Los astrónomos han identificado al menos 11 exoplanetas, que se encuentran a una distancia de entre 35 y 150 años luz de la Tierra (muy cerca en términos astronómicos), en los que estiman que con casi toda probabilidad podría existir vida.
Se trata de una nueva clase de planetas habitables, denominados planetas «Hycean» porque están cubiertos de océanos con atmósferas ricas en hidrógeno, de los que podría haber decenas más de los identificados hasta ahora.
Lo ha descubierto una investigación dirigida por Nikku Madhusudhan, del Instituto de Astronomía de Cambridge, que publicará sus resultados en la revista The Astrophysical Journal.
Muchos de los a Hycean identificados por los investigadores son más grandes y calientes que la Tierra, pero tienen las características para albergar grandes océanos que podrían sustentar una vida microbiana similar a la que se encuentra en algunos de los entornos acuáticos más extremos de la Tierra, señalan los investigadores.
Y añaden: esos planetas también permiten una zona habitable mucho más amplia, ni demasiado cerca ni demasiado lejos de su estrella para excluir la vida tal y como la conocemos, en comparación con los planetas que son más parecidos a la Tierra.
Eso significa que podrían albergar vida a pesar de que se encuentran fuera del rango donde un planeta similar a la Tierra debería estar para ser habitable.
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¿Adiós a las super Tierras?
Hasta ahora los astrónomos han buscado principalmente planetas de tamaño, masa, temperatura y composición atmosférica similares a la Tierra, en su intento por encontrar algún indicio de vida más allá de nuestro planeta.
Sin embargo, el hallazgo de estos singulares Hyceans podría significar que encontrar biofirmas de vida fuera de nuestro sistema solar sea una posibilidad real, destacan los investigadores en un comunicado.
Desde que se identificó el primer exoplaneta hace 30 años, se han descubierto miles de planetas fuera de nuestro Sistema Solar.
La gran mayoría de ellos son planetas que tienen un tamaño que oscila entre el de la Tierra y el de Neptuno: a menudo se los conoce como ‘super-Tierras’ o ‘mini-Neptunos’: pueden ser gigantes rocosos o de hielo con atmósferas ricas en hidrógeno, o algo intermedio.
La mayoría de los identificados son más pequeños que Neptuno, pero demasiado grandes para tener interiores rocosos como la Tierra.
Estudios anteriores de esos planetas habían descubierto que la presión y la temperatura debajo de sus atmósferas ricas en hidrógeno serían demasiado altas para sustentar la vida.
Sorpresa a 110 años luz
Sin embargo, un estudio realizado por el equipo de Madhusudhan del exoplaneta llamado K2-18b, descubierto en 2015 por el telescopio espacial Kepler, y que hasta ahora era considerado una super-Tierra, aportó una gran sorpresa.
Es un mini-Npetuno que contiene agua y orbita la estrella enana roja K2-18 cada 33 días a 110 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo.
En 2019, dos estudios de investigación independientes, que combinaron datos de diferentes telescopios, constataron que K2-18 contenía cantidades significativas de vapor de agua en su atmósfera, toda una novedad para un planeta que está en zona habitable respecto a su estrella.
El equipo de Madhusudhan ha llegado ahora más lejos: descubrió que en ciertas condiciones exoplanetas como K2-18 podrían albergar vida.
Esto le llevó a profundizar aún más y desplegó una investigación más amplia sobre la gama completa de propiedades planetarias y estelares similares a la de K2-18, en las que serían posibles estas condiciones para la vida.
Esta investigación averiguó también qué exoplanetas conocidos pueden satisfacer esas condiciones y si sus biofirmas pueden ser observables.
Nueva categoría de planetas
Fue así como el equipo de Madhusudhan llegó a la conclusión de que existe una nueva categoría de planetas Hycean, con océanos masivos en su superficie amparados por atmósferas ricas en hidrógeno.
Los planetas Hycean pueden ser hasta 2,6 veces más grandes que la Tierra y tener temperaturas atmosféricas de hasta casi 200 grados Celsius, dependiendo de sus estrellas anfitrionas, pero sus condiciones oceánicas podrían ser similares a las propicias para la vida microbiana que existen en los océanos de la Tierra, destacan los investigadores.
Selalan también que estos exoplanetas pueden incluir, tanto mundos «oscuros» bloqueados por mareas que pueden tener condiciones habitables solo en sus lados nocturnos permanentes, como mundos «fríos» que reciben poca radiación de sus estrellas.
Los planetas de este tamaño dominan la población de exoplanetas conocida, aunque no se han estudiado con tanto detalle como las super-Tierras.
Los investigadores consideran probable que los mundos Hycean sean bastante comunes, lo que significa que los lugares más prometedores para buscar vida en otras partes de la Galaxia pueden haberse escondido hasta ahora a plena luz del día.
«Descubrimos que una serie de trazas de biomarcadores terrestres que se puede esperar que estén presentes en atmósferas Hycean, serán fácilmente detectables usando un tiempo de observación modesto con el Telescopio Espacial James Webb (JWST)», escriben los investigadores en su artículo.
Nada fácil
Sin embargo, el tamaño por sí solo no es suficiente para confirmar si un planeta es Hycean: se requieren otros aspectos como la masa, la temperatura y las propiedades atmosféricas para su confirmación, advierten los científicos.
No será una tarea sencilla: determinar cómo son las condiciones en un planeta a muchos años luz de distancia, implica determinar primero si el planeta se encuentra en la zona habitable de su estrella.
A continuación, hay que buscar firmas moleculares para inferir la estructura atmosférica e interna del exoplaneta, que es la que gobierna las condiciones de la superficie, la presencia de océanos y el potencial de vida.
Los astrónomos también buscarán ciertas firmas biológicas que podrían indicar la posibilidad de vida, convencidos de que la detección de la más mínima bioseñal transformaría nuestra comprensión de la vida en el universo.
Referencia
Habitability and Biosignatures of Hycean Worlds. Nikku Madhusudhan et al. Aceptado para su publicación en The Astrophysical Journal, está disponible en arXiv, el archivo las prepublicaciones de artículos científicos. arXiv:2108.10888 [astro-ph.EP]
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