Aunque no se pueda decir que ninguna de las borrascas que han barrido nuestras costas en las últimas semanas sea excepcional, la frecuencia de temporales que estamos sufriendo este invierno es muy inusual.
Así lo afirman los investigadores del Instituto de Hidráulica Ambiental IH Cantabria que están analizando los cuantiosos datos aportados por las dos boyas marinas de la Red Vigía, que tiene en servicio la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Urbanismo de Cantabria.
Estos instrumentos, situados frente a la costa santanderina Virgen del Mar y el litoral de Santoña, permiten realizar un seguimiento en tiempo real de las aguas costeras de Cantabria, así como sus condiciones meteorológicas o parámetros de calidad ambiental. La empresa Construcciones Cuevas se encarga de colocar y mantener los equipos.
Javier López Lara, investigador del IH Cantabria, explica que los registros medidos por las boyas muestran cómo los temporales de este invierno en el norte, con tres episodios de varios días de duración en noviembre, diciembre y enero, superan a los de años anteriores. “Destacan no sólo por la energía y la violencia que presentan, sino por la secuencia y la duración de los mismos”, apunta López Lara en una nota de prensa de la Universidad de Cantabria, de la que se hace eco Sinc.
En noviembre, la costa de la Virgen del Mar estuvo sometida a olas de más de 4 metros de altura durante 12 días, hecho que se repitió entre el 15 de diciembre y el 10 de enero, y entre el 26 de enero y el 1 de febrero. Además, estos temporales registraron olas extremas superiores a los 10 metros, como la registrada el día de Reyes, con 12,56 de altura. “Sin embargo, este año no se ha superado el récord de 13,1 metros de ola que la Red Vigía registró en noviembre de 2010”.
Ninguno de los temporales ha sido excepcional en altura de ola, pero el más reciente (31 de enero-1 de febrero) ha coincidido con mareas vivas especialmente elevadas. Este factor, unido, por un lado, a la elevación del nivel del mar por la baja presión atmosférica y, por otro, a la elevación prolongada del nivel medio del mar en la zona costera por la agrupación de las olas incidentes, explican los sucesos de inundación observados.
Según los investigadores, la secuencia encadenada de temporales viene determinada por una situación meteorológica especial en el norte del océano Atlántico, una situación que la Red Vigía no había registrado en sus años de existencia.
“Se han producido importantes perturbaciones en las corrientes de chorro sobre el Pacífico y, sobre todo, en el Atlántico Norte, motivadas a su vez por persistentes precipitaciones en Indonesia y las regiones tropicales del oeste del Pacífico, y un tiempo excepcionalmente frío en Estados Unidos y Canadá”, explica César Vidal, catedrático de la Universidad de Cantabria e investigador de IH Cantabria.
Durante el mes de enero y los primeros días de febrero, las trayectorias de las borrascas se han desplazado hacia latitudes más bajas, llegando en algunos casos a pasar sus centros sobre la península ibérica. Estas borrascas han desplazado también oleajes que han sido responsables en gran medida de las inundaciones y daños a infraestructuras producidos en las zonas costeras.
Situación de las boyas
De las dos boyas de la Red Vigía, la situada en Berria (Santoña) se encuentra plenamente operativa, mientras que la situada en la Virgen del Mar está en mantenimiento, debido a los desperfectos sufridos por el temporal del 9 de febrero.
A las 4.16 horas de ese domingo, el sistema recogió la alarma de que la boya estaba a la deriva, al soltarse de su amarre.
Su trayectoria fue seguida por el IH Cantabria en todo momento gracias a un programa que predice el recorrido y establece cuál es el lugar más adecuado para rescatar la boya, lo que ocurrió el lunes 10 de febrero, sobre las 23 horas, a unas 9 millas de la costa de Bermeo.
El sistema de la Red Vigía está activo desde noviembre de 2006 por el Gobierno de Cantabria con el objetivo principal de toma de datos y control medioambiental. Su web cuenta con una media de 800 visitas diarias, con puntas de hasta 1.600 al día en los meses de verano y en los días de invierno en los que los temporales afectan a la costa cántabra.
El sistema nació con el objetivo de dar cumplimiento a los programas de seguimiento que marca la Directiva Marco del Agua, cuya finalidad es la de conseguir el «buen estado ecológico» de todas las masas de agua de la Unión Europea para 2015.
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