Una investigación llevada a cabo por especialistas de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania, y el Helmholtz Centre For Environmental Research concluye que la extensión de los cultivos dedicados a la producción bioenergética disminuye la diversidad biológica en las áreas agrícolas. Al mismo tiempo, indica que la puesta en marcha de distintas medidas y acciones puede reducir al mínimo el impacto ecológico de estos cultivos.
Algunas de las medidas que podrían ser beneficiosas son la conservación de las áreas naturales cercanas a los sitios de cultivo, según explican los responsables del estudio en un artículo publicado en el medio especializado Global Change Biology Bioenergy. Las conclusiones de la investigación también fueron difundidas mediante notas de prensa del Helmholtz Centre For Environmental Research y de la Friedrich Schiller University in Jena.
En este contexto, cobran vital importancia los terrenos o campos en barbecho. Se denomina de esta forma a la tierra que no se siembra durante uno o varios ciclos vegetativos, logrando de esta forma la recuperación de materia orgánica y humedad. La presión originada en la creciente demanda global de productos agrícolas, a la que se suma ahora la necesidad de desarrollar cultivos energéticos, ha disminuido notablemente la superficie destinada a campos en barbecho.
En términos ecológicos, resultaría muy significativo que al menos parte de la tierra se mantuviera fuera del uso agrícola o energético, preservándola para terrenos en barbecho y como zonas naturales en los márgenes de los campos a trabajar. Según las conclusiones a las que arribaron los especialistas que desarrollaron este modelo informático, la preservación de estos terrenos podría disminuir los efectos secundarios no deseados de la extensión de la producción de bioenergía.
Cuestiones ecológicas y económicas
De acuerdo con los expertos, estas áreas no sólo presentan un alto valor para la conservación de la naturaleza y la protección del clima, sino que además pueden evitar los costes externos generados por el impacto ecológico de la producción de cultivos con fines energéticos.
El análisis del modelo de rendimiento desarrollado por los investigadores tiene en consecuencia una doble faceta, ya que arroja luz sobre las cuestiones ecológicas pero al mismo tiempo también aporta nuevos argumentos económicos para la conservación de tierras en barbecho y áreas naturales en los márgenes de los campos de cultivo, que deben ser tomados en consideración en el debate actual sobre el concepto de economía verde y en torno a una nueva regulación de la política agrícola.
La propuesta de la Unión Europea (UE) para preservar el siete por ciento de las tierras de producción agrícola se está discutiendo actualmente, y se relaciona directamente con los objetivos de este estudio. El propósito es mantener áreas ecológicas prioritarias y zonas naturales, como por ejemplo los terrenos cercanos a cursos de agua. Esta propuesta concuerda con los resultados de la investigación desarrollada.
El estudio analiza diferentes escenarios relativos a la extensión de la bioenergía en un nuevo modelo informático, con el propósito de obtener una mejor comprensión de las complejas relaciones a escala de paisaje regional, identificando y caracterizando los riesgos ecológicos derivados de la ampliación de los terrenos destinados a cultivos energéticos.
Efectos negativos sobre la biodiversidad
Al mismo tiempo, diferentes variantes de medidas complementarias destinadas a la conservación de la naturaleza también fueron investigadas, con el fin de desarrollar opciones para la reducción de los riesgos ecológicos. Se comprobó además el impacto de la extensión de la producción bioenergética sobre algunas especies en concreto.
Por ejemplo, se demostró con la ayuda de este modelo de ordenador que las consecuencias típicas del cultivo prolongado de variedades destinadas a la producción energética, tales como el adelgazamiento del espectro de las plantas cultivadas y el aumento de aglomeración espacial de los monocultivos a gran escala, pueden tener efectos negativos sobre las poblaciones de aves de campo. Así se comprobó con respecto a la alondra común (Alauda arvensis).
Estas tendencias de la agricultura intensiva practicada en la actualidad pueden ser parcialmente contrarrestadas a través de la preservación de determinadas áreas naturales y de las zonas contiguas a los campos de cultivo. Las medidas en este sentido son vitales para mantener la biodiversidad, ya que por ejemplo en el caso de la alondra común se ha comprobado que la intensificación de la agricultura en los últimos años se ha traducido en una disminución de alrededor de un tercio en el número de ejemplares.
Sin embargo, también se ha demostrado en el estudio que tanto el alcance de los riesgos ecológicos resultantes como la eficacia de las medidas de conservación que los contrarrestan dependerán de la estructura de cada paisaje agrícola en particular y del tamaño de los campos. Mientras mayor sea la extensión de los terrenos y el paisaje sea más homogéneo, más importante será la conservación de áreas naturales ubicadas en los márgenes de los campos cultivados o por cultivar.
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