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Consternación cristiana ante el deterioro social y ecológico de la Amazonía

Consternación cristiana ante el deterioro social y ecológico de la Amazonía

El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en un reciente documento reclama de los poderes públicos la protección ecológica de la Amazonia y de los pueblos que allí habitan. Las presiones que acechan la integridad de Amazonía pueden organizarse bajo tres aspectos: el del crecimiento económico extractivista, el del crecimiento económico bio-ambiental latente, y el del crecimiento urbano vertiginoso. Los tres aspectos comparten las mismas amenazas: deforestación, contaminación de ríos y biomasa, desplazamientos de los pueblos indígenas y aniquilamiento de la biodiversidad. Documento presentado por Lucio Florio.

El imponente desarrollo de la ciencia, de la tecnología y de la industrialización en los últimos siglos, como base de las grandes corporaciones empresariales, ha conducido a una elevación del nivel de vida en gran número de países, pero, al mismo tiempo, la mayor parte de la humanidad ha seguido en la pobreza y la naturaleza ha sido explotada hasta extremos que han producido consternación.

La angustia actual ante los efectos del cambio climático es una muestra de que ingenieros, empresarios, científicos, tecnócratas y políticos son conscientes de los problemas que pesan sobre la humanidad. Todo indica que la sociedad mundial no ha encontrado todavía un modelo de desarrollo sostenible que haga universal el bienestar, eliminando la pobreza, y que proteja a la naturaleza de un posible desastre ecológico final.

Las religiones –y en especial el cristianismo– han sido sensibles en estos años, desde diferentes enfoques y grupos, por estos acuciantes problemas de la humanidad. Sin duda que el uso adecuado de la ciencia y la tecnología para hacer posible el desarrollo sostenible que elimine la pobreza y protega la naturaleza es una “tendencia” transcendente del diálogo actual entre el mundo de las aspiraciones espirituales por un mundo solidario y el mundo de la ciencia, de la tecnología y de la política sobre las que ejerce una presión hacia un mundo mejor que debe ser posible.

En relación con estos problemas publicamos tres documentos (en artículos independientes) que han sido presentados por Leandro Sequeiros y Fernando Moreno Bernal (sobre el “Foro Social Temático español de Espiritualidades y Éticas para otro Mundo posible”) y por Lucio Florio desde Argentina (un documento sobre ecología del “Departamento de Justicia y Solidaridad (Dejusol) del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam)” y otro sobre la protección de la Amazonia elaborado por una asamblea del Consejo Episcopal Latinoamericano-CELAM).

Tendencias de las Religiones es consciente de que son muchos los que piensan sobre los problemas de la humanidad, la pobreza y la ecología, de que hay muchas teorías y propuestas cuyos argumentos deben ser ponderados. Por ello, no sería necesario advertir que Tendencias no se identifica con las posiciones sociales, económicas y políticas, así como con las expresiones y las valoraciones concretas de estos documentos.

Sin embargo, son de extraordinario interés, y sin duda lo serán también para los lectores de Tendencias, porque muestran cuál es la sensibilidad de grupos religiosos concretos que expresan con dramatismo la situación social y ecológica del planeta, planteando un reto a la ciencia, la tecnología, la gestión empresarial y la política de nuestros días.

Consternación cristiana ante el deterioro social y ecológico de la Amazonía

En el contexto de la memoria de San Francisco de Asís, hemos entonado el Cántico de las Criaturas, recordando que “nuestra hermana la madre tierra” es nuestra casa común que debemos cuidar como “custodios” inteligentes y nobles de la naturaleza (cf. Gn 2,15), y no como “explotadores” y “destructores sin ningún reparo” (RH 15). Por ello, adherimos a las palabras del Papa Benedicto XVI afirmando que “el modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa” (CIV 51), lo cual nos anima a fortalecer esa “alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos” (CIV 50). La Amazonía es parte de la creación y tenemos responsabilidad para con ella, lo que nos lleva a respetar la biodiversidad y la socio-biodiversidad. Esta responsabilidad nos impele a reconocer la sabiduría milenaria y la espiritualidad de los pueblos tradicionales que habitan en ella.

DECLARACION DEL III ENCUENTRO REGIONAL SOBRE AMAZONIA

En Manaus, Brasil, nos hemos reunido, en un ambiente de estudio y oración, sesenta y cinco personas, entre Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas provenientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Uruguay, Honduras, México, Perú, Surinam y Venezuela, durante los días 1 a 4 de Octubre de 2009, convocados por el Consejo Episcopal Latinoamericano-CELAM, con el fin de examinar la problemática socio-pastoral de las diócesis de la Amazonia, siguiendo los lineamientos de la Conferencia de Aparecida y los documentos magisteriales de la Región durante los últimos 40 años.

