El recién terminado 2002 será el segundo año más cálido desde que se establecieron las primeras mediciones climáticas en 1860. Las temperaturas medias registradas en la superficie del planeta durante los últimos doce meses han superado un 0,5º C las del período comprendido entre 1961 y 1990.
La Organización Meteorológica Mundial destaca al respecto que nueve de los diez años más cálidos registrados desde 1860 se localizan entre los últimos doce años. Los diez años más cálidos son todos posteriores a 1987 y nueve de entre ellos se sitúan después de 1990.
El año 1998 continúa siendo el más cálido de todo el período climático estudiado, si se contemplan las temperaturas registradas en la superficie tanto de los océanos como de los continentes.
La temperatura media de la superficie del globo no ha aumentado de forma regular a lo largo del siglo XX, pero desde 1976 ha aumentado a un ritmo tres veces más rápido que el previsto para un siglo completo. La elevación global de la temperatura en superficie ha sido de 0,6º C desde 1900.
El fenómeno conocido como El Niño, si bien no ha tenido una importancia equivalente a la de 1997-1998, ha desempeñado un papel determinante en la evolución climática del año pasado y ha influido particularmente en la región del Pacífico tropical, donde las precipitaciones han sido más copiosas de lo normal.
Anomalías generalizadas
Las anomalías climáticas han sido generalizadas en 2002. Las lluvias anuales han sido superiores a la media en Asia Central, península coreana y norte de China. En Australia se ha vivido un tiempo más cálido y seco de lo normal y en África las temperaturas mensuales han sido generalmente superiores a la media durante una gran parte del año.
En el hemisferio norte, Gran Bretaña destaca porque no ha registrado un año así desde 1659, hace 344 años. En su ranking nacional, el 2002 ocupa la cuarta posición en temperaturas altas en ese período y la segunda posición si el período se inicia en 1860.
En 2003, Gran Bretaña podría incluso vivir el año más cálido desde 1659, es decir, desde que se establecieron las primeras mediciones climáticas en tres ciudades, entre ellas Birmingham, según los meteorólogos británicos.
En Francia la sorpresa no ha sido menor, ya que París ha registrado este invierno récords de temperaturas suaves que no se producían desde 1882. Después del 10 de diciembre pasado, hecho insólito, en el conjunto del país las temperaturas superan las medias estacionales de los 3ºC y 4ºC, lo que influye en el comportamiento de las aves y las plantas.
Comparados con datos de finales del siglo XIX y comienzos del XX, estas temperaturas resultan aún más sorprendentes: el récord absoluto se alcanzó el 10 de diciembre de 1879, con -23ºC. Y no hay que retroceder tanto porque en la Francia de 1985 y 1986, las temperaturas estaban entre siete y diez grados bajo cero.
En Canadá, por el contrario, después de un invierno más suave, particularmente en la región de los Grandes Lagos, la primavera ha sido la más fría de toda la historia documentada del clima en la región.
A ello hay que añadir la disminución de las lluvias, que afecta también al norte de Estados Unidos. La sequía está presente en parte de ambos países, así como en países de América Central y del Sur, que han registrado también precipitaciones superiores a la media.
Suecia, por su parte, ha vivido las más altas temperaturas desde 1860, mientras que las inundaciones han sido corrientes en algunos países de la Europa Central. Las aguas han alcanzado niveles sin precedentes.
También el ozono
Por lo que respecta a la capa de ozono, el agujero antártico se ha reducido a los niveles de 1988 en tamaño y profundidad, si bien se ha dividido en dos por primera vez.
La Organización Meteorológica mundial llama la atención por último sobre el descenso de la capa de hielo ártico, cuyos valores han caído por debajo de los niveles conocidos desde 1978.
Los datos climáticos del año pasado ponen en evidencia que el cambio climático no es sólo más evidente, sino también irreversible. Una nueva realidad que implica cambios en los modos de vida de nuestra civilización.
Los datos relativos a las catástrofes naturales son elocuentes al respecto, ya que han sido más numerosas y han ocasionado daños estimados en 28 mil millones de euros. El mayor siniestro natural del 2002 lo constituyeron las inundaciones de agosto en Europa Central y Oriental.
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