Las colonias de coral rojo (Corallium rubrum) se han recuperado parcialmente en el Mar Mediterráneo, alcanzando niveles de salud similares a los de la década de 1980 en Catalunya y a la década de 1960 en el Mar de Liguria (Noroeste de Italia).
Lo ha comprobado un estudio desarrollado por el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), que pone de manifiesto la efectividad de las medidas de protección de las Áreas Marinas Protegidas.
No obstante, el estudio también pone de manifiesto que la pérdida de coral rojo en las últimas décadas ha tenido consecuencias muy negativas en su capacidad para retener el carbono presente en el mar, así como para mantener la complejidad en su hábitat, resultando en una menor biodiversidad.
La recuperación conseguida solo puede considerarse parcial, ya que el lento crecimiento y las bajas tasas de reproducción del coral rojo, hace que los especímenes recuperados sean de pequeño tamaño y que por lo tanto no puedan cumplir con su función natural en su hábitat, lo que afecta a varias especies.
El estudio explica la dinámica de la capacidad de retención de carbono del coral rojo, que se redujo a la mitad en solo unas pocas décadas y, destaca las consecuencias de la recolección directa de esta especie de crecimiento lento.
Basado en datos históricos de coral rojo en el noroeste del mar Mediterráneo, el estudio documenta cómo estas colonias alcanzaron su estado mínimo de salud (la capacidad de perpetuación de las generaciones futuras, evitando su extinción local) en la década de 1990, cuando las colonias más grandes con forma de árbol se agotaron debido a su sobreexplotación.
Biodiversidad crítica
El mar Mediterráneo es considerado uno de los principales puntos críticos de biodiversidad marina en todo el mundo, así como uno de los mares más presionados por las actividades humanas desde la antigüedad.
La mayoría de los impactos se concentran donde existe la mayor biodiversidad marina: en los hábitats marinos costeros dentro del rango de profundidad donde la luz solar penetra en el mar.
Los principales representantes de dicha biodiversidad son las praderas de Posidonia y las formaciones coralinas calcáreas de corales y algas incrustantes.
Las especies icónicas del Mediterráneo, como el coral rojo, un cnidario (filo que agrupa alrededor de 10 000 especies) semi-endémico del Mediterráneo, con un esqueleto rojo duro y llamativo, son clave para estos hábitats, ya que les da estructura física, aumentan su complejidad y sirven como protección para varias especies que se alimentan en el hábitat coralígeno. Es comparable a la función que los árboles tienen en los bosques.
Desafortunadamente, desde la antigüedad (la evidencia más antigua de su uso por la humanidad data de hace 30.000 años), numerosas civilizaciones han usado el precioso esqueleto de coral rojo para hacer joyas, adornos y para su comercialización; algunos incluso creían que su ingesta incrementaba la fertilidad, tenía propiedades curativas u otros beneficios espirituales. La principal desventaja que sufre esta especie es su valor comercial y, de hecho, su gran extracción histórica para el sector de la joyería.
Protección urgente
Según los investigadores, se necesitan urgentes medidas de protección en las zonas críticas de biodiversidad marina del Mediterráneo, para mejorar la resiliencia y la adaptación de los sistemas endémicos clave.
Las medidas de protección que se necesitan pueden ser efectivas de forma relativamente rápida y ofrecen a estos ecosistemas una mayor capacidad para resistir y recuperarse después de los eventos climáticos en el cambiante mar Mediterráneo.
Por último, el estudio pone de manifiesto la importancia del coral rojo para el almacenamiento de carbono, tan necesario para contener el calentamiento global, y las consecuencias que tiene su desaparición para el aumento de las emisiones de efecto invernadero.
Referencia
Historical record of Corallium rubrum and its changing carbon sequestration capacity: a meta-analysis from the North Western Mediterranean. Mallo M. et al. PLOS ONE. DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0223802
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