, nuestra vida futura contará, muy probablemente, con un nuevo personaje.
La enfermedad se haría endémica, con brotes cada cierto tiempo en función de la duración de la inmunidad adquirida.
No son predicciones muy halagüeñas. Durante el último mes hemos presenciado imágenes horribles.
Situación dramática
Un sistema sanitario colapsado intentaba prestar atención a todos los enfermos (ya sean de coronavirus o no), poniendo en riesgo la propia integridad de los profesionales.
En vistas de los altamente probables rebrotes de la enfermedad, la situación es muy dramática.
Los laboratorios farmacéuticos tardarán meses, como poco, en encontrar una vacuna o un tratamiento efectivo.
Cuando esto ocurra, los brotes se harán mucho más controlables. Sin embargo, la realidad actual no es ésa.
Hay que actuar para evitar nuevos contagios masivos. Y las actuaciones deben ir encaminadas a reducir el contacto social.
¿Hasta 2022?
Es por ello que este mismo grupo de epidemiólogos estudió tambien cómo han de desarrollarse estas medidas de contención en Estados Unidos, a fin de evitar el colapso sanitario.
Las conclusiones de este estudio indican que, si no aumenta la capacidad de los servicios de salud, será necesario hacer confinamientos periódicos hasta 2022.
A partir de ese año, la inmunidad de grupo será suficientemente grande como para asegurar que en sucesivos brotes no se llegará al colapso sanitario.
Pero ¿cada cuánto deberán realizarse los confinamientos? Aquí entran en juego directamente las aún desconocidas características del virus.
Conforme vaya pasando el tiempo, el periodo entre confinamientos se irá dilatando más, pues con los sucesivos brotes la inmunidad poblacional aumentará, haciendo que la tasa de contagio – R – disminuya más rápidamente en cada confinamiento.
Si el SARS-CoV2 resulta ser altamente estacional, con una R de 2 personas contagiadas por infectado (una suposición relativamente baja para lo observado), un sistema como el americano deberá estar confinado el 25% del tiempo hasta 2022.
Por el contrario, si el virus no es estacional y su R se ronda el 2,6, sería necesario que el país estuviera confinado el 75% del tiempo.
Cuestión de camas
En cualquiera de los casos, sería un tremendo desastre económico y social.
No obstante, dentro de esta realidad, los países que cuenten con un mayor número de camas de hospital por habitante saldrán mucho mejor parados.
Si se plantea cada confinamiento con el fin de que el número de hospitalizados en el pico de los brotes coincida con el número de camas disponibles, el número relativo de personas con inmunidad adquirida tras cada brote será mayor.
Por lo tanto, quienes tengan mayor número de camas de hospital por habitante llegarán antes a la inmunidad de grupo necesaria para detener la expansión de la enfermedad, teniendo menos y más cortos periodos de confinamiento.
Test masivos
Para poner en perspectiva: si en Estados Unidos contaran con el doble de camas de hospital, los periodos de confinamiento podrían terminar a principios o mediados de 2021. Un año menos que la previsión según su situación actual.
Países como España, Italia o Estados Unidos, podrían sufrir este descorazonador futuro, mientras que otros como Japón o Dinamarca serían capaces de volver a la vida normal mucho antes.
Por el momento, una de las medidas urgentes que se deberían tomar son test serológicos masivos. Sólo así podrá determinarse con exactitud cuánto tiempo dura la inmunidad adquirida y su extensión total en la población, ambos datos clave en las actuaciones de control de población, así como en la previsión de futuros brotes.
Mejor sanidad
Pero la actuación más prioritaria, sin ninguna duda, deberá ser mejorar nuestro sistema hospitalario.
Aumentar el número de camas para los enfermos e incrementar la plantilla de profesionales sanitarios sin olvidar, por supuesto, hacerlo con una buena organización que parece no estar siendo llevada a cabo del todo correctamente.
Sólo así se podrán disminuir los venideros periodos de confinamiento que, según los autores, serán casi seguros.
Referencia
Projecting the transmission dynamics of SARS-CoV-2 through the postpandemic period. Stephen M. Kissler et al. Science 14 Apr 2020: eabb5793. DOI: 10.1126/science.abb5793
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