La participación de países no amazónicos da testimonio que la Amazonia es una realidad que pertenece e interesa al mundo entero.

Hemos querido permanecer en una actitud de escucha y contemplación, con el corazón abierto a la esperanza, con el ánimo dispuesto al aprendizaje y a la búsqueda de caminos nuevos. La experiencia tenida en estos días de unidad y comunión nos ha reafirmado en la conciencia de la unidad pastoral como única fuente de la Misión evangelizadora.

1. Hemos descubierto la importancia de ser sensibles a los estilos de vida de nuestros pueblos de la Amazonía así como de respetar y cuidar todas las formas de vida en ella (GS 1). Es por ello que queremos manifestar nuestra preocupación por las múltiples amenazas que acechan esta geografía y preocupan a toda la Iglesia y al mundo entero.

2. En primer lugar, es necesario reconocer la Amazonía como don de Dios en su creación (DA 6). Este don tiene como particular característica la diversidad múltiple, tanto de climas, biota, ríos y recursos naturales como de tradiciones históricas, culturales, lingüísticas y territoriales de los pueblos autóctonos que la habitan. Esta característica inherente permite pensar la región como un verdadero “archipiélago” amazónico más que una sola región uniforme.

3. Sin embargo, en el imaginario colectivo prevalecen “creencias” equivocadas sobre esta diversidad de “Amazonías” que deben ser desechadas: la supuesta homogeneidad de ecosistemas y pueblos, ser la última frontera de la humanidad que debe ser ocupada, la inagotabilidad de sus riquezas, el ser “pulmón del mundo”, la habitación indígena como freno al desarrollo de la sociedad, ser un lugar estratégico para la solución de problemas económicos y, la amenaza de su internacionalización, entre otras.

4. Las presiones que acechan la integridad de Amazonía pueden organizarse bajo tres aspectos: el del crecimiento económico extractivista, el del crecimiento económico bio-ambiental latente, y el del crecimiento urbano vertiginoso. Los tres aspectos comparten las mismas amenazas: deforestación, contaminación de ríos y biomasa, desplazamientos de los pueblos indígenas y aniquilamiento de la biodiversidad.

5. El modelo de crecimiento económico extractivista concibe imaginariamente la Amazonía como fuente inagotable de recursos naturales renovables y no renovables para su explotación tanto por las industrias extractivas (petróleo, gas, minerales, madera, agua) como para la expansión agrícola (agronegocios, comodities) y generación de energía hidroeléctricas. El modelo de crecimiento económico bio-ambiental latente ve en ella y en las culturas de los pueblos que la habitan un valor comercial potencial que se ha de preservar para la apropiación del conocimiento y disponibilidad del material biótico existente para su uso farmacéutico y cosmético. Tanto el primero como el segundo responden a la misma racionalidad mercantilista de maximización de la ganancia, muchas veces en perjuicio de las personas, el derecho de los pueblos y del ambiente.

6. Durante las últimas décadas el movimiento interno de personas ha impactado en el vertiginoso crecimiento de las ciudades de Amazonía, que hoy cuentan con más del 70% de la población de la región. Este tercer aspecto de presión sobre Amazonía deteriora no sólo la calidad de las aguas de los ríos y la preservación de la selva circundante sino también las condiciones de vida de las personas que mayormente viven en las periferias más empobrecidas de las ciudades, perdiendo su memoria y tradiciones históricas. El tráfico de seres humanos, la drogadicción y trata de personas son los mayores sufrimientos que se experimentan en todas las áreas.

7. Las políticas de los Estados involucrados y sus mega-proyectos cooperan a la modernización y expansión de infraestructuras que favorezcan la integración de los países en el marco de la racionalidad mercantilista occidental de maximización de la ganancia. Con ello se violan los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes tanto de territorialidad como a la vivienda, el agua dulce, la educación, la salud y el trabajo, expresamente contenidos en leyes regulatorias vigentes y en los tratados internacionales sobre los derechos humanos a los que nuestros países han adherido. Es necesario que estas políticas se responsabilicen en la preservación de la biodiversidad biológica y socio-cultural de la Amazonía.

