Según un trabajo conjunto de ingenieros y especialistas de la Columbia University y de la Rutgers University, ambas en Estados Unidos, los modelos de pronóstico destinados a predecir fenómenos meteorológicos de extrema gravedad, como por ejemplo inundaciones y sequías, podrían ser optimizados gracias a recientes descubrimientos sobre el comportamiento de distintos factores relacionados, como la evaporación de la tierra o los períodos de lluvias.
Las fluctuaciones de humedad y del calor en la superficie de la tierra, junto a otros elementos, resultan primordiales para los fenómenos inherentes a la hidrología de superficie y a los procesos atmosféricos, especialmente aquellos relacionados con las lluvias. La teoría actual sugiere que la humedad del suelo tiene un impacto positivo en las precipitaciones.
Sin embargo, hasta ahora se habían realizado escasas observaciones a gran escala sobre este fenómeno. Un equipo de ingenieros e investigadores del Geophysical Fluid Dynamics Laboratory y de la School for Engineering and Applied Science de Columbia University y de la Rutgers University se ha enfrentado este desafío.
Según las conclusiones de este trabajo, financiado por la National Science Foundation estadounidense, puede demostrarse que la evaporación de la superficie terrestre es capaz de modificar las precipitaciones de verano al este del Mississippi y en las regiones monzónicas del sur de Estados Unidos y México.
Una nueva comprensión de estos fenómenos
Una de las principales conclusiones es que la evaporación de la tierra solamente es capaz de modificar la frecuencia de las lluvias de verano, no así su cantidad. El estudio fue resumido en un artículo recientemente publicado en el medio especializado Nature Geoscience. Además, también se publicaron artículos sobre este descubrimiento en otros medios, como por ejemplo Science Daily.
Según Pierre Gentine, uno de los autores del informe y profesor adjunto de matemáticas aplicadas en la School for Engineering and Applied Science de la Columbia University, la investigación “marca un cambio importante en nuestra comprensión de las relaciones entre la superficie de la Tierra y la atmósfera, y fundamentalmente sobre la prolongación de los fenómenos hidrológicos extremos, como inundaciones y sequías».
Los otros co-autores del informe son Kirsten Findell (Geophysical Fluid Dynamics Laboratory), Benjamín Lintner (Rutgers University) y Christopher Kerr (Geophysical Fluid Dynamics Laboratory). Para su trabajo, los investigadores analizaron datos de los National Centers for Environmental Prediction (NCEP).
Con esta información, lograron cuantificar los efectos de la evaporación continental en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones de verano en América del Norte. Así descubrieron que el aumento de la evaporación incrementa la probabilidad de lluvias por la tarde al este del Mississippi y en México, aunque no tiene influencia en las precipitaciones sobre el sector occidental de los Estados Unidos.
Diferentes impactos
La diferencia se debe a la humedad presente en la atmósfera. Como en las zonas occidentales la atmósfera es extremadamente seca, la entrada de humedad a través de la evaporación de la superficie terrestre no supone ningún cambio importante capaz de provocar nuevos fenómenos climatológicos, como por ejemplo lluvias.
En cambio, en las regiones orientales la concentración de humedad presente en la atmósfera es suficiente para que la humedad añadida por la evaporación de la tierra genere lluvias de distinta intensidad. Según el estudio realizado, un mayor incremento en los niveles de humedad en las zonas orientales puede generar un círculo vicioso de inundaciones y sequías.
En otras palabras, una vez que una inundación o una sequía es provocada por procesos a gran escala, como anomalías en la temperatura superficial del mar, las inundaciones y sequías tienen mayores probabilidades de persistir y agudizarse en el este y el sur de los Estados Unidos. En el área occidental, la duración y frecuencia de las inundaciones y sequías está controlada únicamente por los procesos oceánicos, sin que las evaporaciones continentales tengan influencia alguna.
Gracias a los resultados de esta investigación, podrá desarrollarse un marco teórico que permita comprender con mayor eficacia el proceso de precipitaciones, así como también el papel que cumple la humedad del suelo y de la vegetación en la formación de nubes y en los distintos fenómenos climatológicos relacionados. De esta forma, gracias a estos nuevos datos los procesos predictivos serán mucho más certeros y eficaces.
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