8. En este Encuentro nos hemos dejado interpelar por la Buena Noticia de Jesús de Nazaret, Camino, Verdad y Vida (Jn 14,16), quien vino a darnos vida y vida en abundancia (Jn 10,10). Con las comunidades del Antiguo Testamento y con los pueblos indígenas de América, hemos alabado al Señor “que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos lo dejó como signo de su bondad y de su belleza”. (DA 125)

9. La creación como don es la acción amorosa y gratuita de Dios. Un don que nos habla del Creador (cf. Rm 1,20) y de su amor por nosotros, el cual está destinado a encontrar su plenitud en Cristo al final de los tiempos (cf. Ef 1,9-10; Col 1,19-20. CIV 48). La humanidad como parte constituyente de la creación, solidaria a la naturaleza por la carne y dotada de un espíritu que le asemeja al Creador, tiene como tarea la de preservar y llevar hacia delante los caminos posibles de la creación. Nos desafía a trabajar una teología trinitaria y una cristología que nos ayude a descubrir las semillas del Verbo en la Amazonía y a dialogar con las espiritualidades presentes en ella. La fuerza del Misterio de la Encarnación, Pasión y Resurrección de Jesucristo nos impulsa a la inserción y liberación de la creación, así como a la profundización de la reflexión teológica contextualizada en las realidades amazónicas.

10. La Amazonía es parte de la creación y tenemos responsabilidad para con ella, lo que nos lleva a respetar la biodiversidad y la socio-biodiversidad. Esta responsabilidad nos impele a reconocer la sabiduría milenaria y la espiritualidad de los pueblos tradicionales que habitan en ella: También a reconocer en ellos los rostros del Cristo sufriente, a valorar su trabajo comunitario y solidario, gestando una nueva economía y una nueva sociedad, y a bendecir al Señor por el testimonio de tantos laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos que han entregado su vida hasta el martirio, para dar vida a los pueblos amazónicos.

11. En el contexto de la memoria de San Francisco de Asís, hemos entonado el Cántico de las Criaturas, recordando que “nuestra hermana la madre tierra” es nuestra casa común que debemos cuidar como “custodios” inteligentes y nobles de la naturaleza (cf. Gn 2,15), y no como “explotadores” y “destructores sin ningún reparo” (RH 15). Por ello, adherimos a las palabras del Papa Benedicto XVI afirmando que “el modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa” (CIV 51), lo cual nos anima a fortalecer esa “alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos” (CIV 50).

12. Es imprescindible acompañar a los pueblos indígenas en la vivencia y expresión de la fe y en su proceso de ser protagonistas de la evangelización y de la transformación de la sociedad desde su historia y sus valores culturales. Al servicio de ello están las instituciones de la Iglesia tales como el CELAM, las Conferencias Episcopales, comunidades eclesiales de base y pastorales diocesanas. Solicitamos al CELAM la creación de una instancia que favorezca la articulación y colaboración tanto entre los países de la Amazonía Continental como de los demás países de América Latina y El Caribe.

13. Asimismo, debemos buscar los mecanismos eclesiales y participar en instancias de las organizaciones seculares para el desarrollo humano, que alienten y favorezcan todos los esfuerzos de los pueblos amazónicos por crear y desarrollar sus propias organizaciones de base, por la reivindicación y consolidación de los derechos de la Amazonía y por la búsqueda de una verdadera justicia ecológica.

14. Finalmente, con los Obispos latinoamericanos y caribeños entendemos que “la mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1Cor 3, 21-23)” (DA 126). Por ello, es necesario interesar y cooperar con las universidades y el mundo científico en América Latina para la realización de investigaciones a fin de verificar el estado de los derechos ambientales, sociales, culturales y económicos de la Amazonía en nuestros países (DM Paz, 31).Deben enfatizarse líneas de investigación y docencia interdisciplinarias que abran perspectivas a la elaboración de paradigmas teóricos alternativos de economía y desarrollo centrados en el ser humano, el trabajo y la solidaridad y no en la maximización de la ganancia (PP 20).

15. “Como discípulos de Jesús, nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos creador. En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación” (DA 471). La Amazonía, como parte de la creación es mediación para la experiencia de Dios, en la que podemos rastrear las huellas de su presencia. Recuperar la mirada creyente de gratuidad y belleza sobre ella nos permite crecer en un estilo de vida más austero y sencillo. Sólo así, las generaciones futuras también podrán acceder a la contemplación de Dios que se manifiesta en sus criaturas. “Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta con aire contaminado” (1) . Nos acogemos a la continua protección de la Virgen María, Madre de la Amazonía, invocada siempre por nuestros pueblos con amor de hijos.

Documento presentado por Lucio Florio, Fundación Diálogo entre Ciencia y Religión. Argentina

(1) Idem, DA 471

RedacciónT21

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